El turismo nacional salva a los restaurantes del centro en Feria
El sector asegura que la edad media de los clientes ha subido respecto a años anteriores
Ni la Feria ni Málaga se rinden
Málaga/La Feria del centro, la más indie de todas. Un símil al género musical, que se define por estar al margen de las grandes masas. Este año, ha sido así. El Real se lleva el protagonismo del gentío y el bullicio. El pop de la Feria. La multitud escoge irse a la gran explanada del Cortijo de Torres, dejando cierto vacío en las plazas y calles contiguas a Larios.
Entre rostros de cansancio, la resaca. Abrazos de despedida y un adiós entre amigos, llegaba el final de la semana más folclórica. Las maletas se abrían paso entre los últimos valientes que sostenían un vaso rosa en la mano; otros, se sentaban a recuperar fuerzas, pero con agua y comida, a ver si revivían.
Era el último tirón de Feria para la hostelería. Una semana, en la que revelan, han dejado de lado su parte más bilingüe gracias al turismo nacional. "Se echaba de menos", explicaba Cristóbal, de la mítica Taberna Chinita. "El 80% de nuestra clientela es de origen extranjero y ha sido inesperado recibir a tanto español", aseguraba. Los hosteleros, sorprendidos, no esperaban tal recibimiento, tampoco los vecinos malagueños, que llevan ya tiempo sintiendo que se les ha arrebatado el centro de la ciudad.
Desde la Terraza de las Flores, en la plaza que hace honor a su nombre, Jorge explicaba que fue todo un éxito de semana. "Aunqueha ido decayendo conforme avanzaban los días, no hemos dejado de llenar mesas", aseguraba. Si bien es cierto que aún no cuentan con el balance final de Feria, no dudan en que el resultado será "positivo". El turismo de Feria y el de verano son totalmente distintos. Los comercios de restauración han tenido que adaptar la carta durante los ochos días: "Es una carta de picoteo y menos de sobremesa", comentaba en encargado del restaurante.
Las expectativas del primer día no se volvieron a repetir, aseguraban muchos hosteleros. El lleno inicial poco a poco se ha ido desplazando a las peñas y casetas del Real; traducido en la multitud joven que busca algo más tradicional. Aunque también se han sumado otros tantos, no tan jóvenes que anhelan una esencia más típica y pintoresca, algo más peculiar de las Ferias andaluzas. Asimismo, Damian Caneda, encargado de la taberna del Obispo y la Malagueña a los pies de la Catedral, revela que no le gustaría que se llevasen toda la Feria. "Este año ha habido un ambiente más sano y con más calidad, las peleas se han ido del centro, está siendo tranquila y podría quedarse así", concluía.
La opinión entre la hostelería del centro es que "ambas ferias pueden convivir, sin eliminar por completo una de ellas". "El centro forma parte de la tradición, es algo que se ha hecho siempre, ¿Qué pasa con los conciertos en directo?", se preguntaba Borja González, del restaurante Pepa Revuelo en Larios. "Solo aquí puedes moverte entre plazas y estilos de música", señalaba. Al hilo, denuncian que los directos acaban demasiado pronto y que tendrían que durar "algo más". Aunque, claro, si el botellón, como muchos otros comercios denuncian acaba bien pasadas las 20:00, ¿a que hora acabaría si retrasaran algo más los conciertos?
Se abre también un debate entre los comercios ajenos a la restauración. Joyerías, farmacias o tiendas de ropa que prefieren todo lo contrario. La gran mayoría de minoristas que no se dedican a la restauración revelan que las ventas en sus negocios tampoco están siendo mayores ni más beneficiosas, aunque las calles estén llenas. El público busca comer, beber y el disfrute. Las compras, para más tarde. Afectados por el ajetreo de sus calles, muchos han tenido que reducir su horario y obtener, al contrario que la restauración, una menor rentabilidad.
La Feria del primer día dejaba una imagen que asustaba a cualquiera que pasease por el Centro Histórico. Generaba unas falsas esperanzas a lo que finalmente resultaría: menos público y más tranquilidad. Claro que si nos centramos en la media de tiempo que estaban sentados los visitantes en las tabernas, no eran ni mucho menos reposado y tranquilo. Las sobremesas no existían y lo que demandaban era "comer rápido y bien, dos cosas que a veces no encajan", explicaba Cristóbal Ruiz, de la taberna La Chinita.
Desde la gran puerta roja de Biznagas, a las 20:00, ya salían los últimos contentos de la Feria, los tajaos y los que acudían al Real a trabajar por último día. Con su más y sus menos, después de dos años, la Feria de Málaga se ha vivido y sentido por toda la Costa del Sol, por que eso sí, ganas no faltaban entre malagueños.
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