La vida del feriante detrás de la diversión en la Feria de Málaga

Los trabajadores tienen jornadas diarias de ocho horas

"Ahora hay menos gente porque han subido los precios", aseguran

La Feria de Málaga desde detrás de la barra

Francisco se prepara para otra jornada de Feria
Francisco se prepara para otra jornada de Feria / Carlos Guerrero

La Feria de Málaga no se entiende sin los cacharritos. Las atracciones son un atractivo para toda aquella persona que quiera sentir la adrenalina. También son una alternativa a las casetas para reír con los amigos o en familia. Además, son aptas para todos los públicos, desde los más atrevidos hasta los más tranquilos. El Real Cortijo de Torres cuenta con una amplia zona de ocio que cobra vida a partir de las 18:00.

Las risas, los gritos de emoción -incluso de alguien a quien le ha tocado un premio en alguna tómbola- y los nervios reinan en las calles llenas de gente, que a esa hora no se decide aún por dónde empezar la aventura de la tarde. Pero detrás de todas esas sensaciones y de las luces que iluminan el Real de noche hay centenares de personas que lo hacen todo posible. Se trata de los feriantes. Ellos son los encargados de garantizar la diversión en sus atracciones y aguardan que todo funcione de forma correcta.

Hay cerca de un centenar de opciones a elegir este año, aunque las más clásicas son la noria, por la que se puede ver una panorámica y un punto de vista diferente de la Feria, el barco vikingo o incluso el toro mecánico. Aquí trabaja Francisco desde hace varios años. Él es de Lucena (Córdoba) y recorre varios pueblos para hacer reír a quien se atreva a ponerse a prueba para no caerse sobre la colchoneta. El feriante vive en una caravana con su esposa y así recorren las distintas localidades donde tenga que trabajar. “Es muy cómoda, cabemos los dos perfectamente y allí hacemos vida, está completamente equipada y no nos falta nada”, asegura.

Su jornada laboral es de ocho horas y, al haber más de un trabajador, hacen turnos: “Es un trabajo como otro cualquiera”. Afirma que lleva desde los 9 años siendo feriante, por lo que ya se ha acostumbrado a la manera de vivir y al horario nocturno. El día a día de un trabajador de los cacharritos gira en torno a las atracciones, ya que tienen que prepararlas, revisarlas y montarlas. Cuenta que después de comer, que suele ser a las 14:00 o las 15:00, va cada día para “dejarlo preparado”. Coloca las colchonetas y se asegura de que todo esté correcto.

“Nosotros empezamos a trabajar a partir de las 18:00, pero antes tenemos que dejarlo todo listo y eso son más horas de trabajo”, explica. Aunque, entre risas, confiesa que siempre da tiempo a “echarse una siestecilla” antes de arrancar la jornada. Trabaja hasta cerca de las 5:00, que es cuando cierra la Feria, pero “luego hay que dejarlo todo recogido”, así que se van a dormir más tarde: “Cada día nos dan las 6:00, tranquilamente, entre una cosa u otra”.

Comen y cenan en su caravana, ya que cuenta con cocina, y también con ducha. También existe un pequeño “quiosco” en la zona de camping en el que los feriantes aprovechan para comprar pan u otros alimentos, además de algún refrigerio. Lo que sí ha notado es que hay menos afluencia de clientes con respecto a otros años, ya que “los precios de las atracciones suben, pero los sueldos, no”. Él cobra alrededor de 1.300 euros.

Jorge es otro feriante que vive en una caravana:“Llegamos poco antes de que empezase la Feria y nos iremos en cuanto acabe”, comenta a este periódico. Él comparte espacio con su jefe y con cuatro personas más. Duermen desde que cierran hasta la hora de comer para reponer energía y fuerzas. Así para pueden afrontar una noche larga y seguir regalando momentos únicos, llenos de diversión y muchas risas, a quien quiera pasarlo bien.

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