Abril Zamora ('El Molino'): "Antes de la película jamás pensé dejarlo todo e irme al pueblo, ahora sí se me pasaría por la cabeza"

La actriz da vida a Mariajo, una mujer que decide dejar toda su vida en la ciudad para abrir en un valle una posada en el nuevo largometraje de Alfonso Cortés-Cavanillas, donde comparte reparto con Pilar López de Ayala y Asier Etxeandía

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La actriz, Abril Zamora, posando para 'Málaga Hoy'.
La actriz, Abril Zamora, posando para 'Málaga Hoy'. / Javier Albiñana

Un día, de la noche a la mañana, tomó una decisión que cambiaría el curso de su vida para siempre. Lo dejó todo y decidió abandonar el bullicio de la ciudad y buscar refugio en un pequeño pueblo anidado en las suaves curvas de un valle acogedor. Allí construiría su propio remanso de paz: una posada donde todos encontrarían un techo en el que ser y estar. Esta es la historia de Mariajo, el personaje de Abril Zamora en la película El Molino. La actriz abre su corazón y su vida en cada uno de sus proyectos, permitiéndose darle vida a sus personajes desde un punto de partida real. Esa realidad es tal que Mariajo la ha cambiado. Hace un tiempo nunca se planteó dejar la ciudad para instalarse en un pueblo, pero ahora es una idea que le ronda por la cabeza.

–¿Qué tiene ese molino de especial?

–Representa muchísimas cosas para los personajes y lo bonito es que para cada personaje significa una cosa totalmente diferente. El molino es un elemento que está aferrado a un lugar concreto e intentando mover sus aspas para generar algo que sea bueno para el lugar en el que está, pero al mismo tiempo también simboliza ese anclaje que nos impide irnos a otro lugar para emprender nuevos caminos o conocer nuevas historias.

–En la película se abarcan diferentes temas como el primer amor o el regreso al hogar.

–Sí, pero es todo como muy orgánico, no hay nada como muy apretado porque no es una película de grandes diálogos, ni de las cosas que no se dicen y de todo el bullicio que hay siempre debajo de la mesa. Que sea así es bonito porque aunque se centra mucho en el personaje de Pilar y de Asier, hay un abanico de personajes chiquititos colindantes que aportan muchísimo con diferentes puntos de vista dentro de la propia historia.

–El Alzheimer también se aborda en la película, ¿de qué manera?

–Es un tema que está muy bien integrado. Está tratado desde un lugar muy natural y considero que es necesario hablar de ese tipo de cosas, pero es bonito. Es una película donde Alfonso no estaba intentando provocar, sino dejando que las cosas fluyeran. Se nota en el tono particular que se creó con los actores y en la atmósfera que tiene, que aparte de estar trabajado en un entorno tan maravilloso como ese, es bonito que en el audiovisual se vean ese tipo de zonas a las que no siempre estamos acostumbrados a verlas en las películas.

Abril Zamora en el photocall del Muelle 1 del Festival de Málaga.
Abril Zamora en el photocall del Muelle 1 del Festival de Málaga. / Javier Albiñana

–¿Cuál es la historia de Mariajo?

–Mariajo es la dueña de la pequeña posada que hay en el pueblo que deja toda su historia en la ciudad para emprender un nuevo camino y encontrarse a sí misma en un lugar como ese. Habla de que le costó un poquito hacerse a ello porque muchas veces el cambio es algo tan drástico que cuesta crear un vínculo con la gente, pero luego también comenta como que le resultaría imposible imaginar su vida en otro lugar diferente una vez que ha creado ese vínculo tanto con el pueblo como con la gente de ahí.

–¿Cuánto de Abril hay en Mariajo?

–Creo que estoy en una época en la que estoy rompiendo un poco con las cosas que he aprendido desde siempre. Cuando trabajas con un tono naturalista, en una historia costumbrista como ésta, intentas ponerle mucho de ti desde un lugar honesto, ofrecerle al personaje tu manera de ser, tu manera de hablar y que poco a poco se vaya construyendo a través de cómo reaccionan las cosas y del tempo que se le quiere dar a través de la dirección. El personaje no tenía nada que ver conmigo, pero sí que me dio un punto de vista diferente para que me planteara mis propias cosas.

–¿Alguna vez pensó en dejar la ciudad y marcharse a un pueblo?

–Siempre he defendido mucho el hecho de que la ciudad es una cosa maravillosa, te trae un montón de cosas estupendas, pero supongo que transitar por la trama con este personaje en un lugar real como ese, me dio un punto de vista diferente y ahora sí se me pasaría por la cabeza dejarlo todo para irme al pueblo y antes de hacer esta película jamás me llegó a pasar. Y es muy curioso porque tiene un físico y un look muy diferente al mío. Es muy bonito poder hacer algo tan alejado de mí físicamente.

–Ha interpretado a alguien opuesto.

–Súper opuesta, pero tenemos muchas cosas en común, sobre todo, la empatía. El hecho de que sea la dueña de la posada y aunque parezca un cliché está escuchando a los personajes para que se abran. Hay veces que hay personajes colchón simplemente como excusa para que todos puedan hablar, pero en este guion creo que todos los personajes tienen su factor fundamental.

–¿Cómo describiría este largometraje?

Intimista, personal, con una atmósfera muy particular, con un elenco muy bien elegido que generan un tono súper coherente. Es una historia que habla de la empatía y lo que nos cuesta ponernos en el lugar del otro, sobre la evolución de si le abrazamos o no, y cuenta la historia del personaje de Pilar y de cómo vuelve al pueblo.

–Ha sido profesora en OT, escritora, guionista, directora, actriz. ¿Cuál es el siguiente reto?

–Cualquier cosa que haga voy a intentar disfrutarla como estoy haciendo hasta ahora. Pero ahora estoy muy volcada en la que he escrito un guion de largometraje y me gustaría que fuera el siguiente proyecto para dirigir una película que todavía no lo he hecho y me haría muy feliz. Siempre que me embarco en un proyecto ocupa tanto de mi vida que intento hacer un pacto de honestidad y pasármelo bien, disfrutar y poner lo mejor de mí.

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