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La cineasta gallega Sonia Méndez debuta en el Festival de Málaga con su primera película a competición en la Sección Oficial, As neves, un thriller rural que, como la mítica serie Twin Peaks, aborda el misterio de la desaparición de una chica en un entorno árido, rural, aislado e hiperconectado a la vez.
Internet, los móviles y las redes sociales son los que marcan la diferencia con aquella, si bien, ha explicado la directora en una rueda de prensa, la película se sostiene en las interpretaciones de un grupo de actores noveles, integrado por chavales gallegos que hablan el idioma, el único requisito imprescindible para Méndez.
"Obviamente, esto no tiene que ver con Twin Peaks", rechaza la cineasta entre risas tras la comparación con David Linch, y aunque se declara 'súper fan' de la serie, sí acepta que le gusta generar "el mismo concepto de un entorno, un contexto donde estas cosas suceden".
La película, que se estrena el 10 de mayo, empieza una noche de carnaval en un pequeño pueblo gallego de montaña donde todos los chavales se juntan en una fiesta; todos van al mismo instituto, sus padres también se conocen y es un día especial en el que van a poder bailar, reírse, beber y, por iniciativa de Erea (Andrea Fernández), probarán setas alucinógenas.
En mitad de la fiesta, mientras van haciendo efecto los alucinógenos y el alcohol, un vídeo casero va rolando de móvil a móvil. Al día siguiente despiertan con un temporal de nieve y la noticia de que Paula, la mejor amiga de Erea que también estaba en la fiesta, ha desaparecido. El pueblo se queda incomunicado y cae internet.
"As neves -explica- es el nombre del pueblo donde viven, un pueblo cuya épica está en lo cotidiano. Están por encima de las montañas y cuando despiertan lo que ven es el horizonte, se ha rodado en A Fonsagrada, en Lugo, y el manto de nubes y las nieves que salen en la película son reales", apunta.
Allí, señala, no solo es creíble que se queden aislados y se caiga internet, es que sucede. Y también viven allí estos chavales, muchos a kilómetros del centro donde estudian, que poco a poco "van recuperando el entorno y dándole otro significado, porque el colegio donde van a hacer la fiesta está abandonado, pero era probablemente en el que estudiaron sus padres".
"Yo tenía claro que quería estar con los adolescentes y que el público hiciera el viaje emocional con ellos, no juzgarlos. Realmente hay una pregunta y es qué habrías hecho tu si a ti te hubiera pasado esto en tu adolescencia", ha afirmado la directora.
Méndez reitera que la cinta no habla de los peligros de internet y las redes sociales, sino de "cómo una pandilla de adolescentes transita las emociones en un momento de su vida por un hecho dramático, pero intento que sea de una manera natural, porque no es gente mala haciendo cosas con mala intención, es gente buena a la que le pasa algo malo sin querer, porque es muy naïf como sucede, y a lo largo de la película aprenden que todos los hechos tienen unas consecuencias".
"La vida está hecha de contrastes y lo bonito está en las contradicciones (...) El peligro es no ser consciente de la magnitud que puede alcanzar el compartir un vídeo íntimo de una persona". Aún así, insiste Méndez, ella no hace cine "para darle moralinas a nadie sino intentando ser honesta con esta generación y sin hacerles sofisticados, que es una cosa que tendemos a hacer los adultos".
Los actores, que irradian naturalidad en la película, coinciden en que la película les ha hecho reflexionar en actos propios que nunca hubieran pensado que pudieran tener consecuencias. "Todos hemos hecho cosas de las que después nos hemos arrepentido; la película te hace pensar que antes de hacer algo tienes que pensar en las consecuencias, aunque creo que de los errores también se aprende; creo que mucha gente se puede sentir identificada", apunta Irene Rodríguez, Sabela.
El final, desvela la directora, es un 'plano poético' en el que se ve jugando al fútbol a la siguiente generación. "Para mí -resume Méndez- no hay nada más dramático que el que la vida siga": El mayor castigo, muchas veces, es seguir viviendo.
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