Connotaciones de un cine invisible
Documentales
La sección de Documentales ofrece un año un más un escaparate de ávito talento enfrentado a una distribución escasa y de corta vida. Hablan algunos protagonistas.
El Festival de Málaga tiene una de sus singularidades más representativas en la sección de Documentales. Tal y como señala uno de sus responsables, Mirito Torreiro, no hay otro festival en España que abarque diversas categorías cinematográficas y que preste tanta atención al documental. Cada año queda demostrado que buena parte del mejor talento del cine español reside en el documental; sin embargo, el medio cuenta con nulas posibilidades de distribución más allá de otros festivales o una emisión esporádica en televisión. A veces, recuerda Torreiro, un documental llega a tener repercusión por causas imprevistas: así sucedió con Ciutat Morta, la obra triunfadora el año pasado en Málaga, tras el triste episodio relacionado con TV3. Ayer, buena parte de los realizadores que participan con sus documentales este año (Irene M. Borrego con Muebles Aldeguer, Tomás Cimadevilla con Regreso a la Alcarria, Pau Faus con Sí se puede. Siete días en la PAH Barcelona y Josep Serra con El hombre que empezó a correr, entre otros) se reunieron para debatir sobre éste y otros asuntos. De entrada, la presente edición reviste como novedad la entrada en juego de los cortos documentales, con galardón propio. Pero había más materia que abordar al respecto.
El mismo Mirito Torreiro se muestra ilustrativamente directo: "A menudo se dice que las mejores películas del Festival de Málaga están en la sección de Documentales, pero el documental arrastra un problema en España de legitimidad de cara al público: durante muchos años el documental aquí fue lo que fue, la vieja televisión y el No-Do, y cuesta mucho quitarse esa imagen. El documental ha sido además incapaz de generar una red de distribución, al contrario que en otros países. Aquí se distribuye como se puede. Pero al no ser un tipo de cine constreñido por lo comercial surgen documentalistas todos los días. Hacer un documental es cada vez menos complicado, basta tener una cámara, una idea y mucha paciencia. Así que es difícil prever cuál va a ser la vida posterior de un documental, aunque sí es cierto que a algunos documentales les resulta muy beneficioso proyectarse en Málaga. Ya quisiéramos que fueran más".
Una de las mayores sorpresas de lo visto hasta ahora viene firmada por el malagueño Isidro Sánchez, que presentó ayer su hermoso documental No me contéis entre vosotros. Sánchez registra su propia experiencia como trabajador en una residencia de ancianos de Villanueva de Algaidas a través de Manolo, un residente que se empeña en mantener su vida en los mismos términos que cuando estaba fuera y trabajaba en el campo. A Sánchez, que el Festival de Málaga le seleccionara su filme le pilló "de sorpresa, porque hice lapelícula en el más absoluto anonimato. La finalidad no era hacerla para verla con un grupo de amigos, pero tampoco busco un público determinado: lo que cuento al final es una historia de personas. Hay una resistencia al documental en el gran público, es cierto, pero hay un cine de evasión que está bien y otro cine que te interroga y te presenta aspectos de una persona y que es duro de afrontar. Pero la vida que pueda tener del documental después del festival no va a depender de mí. Mi compromiso es con el hecho de contar historias como mejor pueda, pero claro, siempre me gustaría que el trabajo se viera y se valorara. No hice este documental para guardarlo".
El también malagueño David Muñoz, que presenta hoy El juego del escondite, apunta que el Festival de Málaga "tiene una cosa sorprendente, y es que la de Documentales es una sección sólida y atractiva. Se le da un tratamiento importante dentro de la programación general. El festival tiene varias caras y lo demuestra especialmente con esto, que no tiene nada que ver con la sección oficial. Se ven buenas películas, la selección se hace con criterio. No es una sección de relleno, tiene una entidad diferenciada y coherente". Otro malagueño, Manuel Jiménez, que presenta este año Las sinsombrero, añade: "La sección ha conseguido conectar con el público. El Echegaray se llena siempre. Y eso no pasa en grandes festivales de documentales. Y tal vez ése es el primer motivo por el que mucha gente quiere traer aquí sus documentales". El llamado cine de la verdad tiene su casa en Málaga. Y no es, parece, mal refugio.
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