Hostias para todos en Cuba

El documental 'Un millón de hostias', de David Moncasi, sigue el reparto de las obleas fabricadas en un convento de clausura para formar un retrato de la Cuba actual.

Una escena de 'Un millón de hostias', el documental de David Moncasi.
Una escena de 'Un millón de hostias', el documental de David Moncasi.
Nacho Sánchez Málaga

24 de abril 2016 - 05:00

Quién lo iba a decir: en Cuba se reparten un millón de hostias. Las elaboran con paciencia y cariño trece monjas de clausura de un convento de La Habana, el único en la isla. Desde allí, las obleas parten hacia todos los rincones del país. Unas peculiares viajeras a las que siguen las cámaras del director David Moncasi para retratar a la Cuba actual. Un trabajo que le ha permitido elaborar el documental Un millón de hostias, que se podrá ver esta noche a partir de las 22:00 en el Teatro Echegaray.

Moncasi y sus cámaras entran al convento para conocer la elaboración de las hostias en un relato que lleva también a acercarse de puntillas a la vida de las monjas. Como la de Teresa María de la Virgen de la Caridad, la veterana y supervisora de la producción, que lleva ya siete décadas sin salir del claustro. Pero el interior del edificio no es más que el punto de partida de una historia; o de muchas: tantas como obleas se reparten. Incluidas las de los familiares de las hermanas, a quienes el documental se acerca para intentar entender también cómo viven una madre y un padre que su joven hija lo deje todo para dedicar su vida a Dios en un convento de clausura.

Un millón de hostias es un documental social. Una película que permite viajar junto a las obleas desde que se recogen a través de un torno. Y conocer a repartidores en bicicleta, curas que se acercan a recogerlas o personas de barrio que facilitan la comunión en sus casas a quienes ya no tienen fuerzas para acercarse a misa. Una de ellas es María Antonia, que trabaja en la iglesia de San Judas, en el barrio de Los Sitios. Uno de los espacios más humildes de La Habana donde, a través de esta mujer, el espectador descubre una Cuba que no siempre se conoce. Esa Cuba cansada, falta de esperanzas, de cartillas de racionamiento, informativos repetidos a lo largo del día y sobre todo mucha dignidad. Muchísima.

Y mientras las cámaras siguen el reparto de las obleas, la vida en Cuba cambia. La televisión informa del inicio de conversaciones con Estados Unidos y Obama aparece una y otra vez en la pantalla; hasta que pierde protagonismo tras el anuncio de la llegada del Papa Francisco. Ése será un día muy especial para las hermanas que, además, tienen ante sí uno de los encargo más importantes de sus vidas: elaborar las hostias que se entregarán durante la misa que el Papa oficia en la Plaza de la Revolución. Un momento clave para las monjas y para Cuba, principales protagonistas del documental.

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