Luis Tosar: "Es más difícil hacer una comedia que un thriller, con el chiste hay que ser muy preciso”
El actor inaugura el Festival de Málaga con ‘Código Emperador’, una película de espías que baja a contarnos las cloacas del estado, pero también trae ‘Canallas’ para hacernos reír sin dejar de ser un tipo duro
La programación del Festival de Cine de Málaga 2022
Málaga/Luis Tosar nació al norte de Lugo en 1971, pero no fue hasta 1994 cuando se dio a luz al Luis Tosar que todos conocemos. Ahora, tres Goyas después de aquel comienzo, sigue trabajando a un ritmo frenético, pero de una manera distinta a cómo empezó, ya no es su personaje después del ¡corten! Málaga está nublada y a él le sienta mejor. Estrena el Festival con Código Emperador, pero también trae bajo el brazo Canallas.
–Málaga se ha vestido unos días de Galicia para que esté más cómodo.
–(Ríe) Sí, la verdad es que sí, a vosotros no os gustará esto, pero me parece que está más agradable que otros años.
–Siempre hace de tipo de tipo duro, pero si tuviese que elegir una postal de su tierna infancia, ¿cuál sería?
–La playa de Benquenecia, con mis padres y mi hermana. Son recuerdos maravillosos en una playa salvaje, aunque ahora poco tiene que ver con eso; ya está todo mucho más poblado. Antes las playas eran un lugar de incógnito casi, aunque claro, siempre estaba nublado.
–En Código Emperador hace de agente del CNI, ¿cómo se documento uno para un papel así?
–Con la suerte de que ya habían un trabajo exhaustivo Jorge Guerricaechevarría y Jorge Coira. Llegué muy justo al rodaje tras rodar Maixabel y no tenía tiempo para hacer trabajo de campo. Aunque no sé si me hubieran dejado que me dejen estar con una unidad del Servicio Secreto. Ellos consiguieron información muy útil para la película, sobre todo de organización. El resto es ficción, porque la película no deja de ser ficción; un thriller muy bien armado, muy clásico en el sentido de un cine más sesudo, no tan de acción como el que se hace ahora. Creo que hemos acertado, lo hemos traído a una realidad que a veces es rara, chusquera, bizarra; pero es muy reconocible por el espectador.
–La película es una ficción, pero hay personajes muy reconocibles, a alguno casi le falta una boina.
–Es un eco tan claro, que todo el mundo tiene las referencias muy presentes, pero no hemos intentado hacer un Villarejo. Tengo la sensación de que Galán está por encima de lo que es Villarejo y, aún, representa la esencia de lo que quiere decir la peli: que hay un equilibrio en los estamentos de poder que debe mantenerse, a veces a costa de cosas completamente horribles.
–Su personaje, como los que normalmente hace, tiene muchas sombras. ¿Le atraen más las zonas oscuras que las luces?
–Seguramente sí. Creo que en mi vida me atrae más la luz. Me gusta más la gente que hace cosas cojonudas que la que hace chungueces. Lo que pasa es que narrativamente siempre es muy interesante la gente chunga, da más jugo. Contar la bondad es complejo, es complejo llegar al corazón del espectador con verosimilitud. Son valores que están también denostados en la sociedad de hoy. A ayudar y a prestar un servicio público no le damos demasiada bola. Narrativamente también es más interesante alguien con claroscuros que alguien que sea sólo bueno, es mejor que exista y que en la ficción contemos los otros.
–Un personaje puramente bueno llamaría la atención por lo raro que podría parecer.
–Sí, porque todo el mundo tiene una debilidad. Yo creo que hay gente que es muy buena y que es buena, que no hace nada chungo. He conocido a gente así, que son buenos todo el rato. Pero seguramente no tienen vidas tan interesantes como para llevarlas al cine.
–En un mundo de espías en el que no se puede confiar en nadie debe ser muy difícil vivir.
–Intentamos contar a un tipo que está completamente desarraigado por una cuestión voluntaria que luego se vuelve en su contra. Alguien que se consagra a unos principios y a unos ideales de salvaguardar la patria y la seguridad nacional, que pasa por un sacrificio total de la vida privada. En ese desarraigo encuentra otro personaje con el que parece no tener nada que ver entre ellos, pero encuentran refugio el uno en el otro. Es una relación que, pese a ser completamente improbable, funciona desde algún lugar.
–Viene también al Festival con Canallas, una comedia. ¿Es más difícil hacer thriller o comedia?
–La comedia es muy compleja porque tienes que acertar de forma casi milimétrica en el chiste, que es algo muy difícil de prever cuando no tienes el público delante. Para un director eso exige de algo quirúrgico prácticamente y en el thriller tienes la manga más ancha para que el público lo acepte. En la comedia si metes un gag un segundo antes o después ya no va a funcionar y eso es terrible.
–Trabaja muchísimo, ¿cómo hace para separar sus personajes de su persona?
–Intento hacer el ejercicio continuo para que así sea. No siempre fue así, pero uno va aprendiendo a crear emociones y a trabajar mejores. Cada vez lo separo más y cuanto más lo separo mejor me funciona tanto una cosa como la otra. Hace años lo mezclaba todo, pero cuando veo algún trabajo antiguo no veo esa consagración al personaje las 24 horas recompensado.
–¿Cómo lleva lo de tener que mojarse en todos los temas de actualidad?
–A mí ya se me da por sentado, pero creo que es injusto para la gente que no quiere posicionarse. Es injusto que a alguien se le pida una opinión de todo cuando su trabajo es actuar, ahí los medios a veces os pasáis un poco de frenada. A otros gremios no se le pregunta nunca nada. A veces a uno también le apetece alzar la voz con ciertas situaciones que considero que son muy injustas. A uno también le apetece posicionarse a veces para que la gente reconozca de qué palo vas y reconocer también al otro.
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