Marcelo Piñeyro: "El cine se está convirtiendo en un parque de diversiones, cada vez hay menos masa crítica"
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Málaga/El cineasta argentino Marcelo Piñeyro espera con ganas aquello que esté por venir. Con una carrera tan larga como aquilatada, se le percibe feliz al otro lado de la línea telefónica, diagnóstico que él mismo confirma al decir que se siente “afortunado” por cómo están trascendiendo los hechos. Una dicha que planea seguir estirando, puesto que ya trabaja en el guion de una nueva obra, aunque, asegura, ésta aún se encuentra “en un momento en el que no se pueden dar detalles”. Lo que sí saben quienes lo siguen de cerca es que la filmografía de Piñeyro es una mina que contiene piedras preciosas como Kamchatka, El método o Ismael, entre otras tantas. Obras que le han llevado a ser merecedor de múltiples reconocimientos en los que se incluyen tres Goyas. Y, también, a ser galardonado próximamente con el Premio Restrospectiva, que Málaga Hoy otorga junto al Festival de Málaga. A propósito de esta buena nueva, Piñeyro versa sobre los entresijos de su trayectoria, comparte su lúcida visión empresarial de la industria y da un repaso a la situación política del país del río de la Plata, su tierra natal, que tantas veces ha usado en sus obras como telón de fondo.
El estreno de su última obra, la serie El reino, en 2021, suscitó cierta polémica entre los espectadores. ¿Cree que la polarización está afectando a la forma de entender el cine?
(Lo piensa unos segundos) Sí, sin ninguna duda. Es más: no creo que la serie levantase cierta polémica, sino mucha. No soy ningún experto en estos temas, ni sociólogo, ni nada parecido; pero la polarización está tan extrema que pienso que debe estar influyendo en la lecturas de las obras de alguna manera. No me parece nada deseable, claro, pero es lo que está ocurriendo. Eso lo vemos también en lo vertiginosos que son los acontecimientos del día a día.
Apenas han pasado tres años, pero ha habido tiempo suficiente para casi todo. Incluido un cambio de gobierno, y color político, en Argentina.
Fíjate. Nosotros nos pusimos a trabajar en el guion otros tres años antes del estreno con un enfoque distópico. Queríamos reflejar algo que no estaba sucediendo, invitar a la gente a la reflexión de una tendencia que era en gran parte subterránea. En ese momento, durante la escritura, veíamos cómo arrancaba una estrategia de una nueva derecha con Trump en Estados Unidos; todavía Bolsonaro no era presidente de Brasil, ni parecía que tuviera mucho chance de serlo; y sentíamos que Argentina tenía cierta solidez institucional que la preveía de ciertos experimentos. No habíamos terminado el guion y Bolsonaro ya era presidente, con un apoyo enorme de las iglesias evangélicas. Ahora, directamente, uno abre Twitter (actual X) y ve a la gente decir que lo que pasa en El reino está sucediendo. La realidad fue confirmando cosas que habíamos hecho. Fue muy sorpresivo para nosotros.
Le he leído declaraciones en las que asegura que Tango feroz: la leyenda de Tanguito y Caballos Salvajes fueron pensadas como una resistencia cultural al neoliberalismo. ¿No cree que, pese a que se estrenaron hace años, podrían reflejar el presente?
Totalmente. En 2023 se cumplieron 30 años del lanzamiento de Tango Feroz. Razón por la cual se hicieron muchas funciones en sala bajo el formato encuentro en los que participé. Para mi asombro, te soy sincero, hubo salas que se llenaron con un público muy joven, de unos 20 años, que no había nacido entonces. Y reaccionaron de igual forma que aquellos que la vieron en 1993, cuando tenían la misma edad. Veían unos valores que les interesaban y convocaban.
El mundo audiovisual está experimentando una segunda vida con las plataformas on line al tiempo que es tónica general que los visionados en sala pinchen. Algunas de sus obras, por ejemplo, se han hecho fuertes en Netflix. ¿Piensa que puede consagrase un cambio de modelo completo?
Tengo la intuición de que van a convivir. El espectador no siente igual en el living de su casa que en una sala llena, aunque vea la misma película. El primer efecto pospandemia que se registró en todo el mundo fue una bajada brutal. Pero, poco a poco, por las cifras que uno ve, parece que se va recuperando. No digo que estemos en los números de antes, claro. También ocurre que en las plataformas hay de todo, para bien y para mal, mientras que las salas siempre han estado reservadas a un tipo de cine más adulto, que busca establecer una relación distinta con el espectador, invitándolo a la reflexión y no sólo estimulando sus emociones. Hará unos diez años, o más, Scorsese y Spielberg apuntaban algo así como que la industria se iba a convertir en un parque de diversiones. Y creo que lamentablemente está ocurriendo. A eso se añade, aunque desconozco hasta qué punto es un aspecto local, que en esta zona existe un dominio absoluto del blockbuster norteamericano, y contra eso se antoja muy difícil. En la actualidad, el tipo de cine que decía antes no está consiguiendo generar masa crítica. Eso sí que me parece preocupante.
¿Y cómo cree que los directores hispanos pueden hacer frente a esa hegemonía?
Es muy complicado. Porque supone mecanismos que escapan a nosotros. Por ejemplo, la dirección actual del gobierno argentino es anular toda intervención del estado. Este tipo de cosas deberían ser apoyadas por lo público para que puedan seguir conviviendo. Mi sensación desde aquí es que estamos perdiendo mucho terreno incluso con Europa, donde están más protegidos.
En su discurso de entrada a la Academia Argentina de las Letras, el escritor Jorge Fernández Diaz cita a Santos Discépolo diciendo algo más o menos así: me pasé toda mi vida tratando de encontrar la obra maestra que trascendiera a los tanguitos. Hasta que me di cuenta de que mi obra maestra eran los tanguitos. ¿Cuáles son sus tanguitos?
(Ríe) No creo que haya una obra que trascienda al resto. Lo que sí digo es que siento que he tenido mucha suerte en algunos puntos de mi trayectoria. Prácticamente lo primero que hice en mi carrera de largometrajes fue participar en La Historia Oficial, que me marcó mucho, porque vi cómo una temática tan localizada podía exhibirse en todo el mundo. Eso creo me marcó. Luego, la mayoría de las cosas he hecho han tenido éxito, bastante recorrido internacional, he estado en los principales festivales… Pero, lo que quiero decir con esto, es que no ha sido algo pretendido. Siempre he intentado contar las historias que quería mientras me permitía evolucionar. No tengo una favorita. En todas está el yo que fui en ese momento.
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