Revolución divertida

I. Guerrero

25 de abril 2015 - 05:00

Ajoblanco, crónica en rojo y negro. Documentales (Sesiones Especiales). Dirección y guión: David Fernández de Castro Azúa. Reparto: Pepe Ribas, Luis Racionero, Rosa Regás, Jaume Sisa, Félix de Azúa, Fernando Savater y otros.

"Lo llaman documental y no lo es". Fue lo que soltaron por la boca mis acompañantes nada más salir de ver Ajoblanco, crónica en rojo y negro. Una entrevista coral que cuenta con el hilo conductor del testimonio de Pepe Ribas -fundador de la revista contracultural gestada en el largo estertor del régimen franquista, año 1974- y que recorre la historia del Ajo: la epifanía parisina de Ribas, la reunión del trío-motor de la publicación (Ribas, Toni Puig y Fernando Mir), la constitución de una redacción por la que todo Dios se pasaba, la comunión tan dadaísta del arte y la vida experimentada por un grupo de burgueses con tiempo, posibles y ganas de diversión. La revolución divertida, en este caso de los libertarios catalanes. Una sucesión de relatos alternados con imágenes de la época: desde la primera etapa de la revista -más fanzinera, transgresora y radical-, en la segunda mitad de los setenta… Hasta la segunda vida que Ribas le dio al pasar por una segunda revelación (esta vez en el Londres thatcherista), desde 1987 hasta el punto y final de la revista, en 1999.

Resulta interesante para desconocedores (e incluso conocedores) de Ajoblanco y su labor de punto de encuentro entre individuos con inquietudes, misfits repartidos por los pueblos de una España mortalmente aburrida y terriblemente reprimida; aunque se eche en falta esa mirada subjetiva que prometía David Fernández de Castro Azúa -uno de sus directores- durante la presentación. Una mirada subjetiva que valorase, elogiase o ajustase las cuentas, 40 años después, con aquella generación de ácratas que ha demostrado, pasado el tiempo, que los caminos hacia la libertad son inextricables: nada tiene que ver el presente de un Luis Racionero con el de Rosa Règas o el propio Ribas, quien desde luego no reniega de aquellas Jornadas Libertarias de Barcelona, en las que el Ajo fue órgano de difusión.

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