'Techo y comida' retrata la realidad más dura e incómoda de la crisis económica
El debutante Juan Miguel del Castillo firma una obra llena de verdad en la que brilla Natalia de Molina
Adrián quiere unas botas de fútbol para su cumpleaños. Tiene 8 y cuando su madre le dice que no tiene dinero para comprárselas, lo entiende. También cuando tienen que ir a la fuente del parque a coger agua en garrafas porque la del grifo ya no sale, se la han cortado. Y se calla si ella se lo pide cuando el casero aporrea la puerta pidiendo el alquiler que le deben. Y se preocupa cuando le sirve el bocadillo de salchichas y ella se queda sin comer y cuando la ve triste y desmejorada. Y solo una vez, tan sólo cuando no puede ver la final de la Eurocopa porque se quedan sin luz, Adrián demanda a gritos lo que querría cualquier niño de su edad.
Rocío, su joven madre soltera, que se debate entre el miedo por perder su tutela y la vergüenza de tener que buscar galletas y yogures en los contenedores de basura, se ha quedado sin opciones. Sin redes familiares que la apoyen, sin trabajo, sin subsidio o prestaciones, tan sólo cuenta con la poca ayuda que le brinda una vecina, que arrastra sus propios problemas, como todos. Y su precariedad se irá empeorando poco a poco hasta que llega la temida carta, esa que se guarda en el bolsillo para abrir a solas en su modesta habitación. Un abogado le explica que en unos días tiene fijada la fecha del desahucio y no halla más solución que meter su vida en la maleta y emprender camino.
La de Rocío y Adrián, dos vecinos de Jerez de la Frontera, es la historia que el debutante Juan Miguel del Castillo ha contado en Techo y comida. Pero podría ser la de miles de personas que lo han perdido todo en esta crisis económica. "He querido estar del lado de los más desfavorecidos", dijo ayer el realizador andaluz, que ha sabido trazar un largometraje contenido, serio y lleno de verdad en el que brilla de manera especial la interpretación de la joven Natalia de Molina.
La película, que ayer se presentó como firme candidata a llevarse Biznaga, "no ha contado con subvenciones ni ningún tipo de ayuda", explicó Del Castillo, por lo que recurrieron a una campaña de crowdfunding para poder iniciar el proyecto. "Cuando nos metimos en este follón no sabíamos dónde nos metíamos, pero teníamos que contar la historia, en el cine tenía haber una película de esta temática", consideró ayer el productor Germán García. "Creo que Techo y comida es el neorrealismo de este tiempo, un documento que cuando se vea dentro de veinte o treinta años se sepa que esto es lo que estaba pasando en el país", agregó García y apuntó la no caducidad de un filme que se hizo "con mucho cariño" y que contó con "la aportación de mucha gente de Jerez".
Sin violencia, sin prostitución, sin persecuciones, sin huidas, sin final feliz, desnuda y cruda como la realidad de tantos, a la que no queda más remedio que despertarse día tras día. "Es una película, sobre todo, para hacer reaccionar al pueblo, hemos querido darle voz a los que peor lo están pasando y poner el foco donde nadie quiere mirar", dijo el cineasta, que también quiso plasmar esa Andalucía "encasillada" que tan bien conoce y en la que "gente muy cercana lo está pasando mal".
A este drama tuvo que enfrentarse la actriz revelación 2014 -Goya por Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba- Natalia de Molina. "Ha habido mucha pasión y mucho amor en este proyecto, me he dejado la piel", afirmó la joven jiennense, que estudió Arte Dramático en Málaga, que afirmó haber "confiado mucho en el director y en el equipo". De Molina aseguró que cuando leyó el guión quiso estar en la película. "Lo veía como un regalo, pero también le tenía mucho respeto, porque no me podía quedar a la mitad, ni al 90%, tenía que estar a muerte y eso conlleva presión y mucha responsabilidad", dijo la actriz, que subrayó que no tuvo que meterse en el personaje de Rocío porque "fue ella la que se metió en mi" y resaltó que "me atrevería a decir que será uno de los papeles más importantes de mi vida".
A Jaime López, el niño que interpreta a Adrián, lo encontró el director en un casting en el que se presentaron 160 niños. "Destacó desde que entró, es un fenómeno", apuntó Del Castillo. "Como Natalia es tan buena actriz se me pegó el don que tiene para actuar y lo hice igual que ella", dijo el actor, que también acudió a la rueda de prensa junto con el reparto casi al completo. Mariana Cordero, Mercedes Hoyos, Gaspar Campuzano, Montse Torrent, Natalia Roig y Manuel Tallafé sustentan una cinta que "invita a reflexionar" sobre los derechos perdidos de cientos de ciudadanos que se quedan sin lo básico, el techo y la comida, menocabando con ello su dignidad como persona.
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