Visibilizar es existir

El programa 'Afirmando los Derechos de la Mujer' volvió a vincular cine y género en el Albéniz

La mesa redonda celebrada ayer en el Albéniz.
La mesa redonda celebrada ayer en el Albéniz.
Isabel Guerrero Málaga

23 de abril 2015 - 05:00

Mabel Lozano se lanza, en Chicas Nuevas 24 Horas, al documental-denuncia en torno a la trata de mujeres. Se proyecta hoy jueves en el Teatro Cervantes, fuera de concurso y dentro de la programación del festival. Ayer, sin embargo, Lozano se puso el traje de moderadora entusiasta para volver sobre la cuestión femenina en Afirmando los Derechos de la Mujer, la jornada-vindicación que el certamen reserva desde hace ocho años a cuestiones estrictamente relacionadas con nosotras (en colaboración con el Área de Igualdad de Oportunidades del Ayuntamiento). Después de la entrega del Premio Mujer en Escena y de la Biznaga de Plata Afirmando los Derechos de la Mujer a las directoras Alicia Cifredo Chacón y Patricia Roda (por Tocaoras y El viaje de las Reinas, respectivamente) llegó el turno del debate. Con el título de La visibilidad de las mujeres del arte, comenzó la mesa redonda en el Albéniz, que atrajo a féminas de distintas edades y a unos pocos -escasos- hombres. Una no puede dejar de preguntarse cómo, siendo la cuestión de la visibilidad un aspecto tan clave en la conquista del espacio público, al final este tipo de cuestiones siguen estando demasiado asociadas a cierta militancia. A mi derecha detecté un grupito de jovencitas y pensé "tienen pinta de venir del instituto, qué bien que se interesen por estos temas": "¿De dónde venís?", "somos de Igualdad", me contestó una de las chicas. Es decir, trabajaban en la cosa. Decepción primera: la ausencia masculina. Decepción segunda: mucha representación de mujeres que se dedican laboralmente a fomentar la igualdad desde las instituciones.

María Barranco -en representación de ella misma, de su genio y carisma-, las directoras premiadas (Cifredo y Roda), Purificación Pineda (directora del Área de Igualdad), Virginia Yagüe y Julia Oliva (presidenta y delegada andaluza de CIMA, la asociación que aglutina a las mujeres del cine y del audiovisual) participaron en una mesa redonda express donde todas expusieron sus puntos de vista e implicación en las cuestiones del género (en este caso femenino). Luego se proyectó un vídeo -Mujeres invisibles del cine, con las socias de CIMA como protagonistas; Icíar Bollaín y Chus Gutiérrez entre ellas-. Y fin de la historia. Daba la impresión de que no había tiempo para mucho, aunque lo cierto fuese que el tema daba para hablar bastante. Porque si, como rezan los datos que recoge la asociación de cineastas, solamente hay un 8% de chicas en la dirección, un 15% de guionistas féminas y un 20% de señoras productoras… Algo pasa. Unos quieren volver la espalda a esa realidad evidentemente mejorable -restándole importancia ante la inexistencia de derechos por parte de la mitad de los seres humanos fuera de Occidente-, mientras otros [y otras] siguen centrándose en cuestiones menores como el lenguaje ("paisanos y paisanas", "compañeros y compañeras", "extranjeros y extranjeras", escuché, exhausta). Y mientras tanto, ocurre que el agravio continúa existiendo y que la educación (como muy bien apuntó Barranco al inicio de su intervención) no hace su trabajo, puesto que existe una brecha brutal entre las campañas de concienciación igualitaria y la propia educación "doméstica" y familiar. En manos, muchas veces, de mujeres que no están precisamente por la labor de la emancipación. Ocurre que en el cine las mujeres cuentan con menos de la mitad del presupuesto que sus compañeros, que la posibilidad de disfrutar de historias contadas por mujeres es reducida. Y eso no es que sea malo para las mujeres, no: es nocivo para la pretendida universalidad de las mejores prácticas artísticas. Un atentado contra la pluralidad indefendible en una sociedad que se dice democrática e inclusiva. Y que, no nos engañemos: contribuye a que el mundo sea menos diverso y por tanto interesante. Y que afecta, como muy bien puntualizó la presidenta de CIMA, al desarrollo de la propia sociedad.

Yagüe lanzó también un guiño a los hombres (grandes ausentes en muchos de estos debates, lamentablemente) cuya alianza es precisa para tender puentes, fomentar avances. Barranco, en este sentido, se refirió a la crisis como una oportunidad de lograr "esa comunión" entre mujeres y hombres frente a las injusticias -sean de la clase que sean-. Por su parte, Alicia Cifredo habló de "recuperar" a esa parte de la humanidad (en su caso, una labor realizada a través de su película sobre guitarristas flamencas, más pioneras de lo que comúnmente se conoce). Roda ahondó en la relación intergeneracional de las profesionales teatreras que centran El viaje de las Reinas (otra clave que podría extenderse al ser humano en general). Por último, la espléndida voz de la actriz de doblaje Julia Oliva terminó con un manifiesto en pro de la mujer de acción y de la visibilidad, con mención expresa al discurso de la oscarizada Patricia Arquette (un "ha llegado el momento" que casi suena al I have a dream). El momento para las mujeres, ése que siempre está por venir.

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