Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
Las Tres Gracias del presupuesto andaluz y Séneca
Crecida en una familia de cineastas, Yuyi Beringola tuvo claro desde pequeña que quería ser la script, la que cuida de que todas las escenas encajen a la perfección, de que no se pierda la magia del cine por un mal fallo de rácord. Ha trabajado en más de un centenar de películas y series y es, desde hace muchos años, colaboradora imprescindible de Pedro Almodóvar. También ha participado en producciones internacionales y ha trabajado a las órdenes de Terry Gilliam, Stephen Frears, Guillermo del Toro, Roland Joffé y Asghar Farhadi. Este miércoles, el Festival de Málaga le ha otorgado su Premio Ricardo Franco.
-Viene de una familias de cineastas y asegura que el cine "lo ha mamado" ¿Cómo es que una niña que acude a un rodaje no se ve reflejada en la actriz o la directora sino en el script?
-Pues muy sencillo, porque el script tiene mucho de mi forma de ser. Yo soy una persona que me manejo bien dentro de la multitud pero sigo teniendo mi propio espacio. La script está dentro de toda es máquina que está funcionando, que no para de moverse y de girar, pero en cierta soledad, sentada en una mesa con una tableta, antes con un ordenador o una máquina de escribir, pasando a limpio todas las notas de lo que se ha rodado. Yo vi a aquel señor sentado y rodeado de papeles, que es algo que también me fascina, y me sentí identificada con ese personaje. Nunca he querido ser actriz, ni ayudante de dirección, ni directora, ni nada. Yo siempre he querido ser script.
-Y siempre ha ejercido de ello, ¿no?
-Sí, siempre.
-¿Qué cualidades tiene que tener un script, ser observadora, detallista, organizada?
-Pues yo creo que lo que tiene que tener es vocación, que te guste lo que haces. Si es así, no hay barreras para hacer lo que haces. Si tienes también mucha concentración, pues tanto mejor, pero todo depende de si eso es realmente lo que te gusta.
-¿Cree que el público sabe lo que hace un script?
-Pues habrá de todo. El trabajo de la script consiste en que no se note que la película no está rodada en el orden en el que se ve. Y que cuando el material llega a montaje, la montadora pueda montar todo lo que has rodado. Normalmente, primero se suele hacer un plano máster donde los actores hacen todo lo que tiene que incluir la escena. Luego se hacen planos medios y cortos y tienen que estar exactamente igual que el general, aunque hayas ido a tomarte un café o pasado dos días. El pelo, la ropa, los gestos, todo colocado de la misma manera.
-¿Ese control lo lleva a la vida personal?
-No, nada. Cuando salgo de un rodaje me desvinculo totalmente de mi oficio, ni controlo ni nada.
-¿Se trabaja de manera diferente con cada director?
-Sí, claro. Hay directores que trabajan de manera muy diferente, básicamente en cuestiones que tienen que ver con la planificación. Algunos ruedan de una manera muy sencilla, con mucho plano secuencia y tienes muy poco que hacer y otros que ruedan 27.000 planos en cada secuencia.
-¿Cuál ha sido su peor fallo de rácord?
-Tengo uno glorioso, aunque nadie se da cuenta. Fue en El milagro de P. Tinto, de Javier Fresser. Había un corto que iba delante de la película pero que tenía que ver con ella. Había un personaje que entraba en una maleta y luego salía de ella. Rodamos primero cuando salía de la maleta y lo hizo con una chaqueta, con un traje. Cuando en el corto ese personaje se tenía que meter en la maleta no se puso la chaqueta, hacía mucho calor, la tenía quitada y finalmente no se la puso.
-Ha sido colaboradora de Almodóvar en muchas de sus películas. ¿Cómo es trabajar con él?
-Pues maravilloso, fue un descubrimiento para mí cuando lo conocí. Me citaron para conocerle cuando iba a rodar Entre tinieblas. Había visto una película suya y no sabía si nos íbamos a entender, porque yo era una persona bastante tímida y su mundo es todo lo contrario. Pero entró por el despacho, nos entendimos a la primera y no recuerdo haberme reído tanto en una primera película de un director como con Pedro. Me pareció un genio y luego se demostró que lo era, claro.
-¿Qué tal los proyectos internacionales?
-He tenido muy buenas experiencias porque aprendes mucho, sobre todo, de los técnicos ingleses. La primera vez que salí fuera a rodar fue con Las aventuras del barón Munchausen, de Terry Gilliam. Me quedé de ayudante de la script de la primera unidad, que venía de hacer Memorias de África, películas con Spielberg, y fue un mundo en el que aprendí muchísimo.
-¿Se esperaba este reconocimiento del Festival de Málaga?
-No, para nada. Debo de decir que tengo dos reconocimientos muy importantes, uno que me dieron hace años en la Academia de Cine y otro en Donosti, en un cine club de mucha tradición, pero cuando me llamaron del Festival me quedé de piedra, no pude ni reaccionar porque no me lo esperaba para nada, ni mucho menos.
-¿Y qué tal le ha sentado?
-Pues es un regalo, estoy encantada. Lo que pasa es que me ha pillado recién aterrizada de un rodaje y un poco cansada. Terminé el viernes el musical Road to Bethlehem, del director sueco, aunque vive en Estados Unidos, Adams Anders, y que se ha rodado en Almería.
-Ha trabajado en más de cien películas y series. ¿Sigue sumando?
-Sí, seguimos sumando aunque ya menos, porque estuve muy enferma el año pasado y me voy a tomar la vida con un poco más de tranquilidad. Ahora he hecho este musical y espero no trabajar hasta dentro de varios meses, hay que ir diciendo que no a algunas cosas.
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