Caligrafiar un bolero

punto de vista

Basta que suene un bolero para que se obre la magia, y dos actores prodigiosos que se crezcan ante la cámara y den de sí el máximo rédito posible

De TBO

Un joven pasea frente al cartel del Festival de Málaga.
Un joven pasa frente a un cartel del Festival de Málaga. / JAVIER ALBIÑANA
Antonio Sempere

16 de marzo 2025 - 07:01

Hablamos de La buena letra, la adaptación de la novela de Rafael Chirbes que ha llevado a cabo Celia Rico Clavellino. En esta hermosa película hay una secuencia, como ocurre con el buen cine, sobran las palabras. Basta que suene un bolero para que se obre la magia, y dos actores prodigiosos que se crezcan ante la cámara y den de sí el máximo rédito posible.

Es Celia Rico cineasta de cámara, de interiores, de escudriñar intimidades. Ya lo hizo cuando viajó al cuarto de una madre y cuando retó a Adriana Ozores y Celia Vázquez, también madre e hija, en Los pequeños amores. En su tercera incursión en el cine asume la dificultad de adaptar una obra de Chirbes.

Pero supera con nota alta el envite del productor Fernando Bovaira haciendo lo que mejor sabe. Mimando a sus personajes. Tratándoles con un tacto que emociona, y por instantes, abruma. Tanto Ana Rujas como Enric Auquer están impresionantes en sus respectivos cometidos, pero es Loreto Mauleón la que ofrece un recital a base de contención, eso tan difícil de lograr. Y rizando el rizo, en una catarsis que se nos queda grabada en la retina para siempre, el bolero, el bolerazo de Antonio Machín. Mientras suena ese tema lo que sucede en pantalla entre Loreto Mauleón y Roger Casamajor es la vida misma. Así de grande es el cine cuando abordando la letra pequeña de la existencia logra lucir con mayúsculas. Qué buena caligrafía la del bolero de Celia Rico. Nunca olvidaremos la sesión en el cine Albéniz donde, con la sala 1 hasta la bandera, se pudo cortar el aire con un cuchillo cuando sonó Machín, y Mauleón y Casamajor derramaron una verdad desarmante.

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