"Tenemos que conquistar nuestra libertad en el cine que nos toca vivir"
Jonás Trueba. Director
El realizador presentó en la Sección Oficial 'Los exiliados románticos'.
Tiene un apellido que para él pesa exactamente 14,6 gramos. Poco, asegura, porque ser hijo de Fernando Trueba más bien le ha dado alas para levantar sus propios proyectos y le ha transmitido el amor por un oficio que ya hizo propio. En la Sección Oficial presentó ayer Los exiliados románticos.
-¿Cómo surgió Los exiliados románticos?
-Es verdad que es una película hecha sobre la marcha, pero no me gustaría que pareciese que la hemos rodado de cachondeo, en chanclas y que pones la cámara y te sale espontáneamente porque soy un listo. No, es una película que ha sido bastante exigente. Surgió como un brote espontáneo gracias a la amistad, a las canciones de Miren Iza, a una suma de circunstancias que hacen que estés ahí rodando cuando un mes antes no lo hubieras osado planear.
-Brota espontáneamente pero luego hay que construirla...
-Claro. Intentas construirla con tu oficio, con tus herramientas que son pocas, con unos grandes actores y un equipo que nos conocemos mucho y nos podemos permitir trabajar con muy poco. Laura Renau, por ejemplo, la figurinista, ha hecho esta película con 1,40 céntimos. Todo el vestuario es de armario, pero hay detrás un trabajo creativo por su parte brutal.
-Fue un viaje de doce días, ¿cómo se desarrolló el rodaje?
-Fue a saco. Cambiamos muchas cosas, vimos espacios, decidimos... Teníamos ya previamente vista las localizaciones y sabíamos dónde nos íbamos a quedar. Yo digo que es una producción "ilusa" muy bien urdida, casera y pequeña, pero hecha con mucha creatividad.
-¿No tenía guión escrito?
-No. Los diálogos los hablábamos.
-¿Cómo se trabaja cuando los actores son amigos?
-Para ellos hacer esta película no fue fácil, hay mucho de ellos que te ceden generosamente, pero también mucho trabajo, mucha confianza y mucho salto sin red. Trabajar con ellos ha sido inspirador y agradable, no ha sido nada conflictivo, ha sido todo muy fluido y natural.
-Se les ve muy cómodos
-Para mí lo más bonito de esta película es ver a amigos riéndose, es una película muy inspirada en Stand by me, el motivo del viaje da un poco igual.
-¿Más que de amor habla de amistad y relaciones humanas?
-No es una película de amor en su sentido dramático, de hecho el amor está medio ausente, hay más bien una tentativa de búsqueda, pero sí tiene que ver con el amor efímero, en el que también puedes encontrar la belleza.
-La película dura 70 minutos. ¿Ese era el final previsto?
-Sí. Una de las cosas que tenía más clara es que quería hacer una película muy corta, que no tuviera una narración clara y que se terminase un poco abruptamente. Pensaba que nos íbamos a quedar en la categoría de cortometrajes y no me hubiera importado. No quería que se atuviese a las estructuras típicas, con su primer acto, segundo y tercero. Son cuatro o cinco momentos y de repente se termina. Y no como en una conclusión final sino como un alto en el camino, podían haber seguido.
-¿Hoy en día se puede trabajar con libertad en el cine? ¿Hay más o menos que cuando su padre empezaba?
-En los 80 ya el cine español estaba en crisis -es que siempre lo ha estado, y el español en particular- pero era más difícil rodar y acceder a un equipo profesional. No existían televisiones que apoyaran las producciones, ni los dispositivos tecnológicos que tenemos ahora. A la vez había otras ventajas. Todas las épocas han tenido sus crisis, sus complicaciones y sus inventos. Cada uno inventa su libertad según sus circunstancias. Tenemos que intentar conquistar nuestra propia libertad en el mundo y en el cine que nos ha tocado vivir.
-¿Cree que hay que buscar la autofinanciación o el crowdfunding para hacer cine de autor?
-No soy muy amigo del crowdfunding, porque acabas dependiendo de demasiada gente. Tiene sus ataduras y complicaciones. Tendría que haber otras maneras de financiarse, con ayudas privadas y públicas o con la mezcla de ambas.
-¿Cuánto pesa el apellido Trueba?
-Pesa 14,6 gramos [risas]. No pesa nada, es muy ligero, a veces, me ha animado y dado alas. Sería muy imbécil si dijera que juega en contra.
-¿Pero se le exige más?
-En mis comienzos, lo que hacía más bien es poner el foco de desconfianza de la gente hacia ti, la gente piensa que estás ahí por eso, y no es agradable sentirlo. Uno intenta pasar por encima de eso y hacer su trabajo. El apellido no significa más que ser hijo de una persona con la que has convivido y te ha transmitido un oficio y un arte, por lo que me siento especialmente privilegiado.
-¿Y pesa en su creatividad, en su forma de hacer las películas?
-Creo que tenemos muchos puntos coincidentes y otros no tanto, pero hablamos, tenemos una conversación muy fluida sobre el cine.
-¿Se imagina su vida fuera del mundo del cine?
-Fuera, fuera me cuesta. No tengo claro que vaya a estar dirigiendo películas toda la vida, las haré mientras me apetezca mucho hacerlas. En un momento dado me encantaría producir a otros. También me gusta muchísimo la docencia, con lo que me gano la vida.
-¿Qué le parece el festival?
-Creo que está bien que exista un festival como éste, del que han salido películas interesantes y buenas. Y veo que está intentando apoyar más apuestas no tan claras ni seguras. Está bien que tenga un lugar el cine comercial, pero también abrir hueco a otras propuestas.
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