'A mãe', vivir y morir de la poesía
Críticas Largometrajes Sección Oficial
El director brasileño presenta en la Sección Oficial del Festival de Málaga su segundo largometraje
'A mãe'
** de 5
Brasil, 2021
Dirección: Cristiano Burlan
Reparto: Marcelia Cartaxo, Mawusi Tulani, Helena Ignez, Dunstin Farias, Debora Maria da Silva, Rubinho, Ana Carolina Marinho, Henrique Zanoni, Tuna Dwek
São Paulo, noche cerrada y veinte grados. En sentido contrario al travelling, María (Marcélia Cartaxo) persigue a lo largo de un puente la sombra de su hijo Valdo, en una secuencia que contiene el esqueleto de todo el film. Cristiano Burlan, en su segundo largometraje, no tarda en sentar las bases de una cinta valiente. Tanto que por momentos resulta incluso tan temeraria como su protagonista.
María no es la madre coraje de la enternecedora Benzinho (Gustavo Pizzi, 2018) sino más bien su cara B. En este reverso tenebroso, la miseria lo abarca todo, del trabajo a las relaciones sociales. Los enemigos son también en A mãe mucho más palpables, pues se mueven con el descaro del que sabe que tiene la sartén por el mango. Pero por desgracia conforme se acerca a ellos, tanto María como la película se desorientan.
Sólo así puede entenderse la forma en que el realizador dilapida unas sugerentes puestas en escena con extrañísimos y tardíos cierres de secuencia. Asimismo, el cuidado que de inicio se expone en los sobrentendidos se dispendia igual de rápido en explicaciones discursivas, y los encuadres sobresalientes de André S. Brandão se entregan con el paso de los minutos a unos irritantes -por inocuos- movimientos de cámara.
En esta transición, los interludios de hip-hop (o de puro recitado) que a modo de flashback nos permiten conocer el itinerario de Valdo suponen a la postre los momentos más brillantes de una cinta que se ve con cierto interés pero que, como la protagonista, funde sus luces y se queda en penumbra.
Los problemas que se busca el adolescente por culpa de su carácter contestatario parecen dar respuesta a la pregunta que María le hace a su vecino de puesto ambulante, “¿Se puede vivir de la poesía?”. En los suburbios del São Paulo de hoy no parece haber margen para ello.
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