Daniel Guzmán, sobre 'La deuda': "Que te llamen y te digan que inaugures, responsabiliza mucho más"
El actor y director ha sido el encargado de inaugurar el Festival de Málaga con su tercer largometraje, un drama social combinado con thriller
Málaga despliega la alfombra roja para dar la bienvenida al Festival de cine

Daniel Guzmán es el encargado de abrir el Festival de Málaga con su tercera película como director, La deuda. Ptrotagonizada por Itziar Ituño, Susana Abaitua, Rosario García (Charo), Luis Tosar y él mismo, entre otros, cuenta la historia de Lucas, un chico de 47 años y Antonia, una anciana, que conviven en un piso céntrico de la ciudad. Su vida transcurre de forma cotidiana hasta que el proceso de gentrificación les obliga a abandonar su vivienda. Una decisión de Lucas cambiará el resto de sus vidas. La producción corre a acargo de La Deuda AIE, El Niño Producciones, Aquí y Allí Films, La Mirada Oblicua y Avanpost.
Pregunta.Es protagonista, pero también director. ¿Cómo surgió la idea de la película?
Respuesta.Daniel Guzmán. Es un detonante que me pasa por mi abuela en un centro de salud, que se estaba tratando una afección pulmonar. Íbamos todas las tardes a que le pusieran la mascarilla. Se me ocurrió pensar qué pasaría si yo robase un aparato desfibrilador porque necesitase el dinero por un tema personal, en caso de no poder llegar a fin de mes. Y qué pasaría si ella y yo no tuviéramos relación de parentesco más que emocional, dos personas de distinta generación que se quieren y que se necesitan. Y qué pasaría si este robo tuviera una consecuencia fatal en la vida de alguien para hablar sobre la culpa y la necesidad de redención, en este caso. Y, además, qué pasaría si estas dos personas vivieran en una vivienda que hubiera comprado un fondo de inversión y se tuvieran que ir a la calle o conseguir el dinero para seguir. Y a partir ahí, empecé a hilar y me salió la película.
P.Es un tema muy actual lo de la gentrificación, los pisos turísticos... Refleja este tema social en la película.
R.D. G. Sí, pero esto es algo que ya nos lleva acompañando mucho tiempo. Ahora ya está la tensión inmobiliaria en un lugar que ya es imposible, la clase media ya ha tendido a desaparecer, pero la clase obrera o la ya clase baja, porque cada vez está más extrapolado todo, y es clase alta o clase baja, ya no hay clase media. La clase baja cada vez lo tiene más difícil para acceder a una vivienda. Es algo que me surgió como punto de vista, como catalizador a través del cine de cuestiones sociales que tenemos que reflexionar sobre ellas y cuestionarnos.
P.Cuénteme sobre su personaje, Itziar. ¿Cómo llegó a usted y cómo se lo ha preparado?
R.Itziar Ituño. Creo que me llamó directamente Dani. De hecho, la primera vez que fui a Madrid, vino a recogerme al aeropuerto y nos fuimos a desayunar, hablamos, leí el guion y vi y el pedazo de personaje que me tocaba, con todo el viaje que suponía aquello, y después empezamos con un proceso largo de ensayos. Lo fui encontrando porque hay vivencias que a una no le han sucedido nunca. Ahí hicimos un trabajo muy potente, muy curioso. Hicimos improvisaciones en todos lados en Madrid. En el hotel donde me quedaba, en el Museo Reina Sofía, en una cafetería... Fue un proceso muy chulo, muy bonito. Ha sido como jugar. Hacer una película que es compleja y tiene que estar muy marcada y muy medida, ha tenido un componente muy grande de creatividad y de juego, que no sucede todos los días. Es porque está Dani de director. Sí, es actor y entiende, deja un espacio para la creación y eso es maravilloso.
P.Ha dicho que le ha dado pie a jugar. ¿En qué sentido?
R.I.I. Por ejemplo, no solamente los ensayos, durante la grabación me decía: "Bueno, si tú ves que mi personaje no te convence y te quieres ir, te vas, cambiamos y ya me buscaré la vida para convencerte y que te quedes". Cosas así. Me he olvidado del raccord. He estado en mi vivencia y en interpretación y sentirlo y vivenciarlo como algo real y como algo orgánico. Es una cosa que no es tan fácil de conseguir. Sobre todo en cómo está planteado a día de hoy el oficio, que es un poco enfocado a venderlo bien, a que dure tanto, a que no hay mucho riesgo, no se toman muchos riesgos hoy en día. Él sí, todo el rato (risas), es un loco.
R.D. G. Sí, bueno, esa es mi vida. Soy un inconsciente, pero da igual, yo me acepto.
R.I. I. Es poesía.
P.¿Cuál es el mayor reto al que se han enfrentado en este proyecto?
R.D. G. Es que cada secuencia tenía algo de reto, porque el nivel de exigencia o algo muy preciso que queríamos conseguir en cada secuencia, porque en el proceso que yo tengo como director es: yo tengo un texto, tengo un personaje y tengo una persona y quiero parte de ese personaje y de esa persona. Para que eso se fusione, se mezcla ese orgánico. Hasta llegar a este texto, trabajamos en improvisaciones o trabajamos en situaciones imaginarias cercanas hasta llegar a eso, pero luego es muy preciso lo que queremos. Y cada secuencia, en el caso de Itziar, son secuencias que emocionalmente están en un nivel muy alto y ha de ser muy preciso porque, cuando tú buscas tanta verdad, cada cosa que está impostada, resalta por encima de todo. Hay momentos donde ella se emociona, porque yo no pongo que se emociona, pero tú ves que la situación llega a emocionar, que a ellos les genera un compromiso como actriz de querer llegar a ese resultado. Sé que el resultado va a llegar, aún a pesar de ti. Tú tienes que estar en el proceso, en perseguir esto. Y a lo mejor tú hablar de la muerte desde una sonrisa, o a lo mejor hablar de la muerte desde las lágrimas, o a lo mejor no hablar de la muerte porque no te salen las palabras, y eso también es bueno.
R.I. I. Y así es. Maravilla.
R.D. G. El otro día me pregunta un periodista por la secuencia de Atocha y me preguntó si en el proceso de Itziar, yo veía que si no salía lo que quería, se caía la cosa, se caía la película, se caía el final... Nunca lo pensé.
R.I. I. Mira que no llegamos ni a ensayarla esa.
R.D. G. Ni llegamos a ensayarla, efectivamente. Y ella...
R.I. I. La pasamos como un poco ahí por encima...
R.D. G. Pero yo también lo hacía a posta, porque lo que no quería era llegar a un lugar que ella lo viviera una vez y su parte izquierda del cerebro no quisiera repetir eso y hacer una cosa orgánica y que fuera diferente a una que le había salido igual de orgánica. Hubo una cosa muy difícil, y es muy generosa como persona y como actriz, y es que tuvimos que rodar primero los planos míos porque el sol daba de frente. Y entonces, ella tiene un viaje emocional en Atocha, después de 20 tomas mías, que eso está muy poca gente capacitada para seguir en la línea de trabajo que tú tienes que hacer como la primera vez. Ella, en las primeras tomas, se rompía. Me recordaba a Miguel Herrán en A cambio de nada.
R.I. I. Yo estaba en el proceso, y no estaba presionándome y cuando no te empujas, cuando no empujas, porque quieres un resultado, va y viene la paleta de colores.
R.D. G. Totalmente. Sobre todo, porque no condicionas.
R.I. I. Fue una maravilla.
R.D. G. Dicen, qué suerte tienes que lo ha conseguido. No, nosotros en todo proceso, lo conseguimos. Todas las tomas son diferentes y todas valen. Yo tengo un problema de montaje porque todo vale (risas).
P.Son los encargados de abrir el Festival de cine. ¿Qué les supone?
R.D. G. En cierta manera, es un compromiso, es una responsabilidad. Ya estar en la Sección Oficial con un festival como el de Málaga, que se está consolidando como uno de los grandes festivales de nuestra cinematografía, ya que te permitan estar en Oficial, es una alegría y un regalazo. Que te llamen y te digan que inaugures, responsabiliza mucho más.
R.I. I. Mucha alegría, yo me alegro muchísimo.
R.D. G. A mí me está pasando una cosa como que estoy muy tranquilo. Estoy muy tranquilo en las entrevistas, la relación emocional que tenemos, que tengo con el resto de los compañeros. Estoy disfrutando mucho. Es verdad que yo vengo muy agobiado, porque tenemos la película sin entalonar, sin mezclas, está desnuda. Era eso o no venir. Y yo como confío en la película, confío en ellos y en el trabajo que han hecho... Fíjate que el Cervantes es muy difícil para hacer cine porque no se entiende casi nada. Es un teatro y rebota, no absorbe, y estoy con mucho miedo y respeto, porque no sé lo que se va a oír. Pero estoy tranquilo, porque ya no puedo hacer más de lo que tenemos. Yo creo que la película, por cómo está saliendo la gente, está conectando con ella. Lo que vamos a hacer es disfrutar, estar juntos, que Charo la vea, que es importantísimo para nosotros que es muy mayor. Que disfrutemos y fluyamos con lo que pase.
También te puede interesar
Lo último