“El espectador no es tonto, sabe ver y sentir, no hace falta repetirle lo mismo setenta veces”
Julia Juániz | Montadora de cine y videoartista
El Festival de Málaga reconoce en su presente edición con el Premio Ricardo Franco a esta aliada clave de Carlos Saura, Víctor Erice y otros creadores esenciales del cine español e internacional
Málaga/Estudiaba Julia Juániz (Arellano, 1956) Medicina en Zaragoza cuando decidió entregarse en cuerpo y alma al cine, la fotografía y el videoarte. Curtida en las narrativas experimentales, ha trabajado especialmente con Carlos Saura, con quien obtuvo dos nominaciones a los Goya, aunque su trayectoria incluye también a Víctor Erice, Rafael Gordon, Alberto Morais, Ramón Barea, Paula Cons y Mark Steven Johnson. Académica de Cine en España, Europa y Hollywood, Juániz ha dado a su cine un sello único que el Festival de Málaga reconoce en esta edición con el Premio Ricardo Franco.
-¿Cómo vive una montadora el apogeo de las plataformas y que, a cuenta de la pandemia, tantas películas pensadas para las salas acaben en sus catálogos?
-Las plataformas ya existían antes de la pandemia. De hecho, el público que las utilizaba era ya muy amplio, si bien en el último año ha aumentado muchísimo. Lo que ha sucedido es que si antes la gente veía películas en las plataformas sin dejar de ir al cine, esta opción se ha reducido de manera drástica con el cierre de salas. Será interesante comprobar qué pasa a partir de ahora. Quiero creer que la gente va a volver al cine. A lo mejor cuesta un poco que la gente supere ciertos miedos al principio, pero poco a poco todo se irá normalizando. Yo, desde luego, soy feliz en el cine, aunque también vea películas en casa. Sí estoy segura de que seguirá habiendo cines, aunque sea con menos salas. Podrá haber mutaciones en este sector, como en tantos otros, pero el cine como espacio no va a desaparecer.
-¿Se traduce la saturación audiovisual del público en más presión para los montadores, en la exigencia de trabajar con planos más cortos y efímeros?
-Me parece importante saber de entrada qué estás haciendo, qué tipo de película estás montando, para qué público y en qué formato. Luego, a partir de aquí, también es importante arriesgar e imprimir tu sello particular. Es evidente que en las series de televisión los montajes son por lo general más rápidos, con más acción, con la idea de enganchar al espectador, algo que me pone muy nerviosa. El espectador no es tonto: si ve algo que no le gusta lo dejará para dedicarse a otra cosa, pero sabe ver lo que tiene delante, igual que sabe sentir y emocionarse. No necesita que le digan que el padre del protagonista se llama Juan setenta veces. En este sentido, creo que el lenguaje audiovisual debería estar en las escuelas y estudiarse desde la infancia. ¿Por qué está el cine presente en los sistemas educativos de otros países y en el de España no? Un niño que conozca el lenguaje audiovisual va a saber interpretar bien los mensajes y no se va a dejar engañar con facilidad. Hay que enseñar a los niños a pensar, y eso pasa también por enseñarles el lenguaje audiovisual. El problema es que los niños no votan. Si votaran, otro gallo cantaría. El cine es cultura, no sólo industria. Y la cultura es el futuro de un pueblo. Mientras no tengamos eso claro, iremos mal.
-¿Hace falta mano izquierda para lidiar con los directores?
-Sí. A ver, una también quiere que la película en la que estás trabajando salga bien, eso está claro. Lo que pasa es que los directores sufren mucho y hay que apoyarles. Hay que entenderlos y comprender por lo que pasan. Ahora bien, hay que luchar siempre por tener la mejor película posible, y los directores también tienen que entender que si el montador está luchando precisamente para eso es para beneficio de la película. Al final todo se reduce a una comunicación entre ambos, tampoco tiene que pasar nada más. Se trata de ir llegando a lo que crees que es bueno. Por un corte no tiene que llegar la sangre al río. A veces dejas una secuencia que no te termina de gustar y piensas que ya la mejorarás al día siguiente.
-¿Echa de menos una mayor visibilidad para los montadores?
-Sí, por supuesto. Hacemos un trabajo creativo, no técnico, y por lo tanto merecería estar más presente. No se trata de que la gente conozca a los montadores, eso me da igual. Pero que los periodistas y críticos no citen al montador cuando escriben sobre una película, eso me parece una vergüenza.
-¿Cómo es su relación artística con Carlos Saura?
-Saura y yo nos conocemos. Y eso ya es muy importante. Cuando nos sentamos a trabajar, trabajamos, no tenemos que pasar por ese proceso. Saura es muy divertido, aunque cuando trabajamos hablamos poco. Si lo hacemos es para abordar cuestiones del montaje, nada más. Dicho esto, quiero mucho a Saura y le querré siempre, haga lo que haga. Llegó en un momento muy especial de mi carrera, muy al principio, y me dio mucha libertad. Cuando trabajamos juntos los dos tenemos claro que queremos hacer una buena película. Lo demás se va dando después. Cuando yo termino un montaje, quiero que eso que he hecho se quede para siempre. Que doscientos años después esa película siga llegando a alguien. Por mucho que luego una evolucione y piense al mirar atrás que podría haber hecho las cosas de otra manera.
-Con Víctor Erice trabajó en el corto Alumbramiento.
-En realidad le conocí con El sol del membrillo. Ahí no era montadora, aunque al final hice algunas labores de montaje. Alumbramiento formaba parte de un proyecto colectivo que dirigía Wim Wenders y gustó mucho. Y es bonito cuando algo que haces gusta a la gente.
-¿Cómo valora que un cineasta como Erice siga fuera de la industria después de tantas décadas?
-Eso habría que preguntárselo a Víctor Erice. Yo sólo puedo decir que me gustaría que siguiera haciendo películas.
-Sí, pero ¿le gustaría ver un cine más artístico y con menos clichés en los circuitos comerciales?
-Sí. Hoy día incurrimos en la autocensura, y eso es lo peor que puede pasar. Ya se escriben los guiones al gusto de las plataformas o de quien sea susceptible de poner el dinero. De hecho, el cine que se hace es para televisiones. Y eso me parece terrible. Creo que el Ministerio de Cultura debiera hacer algo más por un tipo de cine diferente, para que pudiera ganar más apoyos y verse más. Siempre está la excusa de que no hay dinero, pero igual se puede prescindir de un tanque del Ejército. Es cuestión de prioridades. Si el problema es que el paquete destinado a la cultura es pequeño, habrá alguna manera de ampliarlo. Pero pasan los años y seguimos igual. O peor.
-¿Sería deseable para el cine que hacerlo no fuese tan costoso ni tan restringido?
-Tal vez, pero pensemos en las fotos. Hoy, con los móviles, todo el mundo hace fotos. Pero eso no significa que todas esas fotos sean buenas. Los medios digitales están facilitando los procesos y de hecho la producción ha crecido ya mucho en cantidad, pero entre las cosas que se hacen las hay buenas y otras que no lo son. Es importante considerar que no todo el mundo que dice hacer cine es cineasta. Y que poner una cámara a grabar no basta para hacer cine.
-Dígame el título de una película con un montaje modélico.
-Cualquier película que me haga salir del cine feliz, emocionada y con ganas de seguir creando tiene un buen montaje. Eso es seguro. No hay más remedio.
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