Una mancha en el encuadre
Punto de vista
Málaga/Me gusta ver las series en pantalla grande. Por eso estoy abonado a la sección Pantalla TV, que se proyecta en la sala grande del Albéniz. Cómo cambia haber gozado de los primeros capítulos de Rapa, de Movistar, o Días felices, de Amazon, a ver el resto cuando se estrenen en casa, por muy grandes que sean nuestros televisores.
Por mucho que se hable de las plataformas, como el cine no hay nada. Primero, porque en esta era de la desatención, cuando nos dedicamos a simultanear tareas, al menos el presenciar un capítulo de una serie en una sala oscura nos obliga, durante el tiempo que dura, a desconectar de cualquier otra actividad; de atender al móvil (se supone), de estar pendiente del timbre, de los niños, de la cocina, del microondas, de quién sabe cuántos más quehaceres.
Segundo, en esta época en la que se ha puesto de moda el invento endiablado de darle a la tecla del x 1.5, y pasar las series a mayor velocidad para acabar los capítulos antes y pasar al siguiente más rápido, el visionado en la sala de cine te obliga a asistir a ellos tal y como los concibió el equipo creativo que con tanto esfuerzo, tiempo y dinero los hizo posibles.
Y tercero, el visionado cinematográfico pone en valor unas obras a las que el consumo en plataformas, parece habérselo restado. Cuando el abonado entra en cualquiera de ellas y se encuentra cada semana con una oferta tan abrumadora, el sólo acto de elegir una ya es agotador. Pasar del minuto 14 de un capítulo es un logro, y ver la serie entera, una heroicidad.
Sólo pago un peaje en el Albéniz: los dichosos subtítulos, esa maldita mancha en el encuadre.
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