Mario Casas: "Tienes que confiar mucho en alguien para este tipo de película tan personal"
El actor protagoniza la ópera prima de Gerard Oms, 'Molt lluny (Muy lejos)', una película basada en su propia experiencia en el extranjero
Empezar de cero 'Muy lejos': el nuevo viaje interior de Mario Casas se muestra en el Festival de Málaga

Mario Casas protagoniza Molt lluny (Muy lejos), un drama que explora los límites de la identidad y la necesidad de escapar. Bajo la dirección de Gerard Oms, su ópera prima sigue a Sergio, un hombre que, tras un ataque de pánico en Utrecht, decide cortar todo vínculo con su pasado y enfrentarse a la incertidumbre de una nueva vida sin recursos ni un plan claro. El largometraje forma parte de la Sección Oficial a concurso del Festival de Málaga, un proyecto, como definen, "intimista".
Pregunta.¿De dónde surge la idea de esta primera película con la que debuta?
Respuesta.Gerard Oms. Yo me lanzo a hacer cine. No he estudiado nunca en una escuela de cine, yo llego al cine desde otros lugares, y cuando conozco a Mario (Casas), ve en mí unas actitudes, una mirada de dirección, y me da el coraje para ponerme a dirigir algo. Me pregunta si tengo algo escrito y en ese momento yo tenía una historia, un cuaderno de bitácora de un viaje personal que hice en el 2008 en los Países Bajos. Y una historia que siempre pensé: "Si algún día cuento algo o escribo algo, yo quiero escribir sobre un referente que yo no tuve". En la España de los 90 no había muchos referentes de queer, yo vengo de una generación donde salir del armario era difícil, daba mucho miedo, porque no había lugares donde agarrarse, lugares seguros. Entonces yo pensé, si ese chaval hubiera tenido algún referente, a lo mejor no hubiera tardado 25 años en salir del armario y hubiera podido vivir la adolescencia de la manera que se tiene que vivir la adolescencia, ese descubrimiento. Me tocó hacerlo lejos, a escondidas, con muchos otros y otras, con gente desconocida y en lugares que no eran seguros. Si yo escribo una historia algún día, yo quiero escribir una historia sobre esto porque creo que hay que arrojar luz a esos lugares, a las minorías y hay que generar referentes. El arte está ahí, en una posición política, para generar referentes y para que la gente que lo está pasando mal se pueda agarrar en un referente, pueda tener un espejo y le pueda servir de ayuda. De ahí nace que escribí esta historia.
P.¿Y por qué eligió a Mario para hacer este papel que es muy suyo?
R.G. O. Esto fue una comunión, él estaba allí, él fue el que me ofreció, me dijo: "Si tienes un papel donde crees que yo puedo encajar, yo lo haré". Y yo tenía una historia de una persona que tenía que tener mucha sensibilidad, ese era el punto de partida, y un mundo interior muy rico. Como lo conozco como actor era evidente que él podía hacer este trabajo y este viaje, y así fue. La decisión de ponerse a dirigir y que fuera Mario la persona pasó en dos minutos, una noche en una caravana.
R.Mario Casas. Una noche en una caravana porque yo le dije que dirija si le apetece y ojalá pueda estar en su película. Después tres años o cuatro, tenía el guion y rodamos.
P.¿Cómo fue ese momento cuando le dan el guion y cómo se preparó el personaje?
R.M. C. El guion yo soy el último que lo leo, lo lee todo el mundo, mi familia también, y yo no lo leo hasta los ensayos. Al final lo leí, pero porque Gerard quería que lo leyésemos juntos en mi casa. Él quería que cuando yo leyese el guion, fuese con él. Que no lo mentalizara, que no se fuera a un lugar de las ideas.
R.G. O. Cada lugar es un lugar emocional.
R.M. C. Me imaginaba lo que me iba a encontrar. Yo conozco a Gerard, somos amigos, trabajamos siempre juntos, sabía que me iba a encontrar algo que además en papel iba a estar muy bien, pero sabía que después el resultado iba a estar mucho mejor. Sé el talento que tiene, confío muchísimo en él. Es la primera película, pero tampoco es porque me llegan muchos personajes así, aunque alguno llega, pero es con la persona que yo podía hacer este tipo de película. Muy autoral, intimista, pequeña, de autor. Era como la persona perfecta en ponerme en sus manos. Tienes que confiar mucho en alguien para este tipo de película tan personal, y más una historia que a él le toca tanto. Sabía que iba a hacer un muy buen trabajo y lo ha hecho.
P.Y como actor, porque es una película muy intimista, basado en él y él lo dirige, ¿cómo se lo preparó?
R.M. C. Pues hablar mucho. Ha sido un personaje que Gerard y yo siempre los preparamos juntos de otras películas. Nos gusta componer y crear primero desde la máscara y desde el físico. Desde el primer momento tenía clarísimo que no y eso te daba vértigo, que no sabes dónde agarrarte. Y a partir de ahí hablar de los lugares, de dónde pasa el personaje, de quién es, de lo que él quería... De lo que le duele, lo que sueña... Me metió a baile contemporáneo.
R.G. O. El físico, eso fue bonito, fue importante, trabajar desde lo físico.
R.M. C. Estuve un mes y poco haciendo contemporáneo para encontrar algo, el conectar con tu cuerpo, que no vaya por separado, que muchas veces yo voy por separado las interpretaciones. Es verdad que compongo el cómo ando. Como tenía que tirar más de mí sin crear esa máscara física, el cuerpo miente menos. Fue mucho hablar en ensayos y en rodaje, y que Gerard habla mucho en rodaje. Estás rodando y escuchas a Pepito Grillo hablando desde lejos. Y esto, y ahora tal, y ahora... Esto es alguien que todo el rato te está acompañando en el viaje y de alguna manera te guía.
P.En rueda de prensa se ha dicho que no se ha basado en nadie, sino que actúa como si fuese usted de hace unos años atrás y que tampoco sabía las localizaciones a las que iba para ver sus reacciones.
R.M. C. Cuando la gente que ha hecho películas más pequeñas o ha estado en producciones de películas autorales, rodando en otro país, otros idiomas, sabe lo difícil que es, que le llaman una punky unit, que es ir a rodar a lo Gorilla Style, que es: Vamos aquí y rueda, llueva, nieve o haya un terremoto. Entonces eso conlleva, por parte no mía, sino por parte del equipo de dirección, mucho sacrificio. Eso sí o sí te coloca en un lugar físico-emocional que no puedes controlar. No es que llegas ahí, tú tienes aquí todo perfecto colocado, vamos a tal, vamos a rodar ahora. No. Allí es que el director tenga claro lo que quiere contar y estar disponible.
R.G. O. De repente, recuerdo un día que íbamos hacia un lugar a rodar, se pone a llover a cántaros, yo veo a Mario y le digo: "Coge la bici". Me mira, me dice que va, y le digo que va a caer la que no está escrito. Se pone a ir con la bici, empieza a llover a cántaros. Empieza a llover más, lo miro desde lejos, estábamos en una furgoneta y le digo "tira, tira, tira", porque era un regalo esto, estaba lloviendo y ya estaba mojado, entonces digo, "vámonos", y él en bici, con el viento.
R.M. C. Y eso fue cazar el momento. Como actor, pues yo digo, sé que es un momento bonito porque es verdad, la lluvia.
R.G. O. Él sabía perfectamente que eso era impagable en ese momento. El viento, la dureza de la maldita bici... Era un momento muy de verdad y eso ha pasado durante toda la película y tiene mucha verdad. Todo el rato.
P.¿Qué fue lo que más le costó como director en el debut y qué fue lo que más le costó a usted siendo el pilar de la historia?
R.G. O. A mí lo que más me ha costado ha sido la postproducción. Yo llego muy feliz, durante la escritura del guion, la fase de desarrollo, yo soy muy feliz, porque es donde se abren los escenarios, juegas al imaginario. Luego se va recortando cuando el presupuesto se aprieta. El rodaje fueron 23 jornadas, fue muy rápido, y fue con un equipo muy pequeño, un equipo que era familia, con Mario lo pasamos muy bien, lo pasé muy bien rodando, y pasó muy rápido todo. Hubo un espíritu de sobrevivir y de tirar del carro desde un lugar muy pasional y emocional para conseguir lo que queríamos. Y hasta ahí muy bien. Lo que yo no sabía, que tú ya me lo habías intuido alguna vez, es que el viaje de la postproducción es muy largo y es muy tedioso. Y eso sí que se me ha hecho más bola. Me ha costado más organizar toda la postproducción, estar siempre allí, ahora el color, ahora el sonido, ahora volver a ver la película y tomar decisiones. Se cierran... Tú cuando escribes el guion o ruedas la película, estás abriendo el universo, y más como rodamos, que rodamos desde un lugar muy libre, muy de juego, seguíamos abriendo universos. La postproducción es más duro, sí, eso dio más miedo.
R.M. C. Yo creo que nos pasa a todos. Puede haber rodajes de repente que se te enquisten,porque le he visto a algún director que he trabajado con él, que le ves que se le ha enquistado el rodaje en la grabación, pero la postproducción es complicada. Y muy solitario. Es complicado, llega un momento que lo has visto demasiadas veces, pierdes la objetividad, es raro, es un lugar raro. Rodando lo pasas muy bien, hay momentos que lo pasas mal. Es una producción pequeña, nos tiramos a las calles de Utrecht para rodar, llovió todos los días, pero no me voy a quejar. En el momento lo puedo estar pasando un poco mal, pero sabes que es una película que tiene tanta verdad, que él sabe que está captando todo, él sabe cuando yo estoy mal, él sabe cuando estaba bien, cuando estaba cabreado. Al final me conoce perfectamente, entonces sabe de qué manera captarme. Y sabe que eso al final le va a venir bien a la película porque sabe buscar el lugar después. Eso quiere decir que el director está remando siempre a favor del actor. Esto no pasa. Tú haces una película, no voy a decir nombres, pero el 95% de las veces no pasa. El director tiene muchas cosas, es normal, no hay tiempo y tiene muchísimo trabajo, muchísima gente encima, muchísima gente haciéndole preguntas. Cuando llega el momento de cinco y acción, pues a lo mejor te da una indicación. O ha hablado un rato contigo en los ensayos. Cada vez lo digo más, me pongo más pesado con esto, y lo hablo con los directores también. Debería ser así, casi siempre. A veces en una escala un poquito menos pequeña no pasa nada, pero al actor creo que se le debe cuidar. Al final los actores son los que ponen la cara, y son los personajes. Y creo que a veces importan más otras cosas en el camino, técnicas, y nos olvidamos de los actores. Y es una suerte, aparte de que será mi amigo, voy a decir maravillas de él, pero es una realidad que es un director de actores fantástico y que se agradece. Respiras cuando dices "uff, vale, esto es muy duro, la lluvia, el frío, no puedo más". Pero dices "qué bien" y sabes que el resultado va a ser ser bueno, va a ir a favor del actor.
R.G. O. Yo estas preguntas de las que habla Mario, que tiene que responder un director, que son muchas, intenté hacer los deberes. Yo las respondí, intenté responder muchísimas cosas antes, con mucho diálogo con el equipo, anticipándote mucho, trabajando desde muy antes, porque yo pensaba que todo lo que sea anticiparse va a ser tiempo ganado después para poderle dedicar a la actuación y a Mario y a los demás actores y actrices. Yo soy actor de formación, miro el cine desde el lugar emocional y principalmente quien trae la emoción a las historias en el cine es la parte humana. Tú conectas con la parte humana. Era importantísimo poner en el centro de la actuación a los actores, no podía dirigir de otra manera, yo vengo de esos lodos. Y hubo algún sacrificio, hubo veces que hubo que renunciar a alguna cosa técnica para ganar en la interpretación o ganar en la emoción. Y no me tembló la mano de cantar la balanza hacia el lugar donde yo quería. Pasó pocas veces porque el trabajo de anticipación es importantísimo y se puede. Si haces los deberes, si eres constante y hay una disciplina, puedes llegar a tomar muchas decisiones previas. Hay algunas que no y tiene que ser así. Pero anticiparse para mí es cuidar, poder cuidar a la peli y a los actores.
P.Para acabar, usted habla cuatro idiomas en la película, una barbaridad. ¿Cómo le fue?
R.M. C. No me acuerdo ya, he perdido un poco la perspectiva, pero era bonito porque es de las primeras cosas que yo le dije a Gerard, que eran cuatro o cinco idiomas. Me dijo: "Tranquilo, es un tipo que se va afuera, y es un tipo que va a defenderse con el idioma en inglés que tú tengas, que Mario tiene, el holandés lo aprende allí, vamos a jugar a eso". Si habla en algún momento árabe o dice cualquier cosa, pues era en el momento, era con los otros personajes, muchos de ellos, los principales sí, pero muchos no eran actores, era gente de allí. Al final era agarrarte a los inputs, que eso es la película, son todo el rato inputs, y yo estaba en otro país recibiendo inputs cada vez que hacía acción con personajes, con el lugar, con energía, con el tiempo.
R.G. O. Hay reacciones preciosas, superauténticas de Mario, muy genuinas, que pasan porque él no sabe. Hay momentos donde, cuando aprende holandés, la profesora de holandés le dice no sé qué y él dice: "¿Cómo?". Realmente eso es cierto, porque él no entiende, y esa es la voluntad de la dirección. Una de las cosas que me gustan de la película es que hay seis o siete idiomas y ese abanico cultural y lingüístico me parece muy bonito, tiene que ver con que las personas se vayan comunicando entre sí.
R.M. C. La bomba te está explotando en la cara, entonces yo como actor, aparte de que él es como yo, vemos los mismos inputs, agarrarte a todas las perlas que sucedan, porque desde el principio agarra todo. Todo es nuevo. Era muy de verdad todo, no está improvisado, estaba todo muy calculado. Era un tema más de energía, de juego.
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