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MY LOVE AFFAIR WITH MARRIAGE | FESTIVAL DE CINE DE SEVILLA
Ficha
* 'My love affair with marriage'. Sección Oficial. Animación, USA-Letonia, 2022, 107 min. Dirección: Signe Baumane. Voces: Dagmara Dominczyk, Mathew Modine, Cameron Monaghan, Michele Pawk.
La telegráfica sinopsis de My love affair with marriage apunta que la cinta examina la química biológica del amor y el género, así como las presiones sociales sobre un individuo (mujer, el añadido es mío) para adaptarse a las costumbres sociales de la época (léase matrimonio, el añadido vuelve a ser mío).
Nos habría gustado que el segundo largometraje animado de Signe Baumane fuera menos dado al subrayado, al trazo grueso, menos inmaduro y timorato y ya puestos a pedir, por qué no, que hubiera sido también más feminista y radical en sus ideas y sobre todo en sus formas expresivas. Se entiende, por ejemplo, que como letona sienta ese odio exacerbado por su vida en la antigua Unión Soviética, aunque resulte ridículo escucharlo expresado en perfecto inglés como si hubiera sido el idioma oficial en ese país durante los años 80 que dibuja (lo que nos pone alerta sobre el filtro de su coproducción estadounidense, el país de acogida de Baumane, con voz de Mathew Modine incluida), pero, como todo en su película, el brochazo y la redundancia terminan dejándola a ella, también en este asunto, en peor lugar que al objeto de su burla, lo que ya es decir.
El sentimiento de desperdicio de una juventud encorsetada, embrutecida, atrapada en el binarismo de género, el machismo y las imposiciones sociales (que en aquellos años no eran ni muchísimo menos privativos de los regímenes totalitarios), es tal vez lo único que nos llega del panfleto gritado con megáfono de esa neurona parlanchina (sic) que no solo guía cada uno de los pensamientos y actos de su pobre dueña, atrapada, sin libre albedrío, entre la neuropsicología y la sociología, sino que nos lleva a los espectadores agarrados de la oreja durante todo el metraje mientras machaca sin cesar su animación bidimensional hasta reducirla a ilustración vicaria de su voz en off. El resto es un penoso y eterno galimatías que se supone, poniendo mucho de nuestra parte, que pretende trazar un itinerario cinematográfico, guiado y vigilado (por la dichosa neurona educada en la censura comunista), de lo que le supuso a la autora ser una mujer joven en una sociedad heteropatriarcal.
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