Adolfo Domínguez: naturalidad y humildad
El diseñador gallego, Premio Nacional de Diseño de Moda 2019, cumple 70 años y su marca, 44.
"La arruga es bella". El nombre del diseñador gallego Adolfo Domínguez estará unido para siempre este rompedor eslógan que, más que a la arruga facial, se refiere a la de la ropa ya que su abuela se dedicaba a fabricar prendas de lino y muchos clientes se las devolvían porque se arrugaba mucho.
Con 70 años recién cumplidos, Adolfo Domínguez revolucionó la moda en la década de los 80 y definió una estética de siluetas orgánicas y fluidas, pegadas a la libertad y con la sostenibilidad como bandera. Un gran legado creativo que el creador, nacido en Puebla de Trives (Orense) el 14 de mayo de 1950, ha conseguido construir a partir de la sastrería de su padre, una marca que hoy es un referente del sector textil, con 391 tiendas en 21 países.
Ahora, cuando la pandemia por el covid-19 hace estragos en la industria de la moda, Adolfo Domínguez sigue al pie del cañón y, con gran capacidad de resiliencia y mirando el futuro con optimismo, acaba de reabrir sus tiendas. "Hay que seguir, que nada está hecho. Quiero estar activo, la jubilación es un concepto muy antiguo", aseguró en una entrevista con Efe tras recibir el Premio Nacional de Diseño de Moda el año pasado. Premio Nacional de Diseño de Moda el año pasado.
En 1974, con 24 años, se unió a su padre y levantaron la fábrica familiar. Fue audaz, abrió el camino a muchos, entre ellos su propia familia: sus hermanos, dueños de Purificación García, y sus sobrinas, de Bimba y Lola. Amante de "la sencillez con poesía" y a contracorriente, en los 80 crea una línea de mujer natural y que respeta el medio ambiente, trajes de lino y camisetas, prendas cómodas que sedujeron a Don Johnson en la serie Corrupción en Miami, un escaparte internacional para la firma.
Su talento se valoraba en toda Europa, su ropa se vendía templos de moda como los almacenes Harrods y una joven Penélope Cruz se convertía en la protagonista de la campaña otoño-invierno 1989.
Pionero en la utilización de tejidos ecológicos, es una persona sencilla para quien "la humildad es lucidez" y, tras dejar su empresa en manos de su hija Adriana, ahora se dedica a su otra gran pasión: la literatura. Precisamente el pasado febrero presentó su novela Juan Griego.
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