Con el corazón ocupado
El nuevo amor de altos vuelos de Lara Álvarez
Entidades y altos funcionarios británicos insistieron durante años en el objetivo de la que la fallecida monarca Isabel II de Inglaterra reecibiera el premio Nobel de la Paz. Los méritos para recibir ese galardón era por su labor conciliadora con los nuevos países que recibían la indepedencia del Reino Unido y su impulso a la transformación de la Commonwealth. La reina británica, como sucede con su hijo Carlos, era jefa de Estado de influyentes países como Australia, Nueva Zelanda o Canadá, donde su huella siempre fue de concordia y proximidad. A lo largo de su reinado hizo más de 200 viajes a territorios de la entente. La Commonwealth reúne a 56 países independientes y aglutina a 2.800 millones de habitantes. La madre de Carlos III siempre veló por esta unión internacional con el papel conciliador de la antigua metrópoli, como plasma la serie The Crown, sorteando en muchas ocasiones los enfrentamientos latentes con la Guerra Fría.
Al cabo de dos años de su fallecimiento, tras un longevo reinado que superó los 68 años en el trono, organismos británicos lamentan ahora que su soberana no recibiera una distinción como el premio Nobel por tantos años de responsabilidades, un galardón que por cierto sonó para el rey Juan Carlos en 1982 a raíz de truncarse la intentona golpista del 23 F. En el caso de su la reina británica era especialmente el reconocimiento diplomático por su mediación y respaldo hacia las antiguas colonias africanas británicas. Líderes de estos países propugnaron el galardón para la reina.
Pese a las sugerencias al organismo del Nobel, premio de la Paz que se entrega no en Suecia sino en Oslo, las peticiones no llegaron a ser tenidas en cuenta a petición de la propia aludida. Fue la propia reina Isabel se negó en todo momento a que su nombre fuera elevado de forma oficial ante la comisión e incluso desde Buckingham se rogaba que no entraran en debate una posible propuesta. La prensa británica se ha hecho eco de esta posibilidad y la respuesta dada en su momento por la monarca era que no quería ser propuesta al Nobel. "Gracias, pero no", llegó a responderse desde el palacio al comité noruego encargado del decidir el premio.
En cada ocasión en que algún dirigente de países de la Commonwealth promovía una campaña al respecto encontraba la negativa desde la casa real británica. La última oportunidad fue en 2018, cuando se cumplían 65 años de su ascenso al trono cuando altos diplomáticos británicos valoraron la propuesta. Isabel II se negó a formar parte de las nominaciones porque entendía que su responsabilidad era la de cuidar por la Commonwealth, aunque su hija, la princesa Ana, fue propuesta en 1999 por su labor en Save The Children, recuerdan los medios británicos.
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