Castillo de Colomares, el monumento a Colón que hay que descifrar en Benalmádena
Construido por un médico español que emigró a los Estados Unidos y dos albañiles durante siete años, está plagado de pequeños detalles que narran la historia del navegante
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Es uno de esos lugares que cuando se ve desde cualquiera de las carreteras o calles a las que se asoma llama la atención. Desde lejos se ve un edificio de piedra, se diría que antiguo y espectacular, con muchos relieves y detalles imposibles de diferenciar bien sin la perspectiva adecuada. Quien tenga algo de curiosidad y tenga un momento no puede evitar visitarlo y así se ha ido convirtiendo en uno de los sitios de referencia en Benalmádena. Se trata del castillo de Colomares que, como el falso castillo de El Bil-BilEl Bil-Bil, nunca ha tenido batalla alguna que resistir ni más tropa dentro que la de los tres hombres que lo construyeron hace más de 30 años. Un monumento único, sorprendente y peculiar construido con sus propias manos (junto a las de los albañiles Juan Blanco y Domingo Núñez) por Esteban Martín, un médico español, a la vuelta de su vida en Estados Unidos. Su intención fue conmemorar el quinto centenario del descubrimiento del continente americano, y para ello creó un edificio plagado de simbología que hay que descifrar como un libro de roca y detalles que explica la visión de Martín del viaje de Colón. La historia de una de las construcciones más visitadas de Benalmádena es tan inesperada como el propio monumento.
El doctor Martín creció en la España de los años 20 y 30 del pasado siglo, acabó sus estudios médicos en los 40 y se marchó a Estados Unidos donde ejerció su profesión. Cuando dio por concluida su vida laboral allí, regresó a su país y se instaló en unos terrenos que había comprado en Benalmádena, en una de las zonas por entonces más altas de la localidad y es allí, en las proximidades de su vivienda, donde comenzó una obra colosal allá por 1987, cuando faltaba un lustro para que se cumplieran los cinco siglos del primer viaje de Colón al continente americano. Con la ayuda de dos especialistas en piedra y albañilería, los tres hombres comenzaron una obra particular, en la que cada detalle y remate tiene un significado, en la que se pueden ver los mascarones de las tres naves de la primera expedición apuntando al Oeste, una torre de influencia China, fuentes, inscripciones y otros cientos de detalles que pasan desapercibidos sin la explicación pertinente.
La obra se extendió durante más de siete años. Paciencia y muchos detalles en un monumento en el que todo tiene su por qué y está situado en su lugar por una razón, desde las referencias a los marineros andaluces, hasta el arco de La Rábida, el monasterio onubense que acogió al navegante a su llegada. Las reminiscencias chinas en uno de los tejados, por ejemplo, es porque la expedición creía haber llegado a tierras asiáticas. El monumento de Colomares tiene tantos detalles que puede abrumar, pero sus vistas sobre el Mediterráneo y la situación en la que está hacen de su visita una experiencia agradable. Tiene zonas ajardinadas, cierra los lunes de verano y el coste de la entrada es de tres euros la general y dos para niños y jubilados y es puro magnetismo para los visitantes anglosajones.
Además, no está muy lejos de otro edificio monumental de Benalmádena como es la estupa budista que se encuentra algo más arriba. En sus alrededores está también el mariposario benalmadense, la pequeña galería de arte urbano bajo la autovía A-7, y, ya cercano a la sierra, el teleférico de la localidad que tiene más de 700 metros de desnivel. El castillo de Colomares es un pequeño libro tallado en piedra que cuenta la historia de Colón vista por los ojos de un español nacido en 1926 y que vivió la mayoría de sus años trabajando en los Estados Unidos. Unos de esos puntos especiales y sorprendentes que se encuentran en la Costa del Sol.
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