Q Pro Quo, la "librería de encuentro" de Teatinos donde se puede comprar un libro y tomar un café
El negocio de más de 25 años empezó como una librería y se convirtió en una coqueta cafetería de la zona universitaria
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Las 17:00 horas de la tarde de un jueves cualquiera y la Q Pro Quo de Teatinos está hasta arriba. Muchos clientes charlan mientras toma un café o comen una porción de tarta, pero hay otros que vienen a ojear libros, encontrar el regalo perfecto, o darse un capricho. El interior de dos plantas luce como una librería muy bien cuidada: dos salas llenas de estanterías con libros de distintos tipos pero con una barra, una caja y mesas alrededor. La variedad de libros infantiles, juveniles, de poesía, de Historia o de Filosofía camuflan el verdadero significado del local: un híbrido entre la lectura y el café, "un espacio para el encuentro, la disertación, el ocio y el conocimiento".
Juan Ramón García es catalán pero lleva en Málaga desde los 25 años. Se trasladó de joven a Villanueva del Trabuco mientras acababa la carrera de Derecho. Su socio y amigo José María Sancho es natural del mismo municipio malagueño, y al acabar él también la carrera de biblioteconomía, tuvieron una idea de negocio: "Cuando vine aquí me llamó la atención que en la zona del campus no había ninguna librería", confiesa García, uno de los fundadores. Mientras encontraban una salida profesional, los recién licenciados y amantes de la lectura decidieron abrir una. "Tuvimos que aprenderlo todo de 0, cómo se compra, cómo se vende, todo. La única experiencia que teníamos era la de detrás del mostrador, como clientes", cuenta Juan Ramón.
"Contábamos con la ventaja de que éramos jóvenes, no teníamos una familia que mantener ni muchos gastos que pagar y decidimos volcarnos en el proyecto. Los inicios fueron duros pero como estábamos convencidos de que era un negocio interesante en esta zona, aguantamos. Poco a poco empezamos a crecer, ampliamos el local y así hasta día de hoy, que nos va muy bien", explica García. Aun así, el proceso no ha sido lineal: "Hemos tenido también años muy malos, sobre todo antes y durante la pandemia, que solo podíamos prestar servicio de librería", relata.
Una manera de reinvención
Hasta hace 7 años, Q Pro Quo era solo una librería. Los fundadores notaron con el avance de lo digital como los libros pasaron a un segundo plano y las ventas empezaban a decrecer. "Decidimos entonces apostar por este modelo híbrido y convertir la librería en una cafetería". García confiesa que se hace difícil llevar dos negocios hacia delante, pero lo fundamental es contar con una buena plantilla. "Lo ideal es que el trabajador tenga experiencia en el sector de la hostelería pero también que tenga nociones e interés por la lectura, porque si viene un cliente a por un libro, la recomendación será más cercana y profesional", señala.
La esencia en la plantilla se mantiene: "La mayoría son estudiantes, como fuimos nosotros en su día: Jesús que estudia Ingeniería, Diego que estudia Farmacia, Carmen, Allison... En definitiva la gran ventaja es tener una plantilla que responda al tipo de servicio que queremos dar aquí. Esto no es una simple cafetería, se requiere de un trato más especializado", relata el gerente. Además, la ubicación estratégica del local en el campus de Teatinos hace que el perfil principal del cliente sean los estudiantes. "Muchas veces confunden la cafetería con una biblioteca, lo que intentamos es mediar y controlar un poco el tiempo, sobre todo cuando se llena". Los libros están a la venta, esto no es una biblioteca", ha recordado Juan Ramón.
Q Pro Quo abre los siete días de la semana. De lunes a jueves, son estudiantes y trabajadores los que ocupan los asientos del establecimiento con un café mientras hacen sus quehaceres. Los fines de semana suelen estar más animados, "vienen familias con niños y se descontrola un poco", confiesa el promotor. "Nosotros estamos abiertos todo el día, hasta las 21:30, pero nuestra especialidad son los desayunos y meriendas". Q Pro Quo cuenta con una especialidad local en su carta: El Mollete del Trabuco. Traído directamente del pueblo de los fundadores. "Es diferente a los que se sirven aquí en Málaga, la diferencia que tiene con el tradicional de Antequera es la masa", explica García. "También ofrecemos productos de calidad y autóctonos como el aceite que traemos de Fuente Piedra, cuidamos mucho el producto", añade.
"Procuramos que todo esté acorde con la librería". Juan Ramón cuenta que en la carta cada producto tiene un nombre original y con una razón profunda que pertenece a la biografía de los fundadores. Además, cada mesa en vez de estar identificada con un número, está asignada con el título de un libro. "Esto le hace ilusión a la gente, muchas veces nos dicen por favor yo quiero desayunar en esta mesa o en la otra, hay mesas preferidas en función del libro que le corresponda". "Por ejemplo, hay una en la terraza que se llama El arte de tener siempre la razón de Schopenhauer, la pusimos porque un cliente nos la pidió", cuenta.
¿Por qué Q Pro Quo?
El nombre de la cafetería es un latinazo que viene de Quid pro quo. García explica que el nombre del local está inspirado en la película El silencio de los corderos y es una expresión que hace referencia a una noción de intercambio. "Aunque si lo tuviera que poner otra vez no lo pondría, es difícil de escribir y de pronunciar, es complicado para los proveedores y para los clientes", confiesa el fundador.
Q Pro Quo se ha convertido en la librería-cafetería pionera de Málaga. "Hay sitios muy buenos en la zona que te sirven un café excelente, pero no existe nada como este concepto. Hay alguna con libros, pero es un formato diferente, esto es una librería, si vienes a buscar un libro de química yo te lo encuentro, tenemos de todas las disciplinas". "Viene mucha gente solo a por los libros. Nosotros lo que intentamos es que, ya que vienen, aprovechen y se tomen algo, y viceversa", ha rematado el CEO del local.
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