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Broncano
Redescubriendo Málaga tras el coronavirus
La segunda ruta que proponemos esta semana (la primera fue la de subir a la Torre Zambra de Casabermeja) conecta las localidades de Alfarnatejo y Alfarnate partiendo de Pulgarín Alto, una pedanía del municipio tejón.
Ruta: lineal.
Distancia: 16,6 kilómetros.
Dificultad: medio.
Inicio: Pulgarín Alto, pedanía de Alfarnatejo
Meta: Alfarnate.
Tiempo: 4-5 horas aprox.
El camino corresponde a la etapa 10 de la Gran Senda de Málaga y el trayecto conecta el denominado corredor de Colmenar y Periana con la depresión de Alfarnate-Alfarnatejo a través de un camino que recorre la base de distintas elevaciones de la Cordillera Antequerana, lo cual nos regalará la vista con impresionantes paisajes.
Todo ello en una geografía donde, además, nos toparemos con numerosas especies florales como álamos, olmos, adelfas, encinas o quejigos, y, si tenemos suerte, con la fauna que recorre estos lugares.
Ambas localidades ocupan las zonas menos cultivables de los llanos que las rodean, a orillas del río Sabar y entre los riscos.
El truco para seguir bien esta senda consiste en subir hacia el nordeste en busca del tajo de Malinfierno y seguir el curso de dicho río hasta Alfarnate.
El recorrido describe un gran arco entre su inicio y su meta y en su deambular nos muestra la mole de los tajos de Doña Ana y Gomer al tiempo que extensos campos de secano donde predominan los olivos.
Con una extensión de algo más de 16 kilómetros, y una duración aproximada entre las cuatro y las cinco horas, la décima etapa de la Gran Senda de Málaga arranca, como decimos, desde Pulgarín Alto subiendo por la MA-4102 hasta la vereda de la Costa.
El río Sabar está muy cerca del sendero y hacia él hay que dirigirse. El sendero fluvial se cruza con dos puentes, uno en el punto más bajo del recorrido y otro cerca de Alfarnatejo y, más adelante, es el cauce alrededor del cual se articula el caserío de Alfarnate. Es por lo general un cauce muy abierto y pedregoso, como en el Charco del Aceite y los alfarnateños lo llaman arroyo del Palancar.
La ruta deja atrás, entre olivos centenarios, el cortijo de Bolaños antes de cruzar el puente sobre el Sabar. Una ligera subida lleva a una antigua cortijada y al tajo de Doña Ana, un terreno muy pedregoso que supone un verdadero resumen de este paisaje cubierto de matorral y olivares y otros cultivos.
A lo tonto, estaremos a una altitud de 860 metros, punto desde el que descenderemos serpenteando. Si rodeamos un pequeño cerro en cuya cima vemos un depósito de agua, es que avanzamos correctamente.
Primorosas vistas panorámicas de los tajos nos conducirán hacia la cabecera del arroyo de las Morenas y, cada vez más cerca, el perfil del tajo de Gomer.
Tras vadear el arroyo de Auta, la bajada hacia el cortijo del mismo nombre (supuesto lugar de nacimiento del revolucionario Omar ben Hafsún) y el río Borbollón, mantiene la tónica y la única vegetación es la propia del río.
Desde el caserío en decadencia comienza otra subida y enseguida, en el kilómetro y medio del recorrido, casi a la mitad de la ruta, se llega al nacimiento del río Borbollón.
Seguimos avanzando y nos topamos con un fuerte contraste cuando entramos en la vertiente sur del farallón entre la Sierrecilla del Rey y las moles de los tajos, ocupada por un bosque de acebuches, encinas y quejigos.
Desde este punto veremos las ruinas de los cortijos de Farriñas y El Cuartillo y, después de alcanzar el puerto, más adelante, nos topamos con el tajo del Fraile.
Enfilados ya claramente hacia Alfarnate, con cultivos a ambos lados, la senda llega a la fuente del Conejo.
Entre Alfarnatejo y Alfarnate, el Morrón de Malinfierno, un espolón rocoso de la Sierra de Enmedio. Por su parte, el río Sabar, aquí, a esta altura, arroyo del Palancar, describe un meandro rodeando la sierra y deja atrás las ruinas de un antiguo molino y ya mencionado Charco del Aceite.
Enfrente, el Cerro de la Venta mientras la senda circula paralela al cauce.
Antes de llegar a Alfarnate, el fin de etapa, nos cruzamos por otro bosque donde predominan los almendros.
El trazado entra en Alfarnate por el sur y zigzaguea buscando el centro de la localidad que, como veremos, está profundamente marcado por la presencia del río que vertebra todo su urbanismo y vida.
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