Ruta de Jimera de Líbar a Benalauría: tras el corazón verde de Málaga
Redescubriendo la provincia
Etapa 26 de la Gran Senda de Málaga, la seña de identidad de esta caminata es la diversidad natural
Cerca de 15 kilómetros andorreando por la Serranía de Ronda
No es precisamente la joya del Nilo, pero no está nada mal, e incluso podría ser mejor, que en plena Serranía de Ronda encontremos un camino donde la naturaleza sea la principal protagonista. La ruta de Jimera de Líbar a Benalauría, de casi 15 kilómetros de extensión, nos llama con sus cantos de sirena auténticos para que disfrutemos del corazón y los pulmones verdes del interior de la provincia malagueña.
Durante sus cerca de cinco horas de recorrido, caminaremos bajo bosques, pasaremos arroyos, hermosos accidentes geográficos, campos de cultivos, lagunas, alquerías, fuentes y dehesas.
La verdad es que no es mal plan para un fin de semana de verano. Pero si somos de esos de los que con la calor no salimos de casa (a menos que la nueva factura de la luz no nos permita disfrutar del aire acondicionado más que en las horas valle), recorrer la etapa 26 de la Gran Senda de Málaga a través de este vídeo realizado por Diputación, pues tampoco es moco de pavo.
En cualquier caso, lo mejor es que comencemos la descripción de este camino cuanto antes para que nadie se canse de leer. Eso sí, hay que recordar una vez más que los artífices de Wikiloc tienen registrada la caminata para que nadie se pierda o por si la reseña del camino que publicamos a continuación es demasiado confusa. ¡Que no se diga que no ofrecemos posibilidades a cambio de nada!
Arrancamos desde Jimera de Líbar en dirección Atajate por el carril de la Dehesa, que enlaza el camino a la altura del arroyo de Atajate. Seguimos por el monte público la Dehesa por un alcornocal con encinas y quejigos. Tras dejar atrás algunas naves se llega al cortijo ganadero de la Dehesa y a un área recreativa.
Un recorrido entre alcornoques lleva a las ruinas del cortijo del Pastor y desciende un poco hasta arroyo Judío, que hay que cruzar para llegar al cortijo del mismo nombre.
Se accede así a una zona más abierta y arcillosa por la que el sendero asciende y pasa junto al cortijo de Bernardito, con sus eucaliptos y su fondo de sierra Blanquilla y Cortes de la Frontera. El altozano en el que comienza la arboleda de nogales es donde estaba la antigua venta de la Alfacara, tan sólo un montón de piedras ya.
El tránsito por la parte alta de la finca lleva hasta las proximidades de la balsa de riego y luego desciende y conecta con un sendero pedestre. Ahora la vegetación deviene en matorral mediterráneo. Se pasa por una era justo antes de las curvas que llevan hasta el arroyo de la Alfacara y un depósito de agua, en medio de una maraña vegetal.
Los diferentes arroyos que bajan desde las sierras dinamizan el paisaje también con sus aguas permanentes o estacionales, pero con cauces rodeados de espesos sotos fluviales donde prepondera el matorral.
El sendero desciende un poco y a la altura del cortijo Nuevo cruza el arroyo de la Fuensanta, que es el punto más bajo de todo el recorrido.
Detrás queda los cortijos Lobato y de los Capitanes. Una ligera bajada lleva hasta el arroyo del Paliche o de la Vega.
A mitad del camino, encontraremos la laguna Honda o Florida que es una pequeña lámina de agua a escasos metros del carril principal que, por desgracia, en verano suele secarse.
Desde aquí se asciende por las dehesas de Benadalid y Benalauría, y se pasa por el arroyo del Peñoncillo o de la Bovedilla, llegando al poblado de Siete Pilas.
La alquería de Siete Pilas es todo un ejemplo de armonía humana con la naturaleza donde entre una casa y la contigua se sitúan los huertos y los corrales para el ganado, al lado mismo de los bujeos cultivados y las dehesas de encinas y quejigos.
El camino de Benalauría sigue subiendo desde Siete Pilas, paralelo a una acequia que más arriba está entubada, la que trae el agua de la Fuensanta.
Se cruza una nueva pista en el cortijo Maja y se emprende la última y larga cuesta: el paso de montaña se realiza entre el pinar del peñón de Benadalid y el encinar de la Cancha que ya es término de Benalauría.
Desde el puerto de Benalauría se tienen vistas de al valle del Guadiaro, a poniente, y al valle del Genal, a levante. El puerto es el paso natural entre estos terrenos del término municipal de Benalauría y el caso urbano principal y el paisaje sufre un cambio drástico por la proximidad de los escarpes calizos del peñón de Benadalid y del Tajo de los Aviones.
También por la preponderancia de los esquistos y pizarras en adelante, que componen un terreno donde descollan los blancos pueblos serranos. De hecho, entre ellos, uno de los más representativos y mejor conservados es Benalauría.
Pero sigamos que queda poco: hay un desvío hacia las ferratas y las vías de escalada del Tajo de los Aviones, pero el carril baja haciendo eses entre encinas hasta que conecta con un carril con casas y castaños que asciende hacia otro puerto.
Desde éste se sigue recto en bajada, y el carril se convierte en senda forestal con un tramo un tanto vertical que abre el paisaje y desemboca en el precioso pueblo de Benalauría, donde termina la etapa y comienza el almuerzo.
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