Ruta de Nerja a Frigiliana por la Gran Senda de Málaga
Senderismo y turismo
Este camino corresponde a la etapa 5 del rey de reyes de los senderos malagueños
De la costa al interior de la Axarquía
El camino que conecta por la Gran Senda de Málaga a Nerja y Frigiliana corresponde a la etapa número 5 de este enorme entramado de senderos y carriles del que ya hubiesen querido disponer los maquis en su época de resistencia antifranquista.
Ficha
Ruta: lineal (circular sólo para marines).
Distancia: 15 kilómetros aprox.
Dificultad: media.
Inicio: Nerja/Frigiliana.
Meta: Frigiliana/Nerja.
Tiempo: 5 horas.
Antes de meternos en vereda (nunca mejor dicho), debemos recordar que a lo largo de la ruta que conecta a Nerja con Frigiliana (o a Frigiliana con Nerja) no nos toparemos con ningún núcleo habitado, por lo que tendremos que llevar una mochila bien pertrechada de comida y agua. De hecho, el único punto donde abastecerse de agua es el área recreativa del Pinarillo, que se sitúa a unos cinco kilómetros del arranque.
Esta senda se extiende a lo largo de cerca de 15 kilómetros, y se tarda unas cinco horas en recorrerlo. Es una senda de montaña de dificultad media, pero no hay que menospreciar lo agreste del terreno y la posibilidad de toparnos con una climatología cambiante.
Antes de comenzar a caminar debemos decidir de dónde partimos, si de Nerja o de Frigiliana, para avisar a algún familiar o amigo para que nos espere en la meta (donde le invitaremos a comer para agradecerle el servicio prestado y que nos deje entrar en su coche oliendo a choto). Lo haremos así, a menos que seamos tan duros que queramos hacer una ruta circular de 30 kilómetros, ida y vuelta.
Cuando ya lo tengamos todo acordado, ya sólo nos restará echar a andar desde el entorno de las Cuevas de Nerja, que es donde comienza (o finaliza) esta ruta. Desde este punto partiremos hacia el área recreativa de El Pinarillo que, como hemos dicho, alcanzaremos a los cinco kilómetros del inicio.
Estos primeros kilómetros se desarrollan por una pista forestal en buenas condiciones y siempre ascendente que casi desde el principio se introduce en el Parque Natural de la Sierras Tejeda, Almijara y Alhama. Tan sólo hay un cruce señalizado en este tramo que conduce al barranco Romero y la famosa cuesta del Cielo.
El barranco de la Coladilla, hacia donde nos dirigimos, estará siempre a la izquierda del camino. Por esta zona nos cruzaremos con algunos estrechos senderos que se dirigen a este encajonado cauce que pareciera que está especialmente diseñado para la práctica de la escalada en roca.
Hacia el este se aprecian las arboladas laderas del cerro Mangüeno. La flora de este tramo es muy interesante y singular, por ello ha sido objeto de acciones para su conservación. Así, bajo los pinos carrascos crecen poblaciones de espino cambrón y de boj andaluz, arbustos con una distribución tan restringida como la olivilla, un raro endemismo costero testigo de climas tropicales y de hábitat muy restringido. Los acompañan palmitos, matagallos, esparteras, lentiscos, enebros, esparragueras, aulagas y algunos algarrobos y coscojas.
Tras arañarnos las pantorrillas con tan insignes matojos, llegaremos al consabido área del Pinarillo. El sendero lo cruza dejando el carril principal y continúa por el lado de una era hasta cruzar el barranco de la Coladilla. Seguimos por este carril que sube por una vereda empinada hasta enlazar con uno principal que viene de la fuente del Esparto, topónimo testimonial de la importancia de esta planta en la economía local de antaño.
Desde aquí enfilaremos hacia el colado de los Apretaderos (nombrado también como de las Apretaderas, no sabemos si por respeto al lenguaje inclusivo) por un carril poco frecuentado y durante el cual el terreno se compone de unas características arenas dolomíticas.
Una vez en el colado de los Apretaderos enfilaremos hacia el cauce del río Chíllar siguiendo una senda de bajada que se conoce como la cuesta de los Galgos.
En este punto debemos recordar que hay que tener siempre cuidado cuando caminamos cerca o traspasamos ríos y arroyos. En esta senda no sólo transitaremos por el Chíllar, sino que también pasaremos por el río Higuerón. Es obligado seguirlos un buen tramo, ascendiendo el primero, y descendiendo el segundo. El sentido común del que dispongamos también debería saber indicarnos cuándo desistir de cruzarlos (pista: en época de grandes crecidas casi mejor que no).
El río Chíllar es la linde entre los términos municipales de Nerja y Frigiliana, y se cruza aproximadamente en el kilómetro octavo del recorrido.
Es posible cambiar la ruta y bajar hacia el Chíllar y seguir su trazado, si su caudal lo permite, como una ruta fluvial. Pero, al ser un tramo acuático en el que tendremos que sumergirnos en el agua, es recomendable sólo para las épocas de más calor e ir preparados desde un primer momento para afrontarlo: la improvisación no es recomendable.
Desde el colado de los Apretaderos se avanza algo más teniendo ya a la vista el valle de este río y la larga cicatriz del canal del Chíllar, que recorre su margen izquierda, cada vez a mayor altitud sobre el fondo del barranco.
Dicho canal se cruza cuando se baja por la ya mencionada cuesta de los Galgos hacia el cauce y ahí se pueden apreciar sus verdaderas dimensiones y el importante caudal que transporta. Ya en el término municipal de Frigiliana, la cuesta Jiménez es la que se ve enfrente, bajo del tajo de las Chorrerillas, que es hacia donde se encamina nuestro camino.
Ascendiendo, por tanto, el trazado corta sucesivos arroyos secos, que forman el barranco del Espejo y su gemelo el barranco Ancho. Entre ambos se encuentra un pequeño puerto conocido como Pinillo del Aire, arista divisoria entre el Chíllar y el Higuerón y cerca del cual, a unos diez kilómetros del punto donde comenzamos a darle a la suela de goma, se localiza una antigua calera, conocida como Pozo de Cal, vestigio del nacimiento de los pueblos blancos malagueños.
El ascenso nos conducirá hacia la loma de las Garzas que es un buen punto donde parar a descansar mientras disfrutamos del paisaje y nos comemos unas pasas o un plátano maduro. Esta loma es, de hecho, el último bastión rocoso del trayecto y nos permite contemplar tanto el camino que ya hemos recorrido, como el que nos queda por recorrer.
Un enclave ideal para replantearnos lo de quedarnos los domingos tranquilitos en casa jugando con la consola (a cualquier videojuego menos al Death Stranding: para recorrer montes de manera virtual siempre hay tiempo).
Armados de renovadas energías (las pasas y los frutos secos son mano de santo), nos lanzamos al descenso hacia el río Higuerón por la cuesta del Sordo, un lugar bastante más arbolado que los ya pasados, por lo que la bajada se combinará con un mayor porcentaje de sombra.
Hay un buen trecho de cauce del Higuerón que hay que recorrer, por su margen izquierda, buscando las zonas libres de agua, hasta encontrarnos, a los doce kilómetros de nuestro arranque, con el conocido pozo de Batán. Nos ayudaremos para ello por una acequia acondicionada y hormigonada que genera un ancho trazado.
El paso por el pozo de Batán no deja indiferente a nadie porque es bastante impresionante. Como dijimos, esta ruta se puede practicar todo el año, incluso en verano, pero recordemos también que desde hace unos años el pozo de Batán está vallado para evitar que la gente se bañe, dado que la prohibición de mojarse no era lo suficientemente efectiva.
A partir de este punto y después de no darnos un baño, lo que resta es continuar serpenteando entre formaciones calizas cada vez más elevadas -donde comienzan a aparecer cuevas-, hasta la cuesta Apero, que nos conducirá hasta la plaza del Ingenio de Frigiliana. En esta plaza se ubica el palacio de los Condes de Frigiliana, también conocido como El Ingenio, y que es la meta en la que se da por finalizada la etapa y desde donde iremos cojeando hasta la barra de bar más cercana a tomarnos una cañita fresquita.
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