Ruta a la ermita de Los Monjes de Marbella

Senderismo

Una ruta genial para hacer con niños

Corta, sencilla, ligera y pegada a un arroyo: ¿qué puede salir mal?

Una senda ideal para toda la familia. / Beatriz Martín
Francisco M. Romero

18 de febrero 2020 - 08:30

Ficha

Ruta: lineal (ida y vuelta).

Distancia: 4 kilómetros.

Dificultad: facilísima.

Tiempo: 2 horas.

Tras la parada que la Copa del Rey de baloncesto nos obligó a tomar, retomamos la serie de rutas malagueñas que estamos disfrutando desde la comodidad de nuestro sofá. Pero esta vez lo hacemos con la ruta a la ermita de Los Monjes de Marbella, una senda muy tranquila y sencilla, especialmente pensada para que las familias pasen un día en el campo y los niños desfoguen toda esa energía que, Dios les bendiga, bien podrían usar en crear una aplicación móvil que hiciera millonarios a sus padres. O algo por el estilo.

Hansel y Gretel se sentirán bastante cómodos en esta vereda. / beatriz martín

La ruta a la ermita de Los Monjes es, además de fácil, corta: dos kilómetros de ida y dos de vuelta, suman cuatro kilómetros que discurren junto al arroyo Los Monjes, donde -nos informan testigos presenciales y víctimas- los chiquillos se pueden bañar sin el permiso de sus padres y coger una pulmonía si éstos no llevan mudas suficientes. La paternidad, ¡cuánta felicidad!

En fin, partamos que si no nunca llegamos. El comienzo de esta senda se sitúa en la marbellera Urbanización Xarblanca, en las proximidades del CEIP Xarblanca.

Situado en plena Costa del Sol marbellí, hay aparcamiento de sobra en las inmediaciones, así que eso no será ningún problema. La senda parte en paralelo con el ya mencionado arroyo Los Monjes (también llamado arroyo de Guadalpín) por lo que para llegar a la ermita de Los Monjes, nada más fácil que seguirlo. Además, hay numerosos carteles que señalan el camino. Ya sabes, esas cosas que se usaban antes de que los móviles tuvieran GPS.

Los niños pondrán a prueba su equilibrio y la paciencia de sus progenitores. / Beatriz Martín

Insistimos que esta senda es fácil, pero al estar tan cercana a un arroyo, la vegetación será frondosa, por lo que debemos tener cuidado con la humedad y las piedras resbaladizas. Muchos usan el típico resbalón para caer en el agua, y más si tenemos en cuenta que a lo largo del arroyo nos encontraremos algunas pozas. Pero esto es mejor dejarlo para las épocas de más calor (aunque con esto del cambio climático, el calor en Málaga es el único tiempo meteorológico que tenemos, lo que resulta una verdad muy cómoda, verdaderamente).

De este modo, realizaremos una ruta corta, pero que rápidamente nos introducirá en un espacio natural muy rico y variado.

La vegetación es frondosa a lo largo de todo el recorrido. / beatriz martín

Otra de las situaciones a tener en cuenta es que tendremos que vadear el arroyo en varias ocasiones, ocasiones perfectas para, o atravesarlo sin mayores problemas, o caernos al agua por accidente y darnos un baño. En cualquier caso, en época de fuertes lluvias hay que tener un poco más de precaución, no es cuestión de que al niño lo arrastre la corriente.

Hay a lo largo del recorrido algunas pequeñas subidas y pendientes, pero en general el camino es bastante llano, más allá de la constante subida que nos llevará hasta las ruinas de la ermita de Los Monjes.

A lo largo del recorrido hay algunas pequeñas subidas y bajadas. / Beatriz Martín

¿No habíamos dicho que este templo está en ruinas? Pues sí. El que esperara una hermosa iglesia se va a encontrar con un montón de cascotes.

Antes de llegar hay una zona un tanto resbaladiza por lo que tendremos que advertir cariñosamente y a grito pelado a nuestros retoños que gasten cuidaito. Una vez pasado este tramo y bajado, el valle nos ofrece un denso pinar que rodea la ruina de la ermita.

"Lo mejor es que nosotros volvamos a Marbella y los niños tiren para Ojén", dirán algunos. / beatriz martín

Este edificio es del siglo XVI y de él queda muy poco. Desde este punto hay veredas que continúan hacia la montaña, atravesando el sendero el arroyo que tributa al Guadalpín entre antiguas terrazas de cultivo.

Nosotros, por nuestra parte, cuando estemos cansados de ver a los más jóvenes pegarle patadas a las ortigas y tirarle piedras a las ruinosas paredes, nos daremos media vuelta, regresaremos por donde hemos venido, y ya pensaremos en cómo secar el asiento del coche que nos dejarán empapados los angelitos que han salido a la familia de tu pareja.

El camino merece la pena ser recorrido. / beatriz martín

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