Ruta de la estación de Benaoján a Jimera de Líbar, con el chacachá del tren de fondo
Redescubriendo la provincia
Con la etapa 25 de la Gran Senda de Málaga descubrimos un interior marcado por el ferrocarril
La naturaleza sigue siendo la gran protagonistas de esta senda
Pues hemos llegado al final: con esta etapa 25 de la Gran Senda de Málaga que conecta la estación de Benaoján a Jimera de Líbar damos por finalizado el repaso a las 35 etapas de la senda de sendas malagueña. Adelantamos, que la semana que viene las recopilaremos todas en un macroartículo para todos esos completistas que deseen guardarlas.
Pero mientras llega ese día vamos a comenzar con esta senda de gran belleza que discurre entre encinas, quejigos, chopos y fresnos por un sendero paralelo a la línea férrea de Bobadilla a Algeciras y al río Guadiaro, en el que es habitual escuchar el chacachá del tren.
El camino en esta ocasión es más bien breve: poco menos de 10 kilómetros que se completan fácilmente en tres horas a lo sumo y más fácil incluso si seguimos los pasos de los muchachos de Wikiloc.
Como bien indica el titular, el trazado arranca en la estación de Benaoján en dirección al puente que cruza sobre el Guadiaro. El carril pasa por la famosa cueva del Gato y el charco de la Barranca, pero nosotros tiraremos hacia el Molino de Cecilio y la venta de María Joaquina.
La pista lleva hasta el descansadero de la Erilla Blanca, en el monte de las Viñas, que nos ofrece una buena panorámica de Benaoján y su pedanía. Luego se divisan abajo las blancas casitas del cortijo de la Fresnedilla y otras edificaciones.
Un descenso empinado termina en el puentecito sobre el arroyo del Agua y las ruinas de una antigua venta que siguió en pie hasta la década de 1990.
A partir de aquí el camino se estrecha, asciende y a unos dos kilómetros nos topamos con un mirador del primer túnel del ferrocarril y del Guadiaro donde se forma el charco del Moro.
Se desciende de nuevo al nivel del río dejando atrás el camino de Alpandeire. Aquí desemboca el corto arroyo que sale de la Fuente Enrique y se ven los restos de un antiguo puente que aprovechaba la estrechez del cauce.
Una nueva cuesta por la arboleda del cortijo del Quejigal da la oportunidad de contemplar una de las zonas más costosas para la construcción del ferrocarril. Este es un espacio en donde, en un trayecto muy reducido, hubo que construir dos túneles, una gran trinchera y un nuevo puente para pasar al otro lado del río, hacia la ladera por la que va el sendero.
De nuevo hay que bajar tras rodear la loma por donde va la vía del tren. La vegetación es más de solana pero enseguida regresan los quejigos. Es fácil localizar aulagas, jaras blancas, lentiscos, jérguenes, cornicabras, rosales silvestres o espinos majoletos.
Se llega en el kilómetro al arroyo Seco o del Águila, mientras que el accidente geográfico conocido como la cancha del Conio y sus altos escarpes cierran este vallecito salvado por un puente del tren.
El siguiente ascenso muestran la carretera que discurre entre Benaoján y Cortes de la Frontera por las grises calizas donde se sitúa la conocida cueva de la Pileta.
Al mismo nivel que la senda, pero al otro lado del río están las ruinas del cortijo del Parral. Esta zona boscosa se conoce como las Carboneras y es otro buen ejemplo de bosque mediterráneo mixto, acompañado en el Guadiaro con una ancha franja de bosque de ribera.
Se llega después a la Roza de María, reconocible por algunos almendros entre un matorral de retamas y jérguenes.
La cuesta de los Recoveros con el empinado talud del tren llevan a donde el valle se abre de nuevo, teniendo que cruzar la vía por un ancho puente de hierro, construido en el año 2013 para facilitar el tránsito ganadero de la Cañada Real.
El río Guadiaro recibe una vez más al sendero con su densa arboleda y los cultivos de nogales que dan paso a la casi desaparecida ermita de la Virgen de la Salud. El embarcadero donde termina el descenso está a pie de sendero, y es también la zona de baños fluviales del pueblo.
Se llega así al apeadero del ferrocarril de Jimera de Líbar, donde podemos gestionar realizar descensos por el río, lo que nos completará las aventuras del día.
Por último, el pueblo nos da la bienvenida entre olivos y almendros, y con la fuente de Jimera, donde se da concluida la etapa. Un fin de senda marcado por las ganas de tomar una cerveza bien fresquita.
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