Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
Redescubriendo Málaga
El malagueño medio -y nos referimos al boquerón, al que vive en la capital- está más acostumbrado a mirar en dirección sur, hacia el mar, que hacia el norte. Pero a sus espaldas, si se olvidase por un segundo de la playa y se diera la vuelta, encontraría un complejo geográfico de un relieve cuanto menos accidentado: vamos, se encontraría con los Montes de Málaga en todo su esplendor.
Considerado como el pulmón verde de Málaga, su mayor parte está protegido en la figura de Parque Natural desde 1989 y abarca casi 5.000 hectáreas, de las que el 96% pertenecen a la capital malacitana y, el resto, a los municipios de Casabermeja y Colmenar. Es decir, que el 96% de los Montes de Málaga se pueden visitar sin romper la limitación perimetral impuesta por la Junta de Andalucía para frenar la pandemia entre localidades. Algo que funciona especialmente bien en zonas como la ya celebérrima calle La Unión de Mijas y Fuengirola.
Pero sigamos con los Montes de Málaga: su altitud máxima es de 1.032 metros sobre el nivel del mar, en el Pico Reina, y cuenta con un gran volumen de recursos hidrológicos al estar en la cuenca del río Guadalmedina. De hecho, es el origen de las múltiples inundaciones que vivió Málaga hasta el pasado siglo, lo que provocó la construcción del embalse del Agujero y las repoblaciones forestales que se llevaron a cabo en la cuenca del río para solucionar el problema. En estos casos, los malagueños si le echaron cuenta a sus montes.
La repoblación hizo que hoy este espacio tenga una enorme vegetación arbórea, formada principalmente por pinares, que está dando pie a una regeneración natural de encinar y alcornocal en sus zonas altas. Y entre tanta flora, la fauna: especies forestales como el pinzón vulgar, los carboneros común y garrapinos, el trepadorazul en las zonas húmedas y altas, el agateador común y, durante primavera y verano, águilascalzadas y culebreras, entre otras especies.
Resultado: el senderismo y ciclismo de montaña son la práctica habitual en estos lares. Y es que en este espacio natural podremos realizar diferentes rutas, entre las que cabe destacar las que incluyen las zonas de Torrijos, Contadoras, El Cerrado y El Boticario.
En definitiva, los Montes de Málaga suponen un lugar ideal para combinar la montaña con la costa, por si a algún malagueño le da el mono de no ver el mar cada cinco minutos: no hay problema, las vistas regalan hermosas panorámicas del pequeño gran azul mediterráneo.
Esta ruta es breve, poco más de seis kilómetros, de ida y vuelta y dificultad baja. Al mirador del Cochino se accede desde Málaga por la carretera A-7000 (sobre el kilómetro 547).
Desde este punto de partida se disfruta de maravillosas vistas de todo el enclave natural y de la ciudad de Málaga y además encontramos la escultura de un jabalí que hace honor al nombre del mirador. Realizada por F. Martín está hecha con restos de chatarra encontrados los Montes de Málaga… No diremos nada más...
Desde este punto, seguimos el camino señalizado como El Cerrado. El recorrido, como decimos, apenas tiene desnivel y puede hacerse con facilidad, siendo su destino el mirador Vázquez Sell, también con amplias vistas y desde donde se puede disfrutar del vuelo de aves rapaces en primavera y otoño.
De hecho, esta zona es una de las recomendadas por la Junta de Andalucía para observar este tipo de especies.
Esta senda es un pelín más larga: de ocho kilómetros. De dificultad también algo mayor, traza un camino circular partiendo y finalizando del Lagar de Torrijos, punto desde donde nacen, además de esta, algunas de las rutas más atractivas de los Montes de Málaga.
Hoy en día, el Lagar de Torrijos es un museo. O más bien un ecomuseo (el prefijo 'eco' pega con todo). Envuelto por el denso pinar que caracteriza a estos montes, es una edificación de 1843 que representa el prototipo de casa lagar de la zona y se conserva tal y como se construyó.
En su interior arropa todo tipo de instrumentos antiguos que se utilizaban para la obtención de vino dulce de Málaga, así como del aceite virgen extra y elaboración de pan, destacando la prensa que se puede ver en su entrada, espectacular gracias a un gran tronco de árbol que, junto a una piedra de una tonelada, aplastaban y exprimían las uvas.
Para comenzar la ruta hay que poner rumbo al norte, dirección la Carretera de los Montes, hasta un pequeño que desciende hasta el arroyo El Mirlo. En esta zona son habituales los riachuelos y otros lagares, como el Lagar de Santillana o el Lagar de las Ucemillas.
La última de nuestras rutas de hoy es la más corta, con apenas tres kilómetros, y la más fácil. De hecho, por su facilidad y su escaso desnivel, la ruta del Molino del Viento es perfecta si alguien quiere iniciarse en el senderismo por los Montes de Málaga. Aunque, más bien, es tan fácil que es perfecta para aquel que quiera iniciarse en eso de andar.
Para llegar al carril de El Viento, desde donde se inicia el recorrido, se debe pasar la Fuente de la Reina y la venta de El León. Aproximadamente un kilómetro después, encontraremos un camino que lleva al Pico de El Viento, que tiene una altitud de 1.029 metros, el segundo más alto de los Montes de Málaga pero que alcanza casi lo mismo que el primero.
Una de las cosas más atractivas de este recorrido es la variedad de especies de flora y fauna que se observan. Como ya hemos dicho, el arrendajo, el petirrojo, el herrerillo capuchino o el trepador azul son algunas de las aves más frecuentes, mientras que, en cuanto a la vegetación, destacan castaños, nogales, mimbreras, rosales, madreselvas, majuelos y quejigos.
Un paisaje, en definitiva, para olvidar que estamos confinados en nuestras localidades. Pero que en el caso de Málaga capital es un confinamiento dentro de una jaula de oro repleta de opciones.
Temas relacionados
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios