Rutas de río en Málaga: sendas fluviales para decir 'bye bye' a la pandemia
Redescubriendo la provincia
Un listado de ríos malagueños para visitar en la desescalada final
Aire puro a través de una mascarilla
Pero antes de regresar a casa, recoge cualquier rastro de tu presencia: aunque no te lo creas, la lata del refresco que te bebiste no le interesa a nadie
El comienzo de este verano tan caluroso y pandémico es un momento ideal para recorrer los caminos fluviales trazados en la geografía malagueña. Porque, para el que no lo sepa, son muchas las rutas de río que encontramos en la provincia de Málaga.
Y a través de ellas fluyen todo tipo de aventuras: pozas de aguas cristalinas, saltos de fe al vacío, arenales que hacen las veces de playas de río, cascadas irisadas y ensordecedoras, toboganes de piedra suaves como la seda por la acción erosiva del agua y el tiempo...
Eso sí, antes de comenzar con este listado, tenemos que tener en cuenta que, como bien sabemos, la situación sanitaria ha podido cambiar las cosas: debemos asegurarnos que se pueden practicar estas rutas antes de salir de casa (el contexto puede variar de un día para otro) y que siempre debemos respetar las restricciones impuestas.
Dicho esto, es bueno recordar que las rutas de río de Málaga son una forma fantástica de recorrer y conocer nuestra tierra. Principalmente su interior, que esconde paisajes naturales de una gran belleza y que, cuando disfrutemos con nuestros propios ojos, nos pondrán en perspectiva y comprenderemos de una vez por todas la necesidad de cuidarlos y protegerlos.
Porque es un placer zambullirse en una poza natural y emerger del agua sin llevar pegada a la frente una tirita, tal y como suele ocurrir en las piscinas artificiales. Aunque, siendo honestos, esto último cada vez se da menos: hay una tendencia creciente, a la vez increíble y fascinante, por la cual los visitantes que se acercan a estos parajes naturales no respetan ni cuidan el entorno. Si se les rompe una zapatilla, ahí que dejan la suela. Si se beben un refresco, pues qué mejor sitio para la lata que un matorral de romero.
Definitivamente, hay algo mal dentro de esas personas que se desplazan al campo para, en apariencia, disfrutar de la naturaleza, y que luego aprovechan el viaje para dejar la senda sembrada de basura. Como si se tratara de un caminito de migas de pan que condujera a la desfachatez e incoherencia que rigen sus vidas.
Hay algo mal en el interior de las personas que van al campo para dejar la naturaleza sembrada de basura
En fin, si conocemos los maravillosos paisajes que los ríos malagueños nos tienen reservados, quizá algo se nos remueva por dentro y nos enfrentemos entre todos a estos desalmados.
Y es que las rutas fluviales tienen obvias ventajas: puedes ser uno con la naturaleza, disfrutar de paz y tranquilidad, de aire puro filtrado por la mascarilla, de la fauna y la flora... bueno, ya saben, podemos recrearnos en tantos clichés como se nos antojen.
Para ello, no duden en disfrutar de las siguientes rutas fluviales con respeto y civismo.
Ruta de Barranco Blanco, en Coín
La ruta de Barranco Blanco, en Coín, es una de las rutas más cortas de Málaga, pero si aún queda un lugar hermoso en la naturaleza de nuestra provincia, de aguas cristalinas, piedras blancas y vegetación generosa, es éste: el Barranco Blanco, donde el río Alaminos ofrece refugio a nutrias, barbos, sauces, madreselvas y a todas nuestras esperanzas de un medioambiente más protegido.
El río Alaminos es resultado de la unión de varios arroyos provenientes de Sierra Alpujata que, a su vez, al descender desde gran altura y pendiente, ha creado este cañón llamado Barranco Blanco o Tajo Rayo. Este río, de caudal permanente porque se surte del acuífero del macizo de Mijas, es el principal afluente del río Fuengirola. Estamos en un Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), un paraíso natural entre Alhaurín el Grande y Coín.
En esta ruta tendremos también que cruzar pozas a nado, pero su dificultad es muy baja, por lo que puede recorrerla toda la familia ya que, salvo dichos tramos, el recorrido tiene un buen acceso y nos ofrece algunas zonas de baño de las que, como siempre, hay que hacer uso con precaución. El contraste entre el blanco de las calizas y los mil verdes de la vegetación añaden encanto al lugar, hábitat de diversas especies protegidas.
Saltos de agua y pozas de aguas cristalinas forman parte de este cómodo itinerario que acaba en el llamado charco del Infierno. Esta zona, con un nombre como salido de una mala novela de espada y brujería, es un lugar idílico donde cae una doble cascada.
A algunos bañistas les da por saltar a ella desde un promontorio situado a seis metros de altura, pero no recomendamos realizar esta práctica si uno es torpe como Pepe Viyuela.
Ruta del río Chíllar, en Nerja
Por suerte, la fama de la ruta del río Chíllar en Nerja todavía no se basa en los excursionistas que se pierden en su recorrido, tradición que tan célebremente inauguró en 2011 la turista holandesa que sobrevivió 18 días desaparecida en este entorno natural.
Desapariciones que son difíciles de entender porque el río Chíllar propone una ruta ya clásica que, por desgracia, está hoy en día algo saturada, recordando en ocasiones a una romería. De hecho, para escapar de esto es mejor hacer la caminata en días entre semana y bien tempranito, como siempre exigen los padres.
A pesar de esto, el río Chíllar supone un recorrido de gran belleza gracias a sus estrechos cañones o "cahorros", que el agua labra en un proceso erosivo paciente e inquebrantable, y sus numerosas pozas, en las que elegiremos refrescarnos o no: esta ruta no tiene por qué mojarnos más arriba de las rodillas.
Con una duración de unas tres horas y una distancia de algo más de seis kilómetros y medio, la ruta del río Chíllar es un recorrido de dificultad media, que en su tramo alto se perfila como un típico río montañoso, rodeado de cantiles verticales que llegan a superar los cien metros de caída en los tajos del Sol, Nido del Buitre y Almendrón.
En este intervalo algo inhóspito y salvaje del Chíllar sobresalen por su belleza y espectacularidad los cahorros de la Paloma, con una cascada de veinte metros de altura, y del Imán.
Por desgracia, la belleza del río Chíllar le acarrea lo que hemos comentado antes: masificación. Lo que a su vez provoca que en su recorrido encontremos bastante basura. Para ayudar a mantener limpio este santuario de la naturaleza, es recomendable llevar una bolsa donde recoger nuestros desperdicios y los que los desaprensivos van dejando tras de sí. No hay mejor manera de educar que con el propio ejemplo.
Ruta del río Castor, en Estepona
La ruta del río Castor, en Estepona, es una de las sendas fluviales más hermosas que se pueden hacer en el lado sur de Sierra Bermeja.
El río Castor vierte sus aguas al mar Mediterráneo atravesando la localidad esteponera y es una ruta anfibia, por lo que habrá tramos en los que deberemos mojarnos los pies e incluso atravesar a nado.
Debemos recordar que hemos de guardar las máximas precauciones para no resbalar en todas estas rutas de río y si no somos grandes nadadores sería aconsejable llevar alguna ayuda.
También una bolsa estanca será necesaria, a menos que tengamos una gran fuerza de voluntad y podamos dejar en la guantera del coche nuestros móviles.
El río Castor tiene muchas similitudes con su hermano el río Padrón, con el que comparte la profusión de pozas de agua que se reparten a lo largo de su trazado. De hecho, discurre en paralelo a éste y se encuentran muy próximos.
El principal atractivo de la ruta del río Castor es alcanzar la Charca de las Nutrias, cuyo nombre le viene dado por la presencia de este animal en sus aguas, y en la que algunos aventureros no dudan en saltar desde una de sus paredes de color rojizo.
Nosotros no recomendamos esta práctica porque supone un peligro, no sólo por el salto en sí, sino por lo complicado que resulta acceder a la zona desde la que se salta. Recuerda que no eres una cabra montes, así que no te hagas el gallito.
Esta piscina natural esta rodeada de unas escabrosas laderas cubiertas de pinos resineros (Pinus pinaster) y un cerramiento de mármoles blancos por donde se escapa el agua provocando una pequeña cascada.
A partir de esta charca, la ruta continúa por el propio cauce para disfrutar del resto de pozas y del paisaje.
Ruta del Barranco Moreno, Cómpeta y Torrox
La ruta del Barranco Moreno en el río Torrox o río Patamalara, entre Cómpeta y Torrox, es otra senda anfibia en la Sierra de Almijara, que está catalogada como Parque Natural.
De una dificultad media/alta, el recorrido completo de esta ruta alcanza algo más de nueve kilómetros. Es mucho menos conocida que rutas como las del río Chíllar o la anterior del río Higuerón, ya que para llegar a sus tramos más interesantes hay que andar río arriba un buen rato.
Este itinerario es recomendable hacerlo en las últimas semanas de la primavera o las primeras del verano, porque el río es estacionario y su caudal depende de las lluvias del año.
A lo largo de la senda nos encontramos con Barranco Moreno cerca del cual vislumbraremos una impresionante cascada recubierta por toba y una poza. Lo que sigue es un corto pero precioso cahorro, el único que vamos a disfrutar en este itinerario.
A partir de este punto, la ruta se va abriendo poco a poco, circunstancia que nos permite vislumbrar el pico Lucero. De igual modo, al continuar el trayecto descubriremos las ruinas de la venta El Mirlo, rodeada de antiguos bancales con frutales y algunos olivos.
La ruta sigue hasta llegar a un resalte con unos impresionantes 20 metros de caída vertical que impiden el progreso. Este rincón de la naturaleza es sencillamente espectacular, con una cascada que corta la respiración, tan hermosa como difícil de disfrutar bajo sus aguas.
Senda del río Grande, en Yunquera
La senda del río Grande en Yunquera arranca desde el mismo punto en el que este camino fluvial nace. Porque río Grande mana de las entrañas de la tierra a través de grandes fisuras, escapando de un acuífero de Sierra de las Nieves y vertiendo su caudal al Guadalhorce.
Es por ello que la cueva de Zarzalones, ubicado en el nacimiento de río Grande, es todo un icono del paisaje de la Sierra de las Nieves.
Dicha cueva ha despertado siempre la curiosidad del colectivo espeleológico a nivel internacional. Desde las primeras inmersiones llevadas a cabo por buceadores de Fuengirola en 1978 hasta nuestros días, han sido numerosas las expediciones que han explorado sus galerías sifonadas y aéreas.
La Sociedad Excursionista de Málaga es quien mejor conoce esta cavidad, que posee el cuarto sifón en profundidad de España y el primero de Andalucía, y cuyas galerías suman un recorrido que supera los dos kilómetros.
A partir del nacimiento, el caudal de río Grande discurre encajado entre cultivos abancalados y un angosto cañón calizo con preciosas cascadas. Este pasaje agreste, que acaba en las proximidades de la central eléctrica de San Pascual, se conoce como cañón de Zarzalones.
A partir de aquí, río Grande se constriñe entre empinadas laderas cubiertas de olivos, almendros y pinos, mientras en las riberas de la ruta crece una boscosa galería formada por sauces, álamos, tarajes, cañas, adelfas... entre otras muchas especies vegetales que dan cobijo a la fauna floral.
De hecho, tanto el curso del río como las diferentes zúas, presas y acequias que se reparten por todo el trazado de la excursión son importantes hábitats para la fauna, especialmente para los insectos.
Otro de los puntos fuertes de la ruta de río Grande es que acoge la mayor concentración de barrancos deportivos de la provincia malagueña.
Así, el aliviadero de la presa de San Pascual es una de estas propuestas; tal y como la orografía y la abundancia de agua se conjugan para permitir a los amantes de este deporte disfrutar de barranco de Aguainjerta.
Situado justo por encima de la cueva de Zarzalones, en el tramo final del arroyo homónimo, y en el que podremos disfrutar de diferentes rápeles, toboganes, zonas de oscuros y un volado final de 37 metros, sólo apto para los excursionistas más experimentados. Si no eres uno de ellos, empieza por algo más facilito: río Grande lo permite.
El itinerario de esta senda es circular y cuenta con dos variantes: la primera nos conduce por el propio lecho del río hasta la última cascada del cañón de Zarzalones, mientras la segunda se acerca al conocido como barranco de Aguilera.
Este barranco es otro atractivo descenso, con un rápel inicial de 33 metros de caída. Para realizar estas actividades es más que recomendable contratar los servicios de alguna de las empresas de turismo activo de la zona.
Se haga la ruta que se haga, ambas comienzan y acaban en Yunquera.
Recordad que si hacéis el tramo acuático, se requiere ropa de baño y zapatillas de deporte que podamos mojar. No os pongáis las deportivas premium que reservamos para las ocasiones importantes.
También tenemos que tener en cuenta dos últimas cosas. La primera es que esta ruta discurre cerca de fincas y campos de cultivo de los que está prohibido afanarse los frutos; no vayamos a tener un conflicto con los lugareños.
La segunda es que también está totalmente prohibido bañarse en las zúas y canales del complejo hidroeléctrico. Si os bañáis, y os pasa algo, no digáis que no os advirtieron.
Ruta del río Gaduares, en Montejaque
Con la ruta del río Gaduares de Montejaque nos enfrentamos a uno de los cursos fluviales más curiosos de Andalucía. El punto de partida de esta senda lo encontramos junto a la fuente Marchal, donde podremos llenar la cantimplora.
Desde ahí llegamos al mirador del pantano de Montejaque y avistamos el imponente cerro Tavizna, rodeado por el cauce del Gaduares antes de penetrar en el cañón de los Castillejos, donde se construyó el dique de la presa.
¡Ojo!, los primeros metros del recorrido se recorren por el arcén de la carretera.
El siguiente hito de interés es el mirador de la Fuensanta, lugar idóneo para vislumbrar los restos de un puente de época romana conocido como La Puente.
Según las crónicas, en 1810, en ese lugar aconteció una cruel batalla entre las tropas de Napoleón y un grupo de patriotas al mando del guerrillero José de Aguilar. A pesar de estar en desventaja, los serranos consiguieron vencer a las tropas francesas, quizás debido a que en la batalla tuvieron especial protagonismo las mujeres de Montejaque.
Continuamos caminando y pasamos junto a la fuente Himbro, el cortijo de los Calabazales y penetramos en el paraje de los Cucaderos. Aquí los prados dan pie a un bosque de quejigos y alcornoques.
Seguidamente llegamos al puente de la Dehesa, que pudiera parecer antiguo, pero en realidad se edificó en el primer cuarto del siglo XX tras la construcción del embalse. Es tan fake vintage como la Alcazaba de Málaga.
La ruta acaba medio kilómetros más adelante, en el llano de los Cucaderos, donde suele pastar el ganado vacuno junto a un pilar ganadero. ¡No molesten a los animales!, que bastante tienen ya con lo que tienen.
Esta ruta es muy suave, por lo que dado su perfil llano ha sido especialmente adaptado para el tránsito de personas invidentes. De hecho, la cartelería distribuida en varios miradores contiene textos en Braille.
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