Análisis
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Redescubriendo Málaga
Si hace algunas semanas nos propusimos recorrer los Montes de Málaga para poder disfrutar de la naturaleza y el senderismo al mismo tiempo que respetábamos el confinamiento entre localidades, hoy rescatamos otras rutas que se nos habían quedado en el tintero.
Aunque antes, para abrir boca, recordamos la serie de reportajes que hemos ido desgranando para volver a reencontrarnos y descubrir la capital de la provincia malagueña:
Como se aprecia, la variedad es enorme en Málaga capital a la hora de realizar rutas senderistas de toda índole.
Sendas que no sólo exploran el medio ambiente más cercano, sino también la cultura y el ocio. ¡Será por posibilidades!
Pero en esta ocasión regresamos a los Montes de Málaga, donde los caminos parecen ser infinitos.
Desde el aula de la naturaleza Las Contadoras, este sendero conduce hasta el mirador instalado en el cerro de Pocopán.
Así, en el Parque Natural de los Montes de Málaga encontramos el mirador de Pocopán, el cual ofrece una extraordinaria panorámica y unas vistas únicas en este espacio protegido. Y subimos a él gracias a una ruta que discurre entre un pinares densos, salpicados de alcornoques y encinas que recuperan su original emplazamiento.
Y es que, en su origen, los Montes de Málaga estaban conformados por especies típicas del bosque mediterráneo: encinas, alcornoques, madroños, lentiscos, jaras, tomillo y romero, y en las zonas mas frescas y húmedas, quejigos. Dicha vegetación fue sustituida de forma progresiva desde finales del siglo XV para cultivar estas tierras, por almendros, olivos y vides.
Pero, en el siglo XIX la plaga de la filoxera acabó con las viñas, lo que supuso el abandono del campo y la inmediata desnudez del suelo, que quedó a merced de las fuertes avenidas que en dirección al mar arriaron con bastante frecuencia la ciudad de Málaga.
Ante esto, se proyectó entonces su restauración hidrológica, con la construcción del embalse del Limonero y con sucesivas repoblaciones forestales, siendo la especie elegida, por su rápido crecimiento, el pino carrasco. Se frenaron entonces las devastadoras inundaciones, mientras la vegetación mediterránea original se recuperaba. Y por eso éste es el paisaje que el sendero atraviesa.
En los claros que el bosque deja se anticipan las inmensas vistas que disfrutaremos al final del trayecto. Desde la cumbre del cerro, comprenderemos el porqué de este paisaje forestal y la necesidad de protegerlo: se pueden ver desde él algunas de las sierras más importantes de la provincia, como son el Jobo, Camarolos, las Cabras, el Torcal de Antequera o los tajos de Gómer y Doña Ana.
De los cinco arroyos principales que surcan este espacio, se divisan las cuencas del arroyo Humaina y del arroyo de los Frailes.
Así, donde hace poco más de un siglo abundaban los cultivos de la vid y de los cereales hoy se puede disfrutar de un espeso bosque mediterráneo, del que forman parte pinos carrascos, encinas y alcornoques.
Un accidente geográfico muy peculiar y característico de Málaga es el monte San Antón que está conformado por dos promontorios.
Su acceso más fácil es el que entra por la urbanización de los Pinares de San Antón o por el arroyo Jaboneros, desde donde subiremos a la urbanización San Antón, lo que supondrá un buen trecho más andando (que por otra parte es para lo que hemos venido aquí).
Si optamos por el coche, el acceso más rápido es entrar por la Ronda Este y coger la salida de El Palo hacia la avenida Juan Sebastián Elcano y ascender por la avenida San Antón, calle Las Palmeras y calleLosSauces.
Al final, un muro de piedra que indica "San Antón" deja la cosa clara. Seguiremos el camino de San Antón y nos conducirá, primero, a la zona sur para contemplar la magnífica vista de la ciudad.
Volviendo al camino inicial, seguiremos subiendo para llegar a la cima del primer promontorio que es la cumbre este, desde donde podremos seguir hasta la cima gemela por la vereda que baja algo más al norte.
Desde la segunda cima, en la cumbre oeste, bajaremos para recorrer con cuidado la parte occidental del cerro. Y es que en esta zona hay una sima pequeña que hay que tener presente para evitar accidentes.
Entre pinos y lagares y desde el lagar de Torrijos, donde comienza la senda, bajamos hasta la zona recreativa y, poco después, un sendero cruza por un puente rústico sobre el arroyo de Chaperas.
Caminaremos junto al cauce, bien protegido por álamos blancos y otras especies y, tras un corto trecho, franqueamos otro puente y desembocamos en un carril procedente del ecomuseo.
El arroyo de Chapera fluye poco a poco cada vez más profundo en el terreno, dejando entrever en algún tramo un cauce pedregoso muy típico en la cuencadel Guadalmedina.
En sus vegas descubrimos algunos olivos y almendros enmascarados en la vegetación natural. Las masas arbóreas y el sotobosque, rico y variado, garantiza en cualquier época del año una rica fauna aviar.
Paso a paso llegaremos a los restos del molino de Santillana, que conserva algunas piedrasmoledoras y el horno. Por encima sube el carril que en el regreso nos conducirá al mirador Martínez Falero donde podremos comprobar la ingente labor de reforestación llevada a cabo en el pasado siglo.
Avanzamos hasta el lagar de Chinchilla, cuyas ruinas se asientan en una loma elevada y en este punto iniciamos la vuelta por el mismo trazado, siempre en paralelo al Chaperas, envuelto entre quejigos, cornicabras, sauces, tarajes, gayombas y labiérnagos que nos devolverá a lagar de Torrijos.
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