Adiós a El Chinitas, cierra uno de los restaurantes más icónicos del centro de Málaga

Ángel Sánchez Rosso echa la persiana de uno de los restaurantes más castizos de Málaga: "Me ha dado todo: mi vida, mi felicidad, mi economía, mi familia, mi trabajo..."

El local lo acogerá un restaurante de cocina japonesa donde predominará el sushi: "No tengo otro Ángel como tuvo mi padre conmigo"

Cierra el mítico restaurante El Chinitas de Málaga: "Va ser un pequeño duelo, me lo ha dado todo"

El Chinitas, en uno de sus últimos servicios.
El Chinitas, en uno de sus últimos servicios. / Javier Albiñana

El Chinitas, uno de los restaurantes más icónicos del centro de Málaga, pondrá punto y final a una historia de 37 años en la calle Moreno Monroy este 31 de diciembre. Es Ángel Sánchez Rosso, hijo del fundador de El Chinitas, José Sánchez Rosso, el que nos recibe en el restaurante. Se encuentra entre familiares y amigos en una de esas sobremesas que tanto se han alargado en el restaurante durante los casi 40 años de vida del negocio. "Es algo que llevo meditando, la cabeza me decía una cosa y el corazón otra", nos cuenta emocionado sobre su decisión y el fin de una historia que le "ha dado todo: mi vida, mi felicidad, mi economía, mi familia, mi trabajo... y la suerte de conocer a tanta gente que ya no son clientes, ya son amigos. Eso se lo debo todo a El Chinitas".

Las paredes son un mar de referencias a Málaga e iconos que han pasado por sus mesas, El Chinitas es pura esencia malagueña, uno de esos restaurantes castizos que hablan malagueño. Así lo entiende Ángel, agradecido por todos estos años de servicio a su ciudad, a Málaga y los malagueños, y tantas y tantas historias, anécdotas y amigos que le ha dado su trabajo, su negocio, esa herencia que acogió de su padre: "La generación de mi padre, que es del 36, cuando comenzó la Guerra Civil, son personas hechas así misma, con mucha fuerza e intensidad. Él me dejaba hacer lo que él consideraba, él fue genio y figura hasta que estuvo por aquí. Lo supe llevar, me dejó al final, ya no podía, me fue dejando pero nunca soltó. Fue el creador, gracias a su esfuerzo se ha conseguido todo. Si no fuera por su persona, su trabajo y persistencia, El Chinitas no sería posible".

Ángel Sánchez Rosso, junto al busto de Chiquito de la Calzada en El Chinitas.
Ángel Sánchez Rosso, junto al busto de Chiquito de la Calzada en El Chinitas. / Javier Albiñana

Y es que El Chinitas parecía estar predestinado a marcar una época en Málaga. Ángel recuerda que el día que se inauguró el restaurante, un 6 de abril de 1987, también se "inauguró el Teatro Cervantes y se perdió el niño Pintor", así como recuerda tantas y tantas visitas y momentos que comenzaron entre las paredes de El Chinitas, por ejemplo "cuando firmó Sergio Scariolo por el Unicaja, fue aquí arriba en un salón", recuerda Ángel, así como rememora que también fue "Christine Ruiz-Picasso, cuando se firmó que se abriría en Málaga el Museo Picasso, fue aquí en El Chinitas".

"Nuestro libro de firmas que lo inauguró Severo Ochoa, Premio Nobel, que vino una semana aquí a pasar su infancia. Fue en el 88 cuando inauguró el libro de oro. La suerte de compartir una sobremesa con Severo Ochoa, la suerte de poder estar con Lewis Hamilton o echar una juerga con Concha Márquez Piquer o Pancho Céspedes. O la suerte de que venga el presidente del Gobierno José María Aznar, es lo que me ha dado El Chinitas, me lo ha dado todo", señala Ángel que, aunque recuerde con cariño muchas de las personalidades que han pasado por El Chinitas, teniendo también muy presente al malagueño Chiquito de la Calzada, muy afín a su padre José, tiene muy claro que el gran regalo que le ha dado el restaurante ha sido "poder disfrutar de mi padre 24 horas al día, eso muchos hijos no lo tienen, con sus roces, discusiones y peleas... pero para mí ha sido un privilegio".

La barra de El Chinitas.
La barra de El Chinitas. / Javier Albiñana

Y es que siempre tuvieron una idea clara, un objetivo común, "de que el que entrara en El Chinitas se encontrará con un restaurante malagueño, con sus personajes, que se identificaran con Málaga, que fueran, como dice Chiquito de la Calzada, 'malagueño puro de oliva'", nos explica Ángel, que siente con pena el adiós de un restaurante con mucha identidad: "El Chinitas es un restaurante singular. Nuestros mismos cuadros y azulejos de la puerta, el escudo de Málaga, nos sentimos orgullosos de ser malagueños, una poesía de Matías Prats padre, la poesía de Lorca, y la poesía al biznaguero y al pregonero Salvador Rueda. Nosotros somos malagueños por donde sea. Y como diría Moncho Borrajo, 'de El Chinitas lo comido y lo vivido y de Málaga no irme'".

El Chinitas dice adiós tras 37 años en los que ha visto como Málaga, el centro de la ciudad, se transformaba por completo, tanto estructuralmente como laboralmente. "Abríamos los domingos, de los pioneros abriendo un domingo y al centro de Málaga no venía nadie", recuerda Ángel de una época en la que el turista no abundaba y en la que era habitual que el local acudiera a las ventas de los Montes, a Pedregalejo o a Huelin. Pero El Chinitas estuvo ahí siempre: "Cuando hicieron peatonal la calle Larios, la misma Semana Santa, el esplendor de la Feria... hemos estado muy vinculados a Málaga. El Chinitas es Málaga".

Uno de los salones de El Chinitas repleto de cuadros y referencias.
Uno de los salones de El Chinitas repleto de cuadros y referencias. / Javier Albiñana

"Yo voy a continuar mi vida laboral con otros proyectos, me considero joven y con muchos años por delante. Era una de las cosas que quería, tener salud, que esto no me quitara la salud. Es muy sacrificado. Mi hijo me decía 'papá ahora vas a poder ver la salida de los tronos'. Porque encierros he visto muchos, pero salidas... ninguna", contaba entre risas Ángel, que no podía evitar emocionarse cuando reconocía sentirse "un poco agotado" tras tantos años al frente de un negocio que "depende de mi persona". "No tengo relevo. No tengo otro Ángel como tuvo mi padre conmigo. Somos mesoneros de toda la vida e intentamos estar todo el tiempo posible en el negocio. Me ha dado muchas cosas pero también me ha quitado muchas otras, sobre todo el tiempo con la familia...", rememora, y apunta: "Ha pasado el barco por la puerta y me he subido. Por suerte lo tenemos todo pagado y era el momento de subirte, el barco no pasa todos los días. Con todo el dolor de mi corazón, y todo el cariño que me ha demostrado Málaga, que aunque creía que lo tenía, me lo han confirmado. Me han demostrado lo que hemos conseguido con El Chinitas". El Chinitas cierra y dejará su paso a un local de cocina japonesa que viene con recorrido en Madrid.

El salón principal de El Chinitas.
El salón principal de El Chinitas. / Javier Albiñana

Desde que se conoció, hace alrededor de un mes, el cierre definitivo de El Chinitas, Ángel no ha parado de recibir cariño, multitud de muestras de agradecimiento por todo lo que ha dado su mesón a Málaga. Recuerda que su panadero, de la Panadería El Molinillo, tuvo uno de esos gestos que más le llegó: "Él es una persona autónoma y humilde, que salió la noticia y no lo sabía, y ha considerado que el pan del mes de diciembre me lo va a regalar. Me decía que es por lo que yo y El Chinitas hemos hecho por Málaga. Yo tengo muchas multinacionales y nadie ha tenido ese detalle, y él, una persona humilde, sí lo ha tenido".

"Otra cosa de la que presumo", explica Ángel sensiblemente emocionado, "son de mis trabajadores que me han regalado una placa... y es un cierre. Que les estoy quitando su pan y es bonito que tengan ese detalle. Hay gente que lleva aquí veintitantos años. Es muy bonito, me han sorprendido...". "Un río de clientes que me han escrito diciéndome lo mismo 'qué pena, dónde vamos a ir ahora...'. Para muchos, El Chinitas es su casa. Como lo era para El Chiquito, venir aquí, tomarse una cerveza, contar sus historias a los camareros, sus confidentes", recuerda Ángel, que bajará por última vez la persiana de El Chinitas este 31 de diciembre, poniendo punto y final así a uno de los iconos de Málaga, una gran pérdida para la ciudad.

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