La historia del príncipe sobreprotegido que se convirtió en Buda
Siddhartha Gautama vivió hace más de 25 siglos y su legado crece a lo largo del mundo
Su historia es poco conocida en occidente a pesar de su gran influencia
Así es la sala de meditación de la estupa de Benalmádena, que tiene su vida como inspiración
No se sabe exactamente, pero lo más probable es que fuese en los tiempos de Pitágoras, Confucio, Tsun Zu o el gran rey Darío de Persia. Siglo VI antes de Cristo, se difuminaba Tartesos y los fenicios ya estaban asentados en el sur de la península ibérica. Lumbini, que hoy está en Nepal cerca de la frontera con la India, pertenecía al reino de Sakia y allí nació el hijo del rey Śuddhodana y la reina Maya: Siddhartha Gautama. Un príncipe criado en las mejores condiciones posibles para su época y su lugar de nacimiento. Educado, hábil en las competiciones y destinado a heredar el reino de su padre. Nunca gobernó y por eso su historia inspira hoy a millones de personas y luce en cientos de monasterios y salas de meditación. La historia del buda Shakyamuni es la de alguien sobreprotegido que un día se enfrenta al mundo y eso hace tambalear los cimientos de su vida. Sus enseñanzas siguen vigentes y su vida puede descifrarse en las paredes de la sala de meditación de la estupa de BenalmádenaBenalmádena.
Cuando Siddhartha nació, Tales de Mileto ya había podido predecir un eclipse de sol, en la zona de Nepal y la India, los brahmanes y las castas eran lo común en las sociedades que se dividían en pequeños reinos o ciudades estados, pero no eran las únicas expresiones de espiritualidad de la zona. Tenían vedada la entrada en la ciudad los yogui, librepensadores y las meditaciones. Como ascetas, fuera de las urbes vivían, oraban y desarrollaban su espiritualidad y filosofía bastantes grupos de personas.
Deseado y esperado, al príncipe se le prepara una educación estricta y esmerada. La familia real pronto se da cuenta de que es un niño que avanza muy rápido, anda temprano y demuestra aptitudes casi impropias de su edad. Los astrólogos de la corte realizan la carta astrológica del pequeño y le dan una buena noticia a sus padres: Si decide ser el rey, será el más poderoso y conquistará a los reinos vecinos; y si decide dedicarse a la espiritualidad, será el rey espiritual más grande, pero no un guerrero.
Una vida de príncipe sin sufrimiento
Con ese panorama, su padre se preocupa de que su hijo crezca en un entorno controlado, sin mucho contacto con el mundo exterior a la vida cortesana. Siempre rodeado de siervos, en los dominios del palacio y sólo con acceso a lugares controlados. El deseo del rey es que su hijo herede el trono y se cumpla la primera parte de la carta astrológica. El niño crece, destaca en las competiciones deportivas con niños de su edad, también en el estudio del arte, la ciencia y la cultura a su disposición. Todo en un entorno cercano, controlado. Evitándole noticias luctuosas, enfermedades y otros malos tragos que de la vida cotidiana.
A los 29 años, recién nacido su hijo, Siddhartha llama a uno de sus sirvientes y decide salir fuera solo. El príncipe se topa con leprosos y otros enfermos y le pregunta a su acompañante el por qué de la enfermedad y si eso afecta a cualquiera. Evidente. No será su único escarceo, en salidas posteriores se topa con un cortejo fúnebre, con ancianos al borde de la muerte, con yoguis reflexionando lejos de la ciudad. Siddhartha encuentra conceptos profundos e inevitables y los afronta por primera vez en su vida. Un día, intercambia sus ropas con las de su sirviente y abandona a su mujer y a su hijo con una intención: encontrar la raíz del sufrimiento y sacarla.
El príncipe corta su coleta, peinado que sólo podían lucir los nobles como privilegio, y se une a los grupos de filósofos y ascetas. Sigue las enseñanzas de dos maestros capaces de llegar aniveles de conciencia superiores hasta que su segundo maestro le dije que ya no tiene nada que enseñarle, que no hay más. "No es el final". Siddhartha se marcha a buscar la verdadera naturaleza de su mente y durante seis años se dedica a un tipo de meditación muy seguida en la época: olvidarse de su cuerpo para que afloren las cualidades de su espíritu. Su vida asceta la comparte con otros cinco hombres y la lleva al extremo hasta que, al borde de la muerte, tres músicos inspiran en Siddhartha un pensamiento profundo. Sólo uno de los tres tiene su instrumento con la tensión correcta en las cuerdas, afinado. El que fuese príncipe asume que la disciplina es esencial, pero que en todo hay un balance que consigue el punto exacto, la afinación correcta. El asceta acepta arroz y leche, vuelve a comer, a lavarse y aunque esto hace que sea abandonado por quienes estaban con él, se sienta a meditar bajo un ficus.
Al anochecer, Siddhartha empieza a meditar. Calma y oscuridad a su alrededor, sólo con sus pensamientos y sus miedos. Es el punto crítico, cuando los demonios atacan los pensamientos del que fue príncipe y su objetivo peligra. Pasada la media noche, entra en un estado de meditación profunda, acaba de vencer a sus demonios interiores. Con la última oscuridad de la noche, Siddhartha logró la realización de la verdadera naturaleza de su mente. Un nivel de comprensión y estado mental superior: la iluminación. Aún queda la parte de la historia en la que recibe el apelativo por el que el mundo occidental lo conoce.
Siddhartha irradiaba una luz espiritual diferente y ya con el sol en el horizonte unos comerciantes se acercan a él y le preguntan quién es. Me llamaban príncipe Siddhartha. Pues no lo pareces. La semilla de la flor de loto, sale de barro, atraviesa el agua y florece en el exterior, así traspasé mis emociones negativas y desperté. Así que eres el que ha despertado. Si me queréis llamar así, porque ya no soy príncipe, ya desperté. Y ahí le quedó el sobrenombre: buda, que en sánscrito significa precisamente "el que ha despertado", a lo que se le añade Gautama o Shakyamuni, ambas palabras que sirven para identificar la familia de Siddharta.
Después, el buda Shakyamuni dudó en si podría enseñar lo que había experimentado, pero volvió a superar esas dudas y vivió cerca de 40 años expandiendo sus enseñanzas. La última, la impartió justo después de morir, cuando en un estado de paranirvana, salió de su cuerpo para decirle a quienes le rodeaban que hasta él que había alcanzado la iluminación moría, que invirtiesen esfuerzos en su cuerpo, pero que el desarrollo de la mente es lo único que perdura. Sus enseñanzas se conservan después de que durante los primeros siglos después de su vida se transmitieran de memoria. Los maestros memorizaban las enseñanzas del buda Gautama que pasaron a ser escritas bastantes años después de su muerte. Aún se estudian y descubren las andanzas del personaje histórico.
Simbología en los pequeños y grandes detalles
En la estupa de Benalmándena, hay una sala de meditación en la que se representa la vida del buda de una manera muy peculiar. "Todo es muy simbólico en la historia y en las representaciones pictóricas: se sienta al atardecer a meditar, se va de casa a los 29 años, cuando ya es maduro y tiene una edad en la que se responsabiliza de su familia y su entorno y, además, nace como príncipe. Se dice que no es casual, ya que si hubiese nacido en cualquier otra casta, sus andanzas no hubiesen tenido repercusión. Su vida en sí es muy simbólica: la renuncia a todos sus privilegios, los demonios que le hacen dudar, todo", quien explica parte de la gran historia de Shiddarta es la presidenta de la Asociación Cultural Karma Kagyu de Benalmádena
Margarita Lehnert-Kossowski. Intérprete de los grandes maestros actuales y pasados, políglota, maestra y una de las piezas clave en la asociación que rige el monumento benalmadense. "Soy polaca, y en los idiomas actuales hay palabras que también vienen del sánscrito como las hay que vienen del latín. En polaco despertador es budzik. Así que para mí es más obvio que buda no es un nombre. Denomina un estado mental, el despertar", explica.
Lehnert pone también atención sobre el simbolismo en todo lo que tiene que ver con la iconografía que aunque parezcan representaciones de la época, tienen un motivo en cada detalle. En la sala de meditación de la estupa de Benalmádena, la decoración está inspirada en el estilo tradicional del Himalaya, en sus monasterios. Allí lo que se representa son los pasajes de la vida del buda Shakyamuni, una historia no muy conocida en occidente y que rige los cimientos de una de las prácticas espirituales que más se ha extendido fuera de su zona natural en el último medio siglo y que tiene en la provincia de Málaga dos puntos de referencia en el continente europeo: la estupa de Kalachakra en TrianaTriana, Vélez Málaga; y el monumento en Benalmádena. Ambos son diferentes en significado y factura.
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