Tres escapadas en Málaga perfectas para noviembre
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El mes de noviembre en Málaga deja ya al descubierto la parte más bonita del otoño, momento en el que ya se desprende por completo el alargado verano de la Costa del Sol y deja paso a esa estación que bien podría ser una primavera encubierta por su temperatura y sol constantes. Es por esto un momento clave para aprovechar el tiempo libre que dejan las jornadas laborales para hacer alguna escapada por la provincia. Aquí te proponemos tres que, si no las conoces, no deberías dejar pasar la oportunidad en esta época del año en la que el paisaje deja otro color y los productos de temporada son un manjar.
El Torcal de Antequera y más
Los torcales malagueños son uno de los grandes destinos para esta época estacional del año por toda la flora y fauna que esconden, especialmente por su diversidad y por las muchas rutas que poseen para poder visitarlo. Entre todos ellos destaca por encima de todos el Torcal de Antequera, el rey de los conjuntos kársticos, uno de los parajes naturales más importantes de Andalucía y España. Son muchas las formas de visitarlo, de hecho hay diferentes rutas para disfrutarla desde diferentes puntos de vista, de menor a mayor dificultad: las rutas Verde, Amarilla o la del Tornillo.
Si ya has visitado el Torcal de Antequera, hay muchos más de estos contextos de piedra caliza, relieves excepcionales que se reparten por toda Málaga, cada uno con sus características, diferentes y por explorar en todo su esplendor otoñal. Por ejemplo está el Peñón del Berrueco que se une con el Cerro de las Motillas, que dividen Cortes de la Frontera y Ubrique, en plena Sierra de Grazalema, y que ofrece una ruta alternativa. También en la Serranía de Ronda se esconde Los Riscos, que se sitúa entre Júzcar y Cartajima y que tiene una ruta preciosa que comienza desde el primero de estos municipios.
El bosque de cobre
Uno de los acontecimientos más especiales del mes de noviembre es poder disfrutar del espectacular bosque de cobre, esa metáfora que se usa con los montes de la Serranía de Ronda –donde se puede hacer la gran ruta del vino– y concretamente del Valle del Genal –entre otros–, donde reinan los castaños y estos tintas sus hojas de toda la gama cromática del otoño: amarillo, naranja, marrón... Estos paisajes son excepcionales en la segunda quincena de noviembre, momento diferencial para acudir a ellos en una escapada en esta temporada de castañas.
La estampa otoñal que ofrecen las hojas de los castaños en el Valle del Genal, con sus empinadas sierras y trayectos, están concentrada en una serie de municipios donde la castaña es absoluta protagonista en estas fechas, por sus muchas fiestas donde es epicentro. Hablamos de Alpandeire, Benadalid, Benalauría, Cartajima, Faraján, Genalguacil, Igualeja, Jubrique, Júzcar, Parauta, Pujerra y Yunquera, con una tradición larguísima por ellas. Entre estos, siempre se suele hacer referencia al trinomio que conjugan Pujerra, Parauta e Igualeja, aunque hay rutas por muchos de ellos que explorar y descubrir.
Cabe recordar que gran parte de los castañares son fincas privadas y no está permitido su paso en condiciones normales. Eso sí, existen muchas alternativas para contemplarlos, desde diferentes miradores que se alzan sobre la zona, así como rutas que los bordean. Para adentrarse en algunos de ellos está la Gran Senda de Ronda, cuyas etapas 4, 5 y 6 pasan por los castaños.
Atajate
Volvemos a parar en la Serranía de Ronda para desvelar uno de los pueblos que más brillan en esta época del año, especialmente en noviembre, que culmina con una de las grandes fiestas de Atajate, la Fiesta del MostoAtajate. En este municipio existe una extensa tradición vitivinícola y es el último sábado de noviembre la fecha de celebración, el día 26 en este caso. Se organiza una cata gratuita, donada por todas las cosechas vecinales, para determinar cuál ha sido la mejor y es entregada la Uva de oro al ganador.
Atajate por sí sólo es un un pueblo de gran tradición, uno de los grandes pueblos blancos de la provincia, además de uno de los Pueblos Mágicos de Málaga, que bebe mucho de la época árabe de la península, donde reina en el centro del pueblo la Cruz de Piedra, una construcción antiquísima que da entidad al municipio, de calles empedradas, estrechas pero con un encanto sin igual al que abrazar.
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