La fiesta de verdiales se vive, se baila y se canta en Málaga, pese a todo

La Fiesta Mayor ha celebrado este martes la 59ª edición con la participación de 12 pandas, la mitad que en 2019, mascarillas y un auditorio con menos público que de costumbre

Una de las pandas tocan fuera del escenario de la Fiesta Mayor de Verdiales. / Javier Albiñana

Málaga/Marcos Ruiz no está en pijama, tirado en el sofá frente a la PlayStation, jugando al Fifa 2020. Lleva en la mano su guitarra y en la espalda, colgado, su colorido sombrero de flores, perlas, espejos y lazos. Tiene 16 años y cuenta ya con 11 tocando en una panda de verdiales.

La suya es la panda Raíces de Málaga, aunque este 28 de diciembre acompaña a Raíces de Los Mora. “Mi abuelo era verdialero, lo escuché, me gustó y me enganché, y hasta el día de hoy”, explica. Él representa el relevo generacional del folclore más ancestral y propio de la provincia de Málaga. La suya, igual que la de muchos jóvenes, es la savia nueva que se suma para perpetuar la tradición, para seguir llevando la bandera de la fiesta, pase lo que pase.

Y eso que en este año de pandemia la Fiesta Mayor de Verdiales, organizada por el Ayuntamiento de Málaga, fue un tanto descafeinada y contó con mucha menor participación de la habitual. Tan solo 12 pandas de los tres estilos, Montes, Almogía y Comares, compitieron sobre el escenario. En 2019 fueron 28, más del doble.

En el público, también se notaron los efectos de esta sexta ola del Covid. Decenas de sillas vacías, además de las mascarillas, daban cuenta de una edición muy diferente a la de otros años, cuando el Parque Jiménez Díaz del Puerto de la Torre se convertía en un hervidero donde encontrar un asiento a ciertas horas era misión imposible.

Una pareja baila en el Parque Jiménez Díaz del Puerto de la Torre. / Javier Albiñana

“Al menos se está celebrando, que es lo importante”, considera Marcos, para el que los verdiales significan “familia y diversión”. Opina lo mismo Estela, de 18 años, bailaora de la panda El Manantial. “En esto empezó mi hermano y yo lo seguí, iba con él y empecé a bailar con tres años”, relata. Estela aprendió a bailar el estilo Montes en la Escuela de Verdiales del colegio Salvador Allende, del Puerto de la Torre. Para ella, los verdiales son “alegría y felicidad” y no piensa seguir en ello todo el tiempo que le sea posible.

Paqui Fernández es la alcaldesa de la panda, la única mujer que lleva la vara de mando actualmente en las agrupaciones censadas. “La panda El Manantial se creó hace 12 años y somos una veintena de miembros”, comenta Paqui, al tiempo que subraya que “la mujer está presente en la fiesta en igualdad de condiciones, en muchas pandas van mujeres en el toque, la mayoría lleva a abanderadas y en el baile predomina también la mujer”, defiende.

Un fiestero con el sombrero típico. / Javier Albiñana

Para Paqui lo peor es tener que vivir este tiempo de alejamiento social y restricciones que ha impuesto la crisis sanitaria. “Los ánimos se han venido un poco abajo con la pandemia, hay muchas menos pandas participantes este año, algunas porque tienen a integrantes confinados”, apunta. Si pudiera olvidarse de todo y volver a 2019, diría que los verdiales gozan de una salud excelente.

Así lo cree Pepe Bandera, alcalde de la panda La Torre, de estilo Montes. “Es la fiesta más grande que tiene Málaga y nos gusta porque son nuestras raíces”, destaca. Para este fiestero, que lleva 14 años en la agrupación, los verdiales “son una convivencia, se trata de pasarlo bien, estamos como en familia, cuando ensayamos, cuando nos llaman de algún pueblo para actuar”, comenta.

Una panda sobre el escenario del concurso. / Javier Albiñana

Coronavirus aparte, “lo que queremos es ir reclutando a gente joven que continúen, para que la fiesta no se pierda nunca”, dice. Estela y Marcos son la prueba de que “hay verdiales para rato”. También los aficionados que, pese a las circunstancias, quisieron acompañar las actuaciones de las pandas.

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