Justo antes de entrar al interior de la mina.
Justo antes de entrar al interior de la mina. / Malaga.es

Ocupar el tiempo de ocio con una visita a un lugar excepcional no siempre resulta sencillo, aunque Málaga ofrece muchas oportunidades para ello. En cualquier caso, en ocasiones, un paseo aparentemente sencillo y normal, nos puede teletransportar a otro mundo, a una pequeña aventura, siempre y cuando seamos lo suficientemente curiosos y exploremos el entorno que nos rodea. Algo similar puede suceder si, en un día cualquiera, decidimos visitar la estupa budista de Benalmádena es uno de los puntos de referencia para quienes transitan la parte Oeste del litoral.

En las inmediaciones del recinto sagrado, en plena montaña, se encuentra una antigua mina de ocre cuya ubicación está señalizada por un cartel colocado casi al borde de la carretera, en el lado derecho para quienes llegan desde Málaga. Antes de emprender la ruta, no podemos pasar por alto y recomendar vehemente que te dejes llevar por el encanto y el misticismo que rodea al templo budista, reino de serenidad y tranquilidad –si tienes la fortuna de ver a alguien orando, contémplalo y disfrútalo sin molestar–.

Elevándose sobre una amplia explanada que se asoma al mar, este sagrado recinto brinda una extensa vista panorámica del litoral que enmarca las localidades de Mijas e incluso Fuengirola. En su interior, cuenta con una sala de meditación, otra destinada a exposiciones y una tercera que resguarda objetos de culto. Las paredes están adornadas con escenas religiosas de colores vibrantes, un marcado contraste con la austeridad del blanco que predomina en el exterior del edificio. Sin embargo, esta sobriedad se ve interrumpida por el resplandor dorado de la cúpula y los anillos que coronan este recinto religioso. Aunque el acceso es gratuito, se sugiere a los visitantes realizar donativos.

Con el ánimo elevado y las energías listas, solo hace falta abastecerse de agua para ascender por la colina cercana, que sirve de telón de fondo a todo el entorno y conduce a la Mina de la Trinidad, una de las rutas que integran la red de senderos de Benalmádena que fue reacondicionada hace unos años. El camino adyacente a la carretera permite acceder a un pequeño túnel subterráneo que atraviesa la autovía. Este punto marca oficialmente el comienzo del recorrido, que prosigue en dirección noroeste, siguiendo el trayecto paralelo a la misma autovía.

Una imagen del interior de la Mina de la Trinidad.
Una imagen del interior de la Mina de la Trinidad. / malaga.es

El sendero presenta una pendiente considerable, aunque no demasiado difícil de recorrer. En los primeros tramos, la flora que acompaña al senderista está compuesta por tomillo, romero y esparto. A medida que se avanza en la ascensión, empiezan a aparecer los primeros ejemplares de pino carrasco, que es la especie predominante en la zona. Pronto, las rocas teñidas de amarillo indican que la boca de la mina de ocre se encuentra cercana, girando a la izquierda. Esta mina puede ser explorada, aunque se recomienda llevar linterna para llegar hasta las galerías de una cueva natural, donde se pueden observar vestigios de estalactitas y estalagmitas, pequeños tesoros que la naturaleza mantiene ocultos.

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