El pueblo de Málaga que fue incluido como uno de los mejores donde vivir del mundo
Ojén fue reconocido como uno de los lugares del mundo donde vivir mejor
Esta es una de las charcas refrescantes de más fácil acceso de Málaga: a poco más de 15 minutos a pie de Ojén

Entre la Costa del Sol y la majestuosidad de la Sierra de las Nieves se esconde uno de los secretos mejor guardados de la provincia de Málaga. Ojén, un encantador municipio blanco, ha sabido mantener intacta su esencia andaluza, combinando un entorno natural privilegiado con un legado histórico de siglos. No en vano, el prestigioso diario británico The Times lo incluyó hace unos años entre las 50 mejores ubicaciones del mundo para vivir. Un reconocimiento que no sorprende al pasear por sus calles empedradas ni al contemplar sus vistas infinitas entre mar y montaña.
Ojén se encuentra a tan solo diez kilómetros de Marbella, pero su atmósfera parece alejada de cualquier bullicio costero. Situado en una ladera que conecta la Sierra Blanca con la Costa del Sol, este pueblo ofrece una estampa típica de los pueblos blancos andaluces: casas encaladas, macetas floridas en balcones y rincones con sabor a historia. Desde aquí, es posible disfrutar de una panorámica única del mar Mediterráneo y de los picos de la Sierra de las Nieves, declarada Parque Nacional.
Entre sus mayores atractivos naturales destacan las cuevas de Ojén. Estas formaciones kársticas, originadas por la erosión de la roca caliza, han estado presentes en la vida local desde hace siglos. Utilizadas en su día como refugios para animales o despensas, hoy se han reconvertido en espacios culturales y miradores que permiten observar el entorno con una perspectiva inigualable. Desde las cuevas altas, la vista se pierde entre el azul del mar y el verde intenso de la sierra, regalando una postal inolvidable.
Ojén no solo ofrece paisajes y tranquilidad, sino también un legado patrimonial que da cuenta de su pasado agrícola e industrial. Entre sus museos destacan el del Molino, que muestra el proceso tradicional de obtención del aceite, y el del Aguardiente, una bebida que alcanzó gran fama en España gracias a la receta secreta de Pedro Morales. Esta fórmula, custodiada con celo, desapareció con su creador, y desde entonces nadie ha conseguido reproducir su sabor original.
Entre bancales y plazas: la vida cotidiana en Ojén
Antes de entrar al núcleo urbano, el visitante se topa con la fuente de El Chorrillo, un símbolo de bienvenida y de la pureza del agua serrana. Desde ahí, las calles se estrechan y empinan, siguiendo el capricho del terreno. Las casas se asoman al paso decoradas con flores, y en cada esquina se descubre una cueva o una nueva vista panorámica.
La plaza del pueblo es el corazón de la vida social, como en tantas localidades andaluzas. A su alrededor se despliega una comunidad que aún conserva oficios tradicionales y cultiva bancales de cítricos y hortalizas, visibles en los alrededores del pueblo. También es imprescindible una visita a la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, ubicada sobre una antigua mezquita, data de 1505 con posteriores reconstrucciones.
Ojén, que en el siglo XVIII fue descrito por el cronista británico Francis Carter como “un pueblo de gente afable y sencilla”, ha evolucionado sin perder sus raíces. Aquella imagen de los vecinos bebiendo leche de cabra en tazas de barro se ha transformado en una convivencia armónica entre tradición y modernidad, sin perder su esencia.
Una historia escrita en piedra
El origen de Ojén se remonta al Paleolítico Medio, cuando el hombre de Neandertal habitaba estas tierras. También existen evidencias de asentamientos del Neolítico en la Cueva Pecho Redondo. Aunque no se han hallado restos escritos, se cree que durante el Bajo Imperio Romano hubo en la zona un poblado agrícola y ganadero.
Con la llegada de los árabes en el año 711, se consolidaron estructuras urbanas cuyo trazado aún puede verse en sus callejuelas. De aquel tiempo permanecen vestigios del castillo y antiguos sistemas de aprovechamiento del agua. En 1485, tras la conquista de Marbella, Ojén pasó a manos cristianas. Aquel fue un periodo de intensa actividad comercial con África, hasta que en 1609 los moriscos fueron expulsados por orden del rey Felipe III. No sería hasta 1807 cuando Ojén se independizó administrativamente de Marbella.
Uno de los episodios más singulares de su historia reciente fue la visita del rey Alfonso XIII, invitado a una cacería en el Refugio de Juanar, hoy transformado en uno de los establecimientos hosteleros más singulares de la provincia.
También te puede interesar