Tres pequeños pueblos de la Serranía de Ronda que visitar en Málaga en menos de ocho kilómetros de distancia
En medio de la Serranía de Ronda hay diversos refugios contra el calor de distintas formas durante este verano. Su entorno natural es verdaderamente hermoso y alberga muchos pequeños pueblos en los que se puede disfrutar de un agradable día o incluso una estancia más prolongada. Es allí donde se forma un triángulo compuesto por tres pequeños pueblos que, a pesar de su cercanía geográfica, tienen particularidades únicas que los distinguen en la comarca. Faraján, Alpandeire y Júzcar configuran este interesante triángulo de localidades que prometen sorprender a quienes los visitan. Cada uno de estos pueblos posee su propio carácter distintivo.
En Faraján, el agua se convierte en la protagonista de su entorno de una forma poco común. Alpandeire guarda los secretos de una imponente iglesia en proporción a su entorno, además de dos momias que reposan allí, junto al legado de Fray Leopoldo, su vecino más ilustre. Por su parte, Júzcar ocupa un lugar privilegiado en la serranía y destaca por el inusual color azul que tiñe sus paredes, resultado de su conexión con Los Pitufos, que sirvió de inspiración para transformar su apariencia hace años. Aunque ninguna de estas tres localidades supera los quinientos habitantes, cada una alberga un pasado significativo y se enriquece con una naturaleza generosa. Además, su proximidad es notable: solo cuatro kilómetros separan Júzcar y Faraján, y también Faraján y Alpandeire, mientras que menos de ocho kilómetros separan Júzcar y Alpandeire.
Faraján es un lugar de ensueño. El agua y la vitalidad que impregna su entorno son elementos clave en este pueblo, que aún se beneficia y se nutre de su legado musulmán. Este legado se refleja en numerosas obras hidráulicas y sistemas de canalización que, incluso hoy en día, continúan abasteciendo de agua a los campos circundantes del municipio.
Además de su herencia histórica, Faraján cuenta con un rincón natural llamado las Chorreras de Balastar. Este sitio alberga dos impresionantes cascadas de más de 20 metros de altura, que se pueden visitar y explorar mediante diversas rutas. Entre ellas destaca una ruta circular bien señalizada que permite descubrir este entorno en el que el agua es el protagonista absoluto.
Al igual que en el resto de localidades, en Faraján también es posible encontrar productos frescos de huerta en sus establecimientos. Además, este lugar esconde rincones con encanto que están esperando ser descubiertos, ofreciendo oportunidades para tomar sorprendentes fotografías.
Alpandeire
Quizás sea uno de los más conocidos entre los tres pueblos. Y no es para menos, ya que posee razones de peso, una de ellas es la vida de Fray Leopoldo de Alpandeire, un fraile capuchino que vivió entre los siglos XIX y XX, y que fue declarado beato en 2010. Sin embargo, las particularidades e historias de Alpandeire no se detienen aquí. La Iglesia de San Antonio de Padua es otra de sus joyas, junto con las dos momias que descansan en la localidad y las leyendas que giran en torno a tesoros ocultos de oro.
Reconocida como la catedral de la serranía, basta con observar el templo dedicado a San Antonio de Padua para darse cuenta de que su imponente tamaño parece desproporcionado para un pueblo de pequeñas dimensiones. Aunque su origen data de 1505, construido sobre una antigua mezquita, fue reformado en el siglo XVIII. La curiosa historia detrás de su financiación añade un toque especial: un matrimonio peculiar contribuyó inicialmente a la reforma, pero a mitad de obra volvieron a ser requeridos para más fondos.
Quizás lo más exótico y sorprendente son las dos momias que se encuentran en la propia iglesia. Estas momias, excepcionalmente bien conservadas gracias a avanzadas técnicas de embalsamamiento para su tiempo y lugar, se cree que corresponden al matrimonio que financió la reforma de la iglesia.
Júzcar
Júzcar, el Pueblo Pitufo, sigue conservando sus icónicas paredes azules, aunque ya no ostenta ese título. Su paisaje es singular y asombroso, al encontrarse en una posición destacada en el valle del Genal. Esta ubicación proporciona una vista única y especial. Aunque sus edificios ya no son todos azules, la sensación que se experimenta al recorrerlo sigue siendo diferente y sorprendente.
Este pueblo ofrece alojamiento y una gran variedad de rutas por entornos de alto valor natural. Sus jornadas micológicas en otoño son ampliamente conocidas. Además, los alrededores de Júzcar son algunos de los más fotogénicos de la zona. Este lugar alberga numerosos manantiales y cursos de agua en las proximidades del casco urbano.
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