Rincones mágicos de Málaga que parecen de otro planeta en primavera
La Cascada de Jorox, la Cueva del Hundidero y el puente colgante de El Saltillo, rincones que brillan en primavera
Este es el pueblo de Málaga al que mejor le sienta la primavera: "Es un espectáculo natural"

La provincia de Málaga esconde auténticas joyas naturales que, en primavera, despliegan todo su esplendor. Abril, con sus temperaturas suaves y días más largos, es el momento idóneo para adentrarse en estos espacios únicos donde la naturaleza se manifiesta con una fuerza y belleza que sobrecogen. Desde cascadas escondidas en aldeas casi olvidadas hasta cuevas monumentales y puentes colgantes suspendidos entre montañas, estos rincones parecen salidos de otro planeta y confirman que Málaga es mucho más que sol y playa.
Cascada de Jorox: un remanso de agua en plena Sierra de las Nieves
La aldea de Jorox, perteneciente al municipio de Alozaina, es uno de esos enclaves que parecen suspendidos en el tiempo. Rodeada de sierras de roca caliza y bendecida por nacimientos de agua, esta pequeña población conserva intacto el legado de sus antiguos sistemas hidráulicos de origen musulmán. Por sus calles aún fluye el agua a través de acequias, creando una atmósfera fresca incluso en los meses más cálidos.
A muy poca distancia del núcleo urbano se encuentra una pequeña pero cautivadora cascada. Su caída de agua azulada, enclavada en un entorno natural inmaculado, ofrece un merecido descanso a quienes se atreven a recorrer el sendero hasta llegar a ella. Aunque el camino es corto, no está exento de esfuerzo. Jorox es, además, un lugar ideal para el barranquismo, una actividad muy practicada en esta zona del Parque Nacional Sierra de las Nieves. El sonido constante del agua, la exuberancia de su vegetación y la sensación de aislamiento convierten esta visita en una experiencia singular.
Cueva del Hundidero: un paisaje subterráneo de dimensiones colosales
En Montejaque, rodeado de sierras y parajes agrestes, se encuentra uno de los paisajes más impresionantes de la provincia: la Cueva del Hundidero. Su entrada, con casi 50 metros de altura, ya anticipa la magnitud de lo que se esconde en su interior. Esta cavidad natural, esculpida por un río subterráneo, sorprende por sus formaciones geológicas y por la fuerza con la que la naturaleza ha moldeado cada rincón.
Aunque no tan conocida como la Cueva de Nerja o la del Tesoro, la Cueva del Hundidero no tiene nada que envidiarles en cuanto a espectacularidad. Su gran estalagmita, las galerías serpenteantes y el eco que resuena en sus salas hacen de este lugar un escenario sobrecogedor. Muy cerca, el visitante puede encontrar los restos de una antigua presa inacabada, el embalse del Hundidero o de Los Caballeros, que añade un componente histórico y fotogénico a la visita. El entorno natural de Montejaque, con sus vías ferratas y senderos, complementa una jornada en la que la naturaleza es protagonista absoluta.
Puente colgante de El Saltillo: un desafío entre sierras
En el corazón de la Axarquía, Canillas de Aceituno se ha convertido en los últimos años en un punto clave para los amantes del senderismo. Uno de sus mayores reclamos es el puente colgante de El Saltillo, una estructura de 50 metros de longitud suspendida a 70 metros de altura que conecta dos vertiginosos paredones en las Sierras de Tejeda y Almijara.
El sendero que conduce al puente ofrece unas vistas espectaculares del barranco del río Almanchares y permite adentrarse en un paisaje abrupto pero accesible, donde cada paso ofrece una nueva perspectiva. La estructura metálica del puente, perfectamente integrada en el entorno, desafía a los caminantes y regala imágenes únicas de este rincón malagueño. A poca distancia, el nacimiento del río Bermuza o la cueva de La Fájara amplían las posibilidades de exploración en una zona que combina aventura, biodiversidad y silencio.
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