Consideran a este uno de los rincones singulares de Málaga que debes visitar en octubre

Las Termas de Las Bóvedas es una de las estructuras más antiguas y mejor conservadas de la provincia de Málaga

El pueblo de Málaga que está relacionado con el emperador romano Julio César por este motivo

Las Termas Romanas de las Bóvedas.
Las Termas Romanas de las Bóvedas. / malaga.es

La provincia de Málaga está llena de secretos, de rincones singulares catalagados como tal, de historia, tradición y magia. El tiempo no pasa por alguna de las estructuras patrimoniales más destacadas de Málaga, como esta que se encuentra en San Pedro de Alcántara, en Marbella, y que es considerada como un destino ideal para visitar y descubrir en otoño, concretamente en octubre. Hablamos de un extraordinario yacimiento arqueológico que nos transporta a la época romana, las Termas de Las Bóvedas. Este complejo termal, datado en el siglo III d.C., es uno de los más singulares y mejor conservados de su época en toda la península ibérica. Descubierto en 1926, este enclave histórico nos permite sumergirnos en un pasado donde la cultura del baño tenía un valor tanto social como sanitario.

Situado en un lugar privilegiado, en el margen derecho de la desembocadura del río Guadalmina, las termas se alzan cerca de otras estructuras de interés arqueológico como una torre vigía de cronología posterior y unas piletas utilizadas para la salazón de pescado y la producción de salsas derivadas, muy apreciadas por los romanos, como el famoso garum. Este conjunto de restos sugiere que la ciudad romana de Cilniana, cuya ubicación exacta sigue siendo objeto de debate, pudo haberse asentado en esta zona estratégica, donde la explotación de los recursos marinos y las actividades comerciales serían fundamentales.

Así se accede a las Termas Romanas de las Bóvedas.
Así se accede a las Termas Romanas de las Bóvedas. / malaga.es

El edificio principal de estas termas está construido mediante una combinación de técnicas arquitectónicas avanzadas para su tiempo. Entre ellas destacan el uso del opus latericium, consistente en ladrillos compactados con mortero de cal, y el opus incertum, con sillares cortados de forma irregular. Estos métodos, además de reflejar la habilidad de los constructores romanos, proporcionaban estabilidad y durabilidad a las estructuras, lo que ha permitido que partes importantes de este complejo hayan llegado hasta nuestros días en un estado de conservación notable. Algunas secciones de las termas, como las bóvedas y dos plantas de altura, permanecen prácticamente intactas, lo que añade aún más valor a este yacimiento arqueológico.

El diseño de las termas gira en torno a una sala central de planta octogonal, un espacio que reflejaba la importancia de la geometría y la simetría en la arquitectura romana. A este núcleo se conectaban diversas estancias también octogonales, diseñadas para los diferentes tipos de baños (fríos, templados y calientes), cada una con una función específica dentro del ritual termal. En la parte oriental del edificio, se conservan los restos del sistema de calefacción, con hornos subterráneos que calentaban las salas dedicadas al baño caliente. Aún se puede apreciar parte del pavimento original, decorado con mosaicos de grandes teselas, lo que ofrece una idea del lujo que impregnaba este espacio.

Otra perspectiva de las Termas Romanas de las Bóvedas.
Otra perspectiva de las Termas Romanas de las Bóvedas. / malaga.es

Otra característica destacada es el uso de caliza oolítica procedente de las canteras del Torcal de Antequera, lo que nos habla de la importancia del comercio de materiales de construcción en la época. Estas placas de caliza, colocadas de manera vertical en ciertas áreas, elevaban algunos sectores del suelo, creando un nivel superior que reproducía el octógono central. La caliza era un material muy apreciado por su durabilidad y belleza, lo que sugiere que las termas de San Pedro Alcántara no solo cumplían una función higiénica, sino también una estética, con un cuidado diseño interior.

Además de la sala principal, el complejo cuenta con diversas salas anexas que albergaban piscinas y zonas de descanso. Entre ellas destaca una piscina de agua fría situada en la parte norte, que complementaba el ciclo de baño romano y ofrecía a los bañistas un espacio para la revitalización tras los baños calientes. Estos recorridos termales no solo eran un placer para los sentidos, sino que también cumplían con fines terapéuticos y de higiene, mostrando la avanzada comprensión que los romanos tenían del cuidado corporal.

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