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Carmen Pérez
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Encontrar un lugar en el que respirar aire libre y pensar con tranquilidad puede no ser fácil si se vive en un emplazamiento muy poblado. Además cambiar el entorno habitual, aunque sea a poca distancia de donde se suele hacer vida, es beneficioso para desconectar y entretener al cerebro con nuevos estímulos. Hay muchas opciones para un rato de asueto al aire libre, pero la que ofrecen los restos de necrópolis del pasado es bastante buena: lugares que suelen estar en sitios con entorno natural, tranquilidad, un punto evocador y curioso, y el arte que llevan emparejado estos lugares en más de una ocasión. En la provincia de MálagaMálaga hay un gran número de necrópolis que visitar, algunas en los cascos urbanos de grandes localidades, pero la selección actual no es de ese tipo.
Otro aspecto a tener en cuenta son las diferentes costumbres que a lo largo de la historia han tenido la gente que vivió en las tierras que hoy son la provincia de Málaga. La situación de las necrópolis con respecto a la salida o puesta del sol, el emplazamiento elegido teniendo en cuenta la población cercana y la situación del agua, el nivel adquisitivo o social de los enterramientos, la procedencia de los finados. Si se trata de tumbas de una necrópolis habitual para las poblaciones o si eran enterramientos de paso, fruto de una guerra o una epidemia. Además, la incineración fue muy habitual para fenicios, íberos o romanos y aunque hay pautas que se repiten, los detalles pueden diferir de un punto geográfico a otro de la península aún tratándose de gente que vivió en la misma época. Hay muchos aspectos a tener en cuenta para tratar de comprender un proceso que no vivían de una manera muy diferente a la actual si se tiene en cuenta que la mayoría de los velatorios ocurrían en los hogares y que casi siempre se trataba de ayudar al muerto a su paso a otro mundo, además de conmemorar y recordar su vida. En cualquier caso, las necrópolis suelen ser también hoy en día sitios tranquilos.
Está en el margen izquierdo del arroyo del mismo nombre y el poblado romano se sitúa en la derecha, esto es algo habitual en los restos de poblaciones de la época romana. Aunque esta necrópolis no es muy conocida, sí que está muy bien conservada. Se puede apreciar perfectamente cómo enterraban entre los siglos II y V de nuestra era, cuando la inhumación de cuerpos ya era algo extendido en los lugares de influencia romana (con anterioridad era más frecuente la incineración). Se descubrió en las obras de una carretera y hay signos de que se usó durante muchos siglos. Se pueden encontrar tumbas de un sólo ocupante y otras en las que se enterraron a dos o tres personas. El lugar está en el entorno de la peña de los Enamorados y los dólmenes de Antequera, así que es propicio para disfrutar de la naturaleza y otros puntos de patrimonio.
La historia de Omar ibn HafsúnOmar ibn Hafsún y la de este paraje está a camino entre lo que se ha podido comprobar, la propaganda de reyes como Abderramán III y sus enemigos y las leyendas. Una basílica excavada de una sola pieza sobre la piedra. Una basílica cristiana en el corazón de Al-Ándalus que tuvo casi medio siglo de independencia hasta que Abderramán III conquistó la plaza y derruyó los monumentos cristianos que el rebelde converso Omar ben Hafsún construyó. además, cuenta la leyenda que también desenterró a los allí sepultados y que cuando abrió el lugar donde yacía Ben Hafsún, su cadáver estaba mirando a La Meca, como los enterramientos musulmanes. A saber, lo cierto es que para quien tenga algo de tiempo, el lugar es precioso por dónde está y sus historias y leyendas aliñan perfectamente una excursión tranquila.
También restos mozárabes -cristianos que vivían en territorio andalusí- contemporáneos a Bobastro. Sin embargo, en las proximidades se han encontrado restos romanos. Aún falta por estudiar este yacimiento peor en él se pueden ver casas y tumbas excavadas en la piedra y la zona que servía de cantera. Tiene un emplazamiento inmejorable para defenderse y para llegar a él a través de un buen paseo por la montaña pizarreña. Llama la atención el trabajo de la piedra y el esfuerzo que debió de suponer hace más de doce siglos construir una población en dicho lugar.
Parte del ajuar funerario recogido aquí está en el Museo de Málaga, entre esas piezas destaca un precioso medallón de oro repujado. Se tiene a esta necrópolis como uno de los yacimientos de este tipos más importante a este lado del Mediterráneo y eso que sólo se han podido estudiar dos de las cinco tumbas encontradas. Datada en el siglo VII antes de nuestra era, se trata de cámaras subterráneas hechas con grandes sillares de tierra. En las se ha podido ver cómo evolucionaba la manera de enterrar a lo largo del tiempo en que estuvieron en uso. Se intuye que son panteones familiares, en ellos se encontró, además de los ajuares funerarios, restos de vajilla rota: después de comer y brindar por los fallecidos, los allegados rompían sus vajillas y las dejaban allí. Hay incineraciones que han sido cubiertas para luego acoger inhumaciones. Panteones familiares de gran factura y riquísimos restos en uno de las zonas con mayor presencia fenicia de esa época en toda la península ibérica.
No es tan espectacular como el resto, pero se trata de un par de enterramientos excavados en la ladera de un monte, con vistas al mar y en un entorno en el que tanto los restos fenicios como medievales son bastante frecuentes. El lugar bien podría parecerse a los que describe Serrat para ser enterrado en su canción Mediterráneo. Son del siglo VIII antes de cristo, en la tumba uno no sólo se encontraron ánforas, plantos, jarras griegas y una urna de alabastro de origen egipcio, también un medallón escarabeo. En el segundo enterramiento, con su respectivo ajuar, también apareció una urna de alabastro, que era lo más preciado para depositar los restos de los incinerados. Eran un hombre de unos 40 años y otro en torno a los 30 y se especula con que sean enterramientos alejados de los núcleos de población para evitar saqueos.
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