Sociedades secretas, bandoleros y naturaleza en la sierra de La Camorra de Málaga
Conocida por su excelente y abundante vino, Mollina también guarda acontecimientos históricos y patrimonio natural en torno a la sierra en la que se asienta
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En las proximidades de la laguna de Fuente PiedraFuente Piedra, rodeada de cultivos como las vides, y en el entorno de las localidades de Mollina, Alameda y Humilladero está la sierra de La Camorra. Un entorno natural en el que se pueden encontrar varias cuevas y simas, senderos y miradores en torno a una zona conocida por los vinos de Mollina, que produce una gran cantidad de vinos con denominación de origen de Málaga, además del patrimonio histórico y su proximidad a lugares de alto valor natural como la propia laguna. Hoy en día Mollina es uno de esos pueblos agradables que visitar por su fisonomía, su gastronomía y el entorno que tiene en el que se encuentra la peculiar sierra de La Camorra. Pero la historia del municipio arroja muchas curiosidades que tienen que ver con sociedades secretas, revueltas sociales o bandoleros.
Tal vez la más famosa de esas historia sea la de la sociedad secreta de Los Garibaldinos. Autodenominados así por seguir las ideas de Giuseppe Garibaldi (1807-1892), uno de los principales artífices de la unificación italiana. No es algo exclusivo de esta zona de Andalucía, en localidades como la alicantina Sax, aún se mantiene vivo el recuerdo de este tipo de sociedades que tenía particularidades en función del lugar en que se encontraran y los intereses de sus integrantes. En Sax, por ejemplo, la comparsa Garibaldinos mantiene esta parte de su historia en el folklore y las fiestas populares de la localidad. En Sayalonga, dentro de La Axarquía malagueña, la masonería fue una organización secreta que también promulgaba mejoras entre los ciudadanos y que mantiene un peculiar cementerio y otros aspectos diferentes en el pueblo.
Pan y queso: La sublevación de Loja
En Mollina, durante los primeros días del verano de 1861 hubo un motín. Los Garibaldinos piden república y un reparto justo de las tierras entre otras reivindicaciones. Forman parte de la organización la mayoría de hombres del pueblo (se cuenta que estaban inscritos más de 300 de los 500 padres de familia de la localidad) y están dentro de un proceso de revuelta mucho más amplio, que incluye a multitud de localidades cercanas que también tienen organizaciones similares. De hecho, varias semanas antes, la bonita localidad de ComaresComares se había amotinado y había obligado al alcalde a promulgar varias leyes. El ambiente en la provincia, como en otros puntos de Andalucía, era tenso. Subida de precios, falta de trabajo y malas condiciones de vida para la mayoría de los habitantes. Pero el motín en Mollina es especial: sirve de punto de partida para una revuelta popular que se extendería por las provincias de Málaga, Córdoba y Granada y que tendría que ser sofocada por el ejército.
Los sucesos en Mollina formaban parte de algo más extenso y días después de ellos, varios cientos de hombres entran en Iznájar, toman el ayuntamiento y el cuartel de la Guardia Civil, publican un manifiesto para que se adhieran vecinos de las localidades cercanas y piden provisiones. El pan y el queso fue lo que más llenó sus zurrones cuando varios millares de hombres parten desde Iznájar hasta Loja, localidad que también toman. Fueron decenas de pueblos los que tuvieron sucesos similares en ese verano y la insurrección acabó sofocada duramente por el ejército. El veterinario Rafael Pérez del Álamo fue el cabecilla de esta revuelta y Pérez Galdós la cuenta en La vuelta al mundo en el Numancia. La situación de la provincia, el contexto, los datos y su repercusión en este hecho son analizados en profundidad por Antonio Nadal en un artículo del número 7 de la revista Jábega, ya que no fue un mero hecho aislado.
Cuevas, bandoleros y 'el Almirez'
En cualquier caso es uno de los puntos de la historia que aún se recuerdan en Mollina y el entorno de la sierra de La Camorra, terrenos en el que los bandoleros también tuvieron protagonismo en el XIX y a comienzos del XX. José María el Tempranillo y otras figuras del bandolerismo clásico andaluz tienen andanzas registradas en todo este territorio. Mollina, Alameda y el resto de localidades cercanas lo atestiguan. Además en la sierra de La Camorra hay una gran cantidad de cuevas y simas, algunas visitables, aunque el terreno es complicado y es mejor disfrutar el paseo por los caminos y senderos señalizados. Una de ellas, esconde una complicada historia que la prensa y algunos escritores que la siguieron en la época etiquetaron como la del último bandolero, aunque es posible que no tuviese el aspecto romántico y organizado que podía tener parte de este fenómeno en el siglo XIX.
Se trata de la cueva del Almirez. Año de 1935, Antonio 'el Almirez' era un vecino de Mollina que se mantuvo en los periódicos de todo el país durante algunas semanas: junto con otros hombres es sorprendido en el atraco de un cortijo, uno de sus compañeros muere y él huye. Refugiado en La Camorra, en una de sus incursiones a por provisiones le dicen que su madre está muy mal. Cuando baja al pueblo a verla ya está muerta y su presencia allí pone a la Guardia Civil bajo su pista y lo encuentran en una cueva de la sierra de La Camorra. Cuando intentan acceder a él, mata a uno de los guardias y es asediado durante días. Al final, pertrechado con víveres y munición, es un médico de la zona el que hace que salga de allí. El doctor había atendido a una novia del fugitivo sin cobrarle y era respetado por él. Ante la palabra del médico de que no iba a ser asesinado al entregarse, la historia concluye con 'el Almirez' detenido y juzgado. Parte de la prensa de la época lo trató como uno de los últimos bandoleros.
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