2024, el año de la sequía... y de las danas en Málaga

La provincia finaliza un año marcado por la meteorología adversa: de los cortes de agua para garantizar el suministro a las lluvias torrenciales que anegaron municipios

Los embalses de Málaga cierran un año marcado por la sequía al 28% tras el aporte de las dos danas

Una barca varada en el embalse de La Viñuela el pasado octubre antes de las lluvias.
Una barca varada en el embalse de La Viñuela el pasado octubre antes de las lluvias. / JORGE ZAPATA | EFE

Amortizado el año toca hacer balance de lo que ha deparado en múltiples frentes. De entrada, al menos en los planos meteorológico y climatológico, lo primero que hay que reseñar es su carácter extraordinario, marcado por una persistente sequía, pero también por la irrupción de dos danas en su tramo final que amortiguaron los efectos de una falta de precipitaciones muy acusada. A de finales de diciembre, los pantanos rondan el 28% de su capacidad total, con menos de 172 hectómetros cúbicos en su haber, dejando encarrilado el asunto para terminar 2024 (y empezar 2025) con la tranquilidad de tener el consumo garantizado a medio plazo. Aunque todavía en un contexto de sequía.

Tanto es así que el último año hidrológico, que comenzó el 1 de octubre de 2023 y acabó el 30 de septiembre de 2024, ha sido el quinto más seco de la historia, con 372 litros por metro cuadrado registrados a nivel provincial, lo que equivale al 58% de lo que llueve normalmente en comparación con el periodo de referencia (1991-2010) que utiliza la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). No ha sido el único en nuestra historia reciente, puesto que la provincia lleva nada menos que un lustro, desde 2019/2020, encadenando "años secos o muy secos", en palabras del director de este organismo en Málaga, Jesús Riesco, que precisa que los últimos tres "lo han sido especialmente".

No obstante, la sequía entiende, y muy bien, de zonas. Igual que las inundaciones. Durante el último año hidrológico los puntos más castigados fueron el Valle del Guadalhorce y el litoral, con umbrales por debajo de la media. Solamente unos meses después ambas localizaciones concentran los mayores acumulados, hasta tal punto de que en cuestión de tres meses un total de 17 estaciones pluviométricas de la red oficial de la Junta de Andalucía han superado las precipitaciones recogidas en todo el periodo anterior.

Calles anegadas en Doña Ana, Cártama, en la primera DANA.
Calles anegadas en Doña Ana, Cártama, en la primera DANA. / JAVIER ALBIÑANA

Este modelo, caracterizado por largos periodos secos que se palían con lluvias fuertes en poco tiempo, es, precisamente, hacia el que nos encaminamos, según coinciden varios expertos consultados. Riesco explica que la tendencia es que cada vez se produzcan menos precipitaciones en el sur por el cambio climático, firmando una transición que no será drástica, pero sí continuada, de manera que se concentrarán "en un menor número de días".

El aperitivo lo tuvimos los pasados meses de marzo y abril, aunque sobre todo durante la Semana Santa, cuando se recuperaron 56 hectómetros cúbicos en el plazo de 30 días, con lluvias continuas, persistentes, pero no destructivas, a diferencia de las que trajeron las dos danas, que han sido primer y segundo plato. Y de lo más estomagantes.

No hay más que recordar los devastadores efectos que han tenido en municipios como Álora, Almogía o Benamargosa, entre otros, donde todavía a fecha de hoy queda mucho trabajo, además de pagos del Consorcio de Compensación de Seguros por ejecutar, para recobrar la normalidad. Al margen quedan los daños en infraestructuras, que los ayuntamientos continúan cuantificando, o en las explotaciones agrícolas, que la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja) estima en 30 millones, sin perjuicio de que pueda ser corregido al alza más adelante, cuando los trabajadores del campo terminen de echar cuentas.

Al hablar de danas, en cualquier caso, detalla el director de la Cátedra de Cambio Climático de la Universidad de Málaga (UMA), Enrique Salvo, juega un papel fundamental la temperatura del mar de Alborán. "Me sigue preocupando muchísimo. Incluso en la época en la que estamos sigue siendo alta". El motivo: que las elevadas temperaturas de la superficie marina, al entrar en contacto con una masa de aire frío, son las que abren la puerta a que estas se generen. "La formación de este tipo de fenómenos inesperados, que ni siquiera los servicios de prevención puedan anticipar a corto plazo, no es descartable".

Dos mujeres en el pantano de Conde de Guadalhorce en noviembre.
Dos mujeres en el pantano de Conde de Guadalhorce en noviembre. / JAVIER FLORES

El efecto caldera de Alborán, como lo llama Salvo, no es en todo caso lo único que hay que tener en cuenta. Gran parte de lo que ocurre sobre Málaga tiene su origen en el océano pacífico, particularmente en los eventos climáticos de El Niño y La Niña, que marcan el ritmo. "Hay un claro efecto mariposa", subraya. Para los próximos meses, como indica la bibliografía científica a la que se remite el experto, la situación es más halagüeña porque "el calentamiento parece que va a remitir".

En términos similares se expresa el catedrático de Geografía Física de la UMA José Damián Ruiz Sinoga, que liga la existencia de fenómenos meteorológicos adversos "al propio sistema mediterráneo, con un mar que se ha estado recalentando a lo largo de cuatro o cinco meses" y que puede verse influido por una "masa de aire más frío y genere una gota fría o DANA". Si estos eventos son más frecuentes ahora que hace un tiempo, no lo cree; lo que sí considera es que son más agresivos. "Una cosa es lo que llueve y otra son las consecuencias, que son mayores porque se están produciendo precipitaciones en zonas cuyos suelos están más sellados de la cuenta".

Esto, explica, hace que no filtren, se generen más escorrentías, sobre todo allá donde hay deforestación, y se erosione el suelo. Lo que junto a un "urbanismo caótico, donde se están ocupando zonas de ríos" provoca que se produzcan destrozos cuando el agua descarga torrencialmente, generando situaciones de peligro. "Si esa zona está ocupada por cultivos no pasa nada, pero si hay polígonos industriales o zonas residenciales tenemos un problema. El agua tiene que buscarse la salida". Ante esto, Sinoga señala como prioritario tomar medidas para "adaptarnos". "Las trombas no las puedes mitigar, no le puedes poner un congelador al Mediterráneo, va a estar recalentándose todos los años porque estamos en una dinámica de cambio climático. Eso no lo puedes evitar, solo puedes adaptarte", agrega.

Vecinos retiran barro de una vivienda de Álora.
Vecinos retiran barro de una vivienda de Álora. / JAVIER ALBIÑANA

Frente a este escenario, marcado por los aportes irregulares, viene reivindicándose como una necesidad la inversión en soluciones, tanto para protegerse de la lluvia cuando llega como para tener suministro cuando no se decide a hacer acto de presencia por una larga temporada.

Al primer grupo se adhiere, por ejemplo, el encauzamiento del río Campanillas, uno de los grandes asuntos pendientes de la Junta de Andalucía, y de cuyo primer proyecto que nunca se llegó a ejecutar se cumplen 20 años este 2025. Dentro del segundo grupo se encuentran otros trabajos, a los que el abrazo del oso de la sequía ha hecho que se pise el acelerador, como la rehabilitación de pozos en el Bajo Guadalhorce junto a la toma superficial de Aljaima, a cuyos recursos se fía una parte nada desdeñable del consumo en la capital. Lo mismo se hace en la Axarquía, pero con los pozos del río Chillar, en los que también se trabaja activamente para maximizar su rendimiento, y que llevan meses resultando claves para la supervivencia habida cuenta de la delicada salud de La Viñuela. Al otro extremo de la provincia, en la Costa del Sol occidental, los esfuerzos se concentran en ampliar el uso de recursos no convencionales como las regeneradas o la desalación.

En estos instantes, como se mencionaba, la necesidad es menos imperiosa gracias al aporte de las danas. Lo que no quiere decir que no haya que seguir mirando por el agua, de hecho, sigue habiendo restricciones. El comité de sequía de la Junta las rebajó a principios de diciembre, pero continúan existiendo. Ahora mismo, la dotación máxima es de 200 litros por habitante y día en Málaga capital y la Axarquía, mientras que en el caso de la Costa del Sol occidental se fija en 225. Estas limitaciones, que se miden en alta, es decir, haciendo una media entre caudal y población cuando el agua entra al sistema de abastecimiento, convergen con las impuestas por los Ayuntamientos. La tónica general en la mayoría de los Consistorios ha sido mantenerlas, con la excepción de Vélez-Málaga, que decidió suavizarlas hace apenas unos días, acabando con los cortes nocturnos, los cuales estaban vigentes desde hace un año y medio.

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