Hace 47 años que la sangre de Caparrós regó la autonomía
La tribuna
1977 es el año del estadillo de la autonomía andaluza. En Málaga, la novedosa ansia autonomista se tiñe de sangre y luto en su primera y gran expresión pública. El joven García Caparros muere por una bala disparada por un policía, suceso nunca esclarecido. Durante tres días , entre la indignación, la rabia, la tensión y el pánico, la ciudad malagueña vivió una situación jamás conocida desde la Guerra Civil.
Me van a permitir reflexionar en voz alta, recordando momentos históricos e histéricos que marcaron nuestra autonomía pese al silencio que a veces se cierne sobre estos acontecimientos.
Hoy hace 47 años de que más de un millón de andaluces se echaran a la calle y exigieran libertad, democracia y autonomía. Era 4 de diciembre de 1977 y la fiesta en Málaga se convirtió en dolor y rabia por el asesinato de Caparrós.
Hoy hace 47 años que más de doscientos mil malagueños se sumaron a la fiesta democrática, la primera tras la dictadura franquista. Pero los franquistas anidaban, como veremos, en Málaga y en las instituciones. No estaban dispuestos a enterrar la España Una, Grande y Libre.
Hoy hace 47 años seguimos sin entender cómo un prohombre del fascismo, pegado al facherío y al franquismo hasta los tuétanos, tal cual Pancho Cabeza, fuera presidente de la Diputación (Franco había muerto en noviembre de 1975) y se negara a colocar la bandera andaluza en el balcón de la misma.
Hoy hace 47 años que un joven de Utrera (Sevilla) Juan Manuel Trinidad Berlanga escalara la fachada de la Diputación para colocar la bandera andaluza. La negativa de Pancho Cabeza a ponerla abre un frente de lucha desconocido en Málaga
Hoy hace 47 años que Pancho Cabeza abriera la espita de la confrontación, se alzara Málaga en armas dialécticas ante la ojeriza y provocación manifiesta de Fuerza Nueva, de la FAE, de los Guerrilleros de Cristo Rey, de los alféreces provisionales y de destacados miembros de las juventudes falangistas, de la FET y de la JONS.
Hoy hace 47 años que durante la manifestación, hacia las 14 horas, una bala asesina matara al joven de Comisiones Obreras Manuel José García Caparros. Su sangre regó la autonomía y la libertad del pueblo andaluz.
Hoy hace 47 años que, oficialmente, no se sabe el nombre del policía que disparó matando a Caparrrós.
Hoy hace 47 años que quien esto suscribe describiera al gobernador Riverola y a la Brigada Político Social (BPS) cómo era el policía que había disparado hacia la esquina d la calle Comandante Benítez donde cayó muerto Caparros. Entre otras cuestiones porque yo lo ví disparar. Y así lo declaré.
Hoy, 47 años después se sigue poniendo en duda que un gobernador civil, Enrique Riverola Pelayo, de origen catalán entenderá lo que pasó en aquellas dramáticas horas, con Málaga levantada por su autonomía. El comisario principal de la policía, Paco Durán, nada le había contado al Gobernador.
Hoy, 47 años después desconocemos qué jefe de la policía dio la orden de disparar contra los vociferantes manifestantes en la Alameda de Colón esquina Comandante Benítez donde cayó atravesado por una bala el joven Caparrós.
Hoy, 47 años después doy fe de una de las aportaciones periodísticas más destacadas de aquellos años. Radio Juventud, del Movimiento, dirigida por Juan Fernández Lozano, que puso en marcha la primera unidad móvil de radio. De ello darían acreditada fe profesional Rafael Rodríguez Guerrero y Antonio Jiménez Pajarero.
Hoy, 47 después debo proclamar, sin tapujos, que el ministro Martín Villa miró para otro lado, sin querer saber nada, cuando el que esto escribe y en la rueda de prensa celebrada en el Gobierno civil le describiera los atributos del policía que había disparado. El firmante, como otros, hubo de dar cuerpo a tierra para evitar las balas que pasaban por encima de sus cabezas.
Hoy, 47 años después sigue siendo documento secreto una parte de la investigación policial.
Hoy, 47 años después la investigación que se llevara a cabo en el Congreso nacional sigue siendo secreta en parte. Y cuando se entrega, las tachaduras están al orden del día. De eso sabe y mucho la investigadora Rosa Burgos a quien se le debe la mejor investigación sobre el asesinato de Caparrós.
Hoy, 47 años después, quien esto escribe, las tres hermanas de Caparrós, miles de ciudadanos malagueños, organizaciones cívicas, partidos (no sé si todos) y sindicatos exigen se hagan públicas las investigaciones hechas.
Hoy, 47 años después, exigimos se haga justicia y sea el joven Caparrós declarado víctima de la Transición. Lo piden sus hermanas y lo exige la sociedad malagueña.
Hoy, 47 años después, tenemos libertad, democracia y autonomía porque la sangre de García Caparrós y los hechos acaecidos en el Día de Andalucía fueron levadura para que nos diéramos y votáramos el Estatuto andaluz por el artículo 151 de la Constitución. Una autonomía plena.
Y hoy, con el estremecimiento que los recuerdos de aquellos días anegan mi espíritu y el de miles de malagueños, me vienen las imágenes del entierro de Caparrós en el cementerio San Rafael llevado a hombros por militantes de Comisiones Obreras y del Partido Comunista con asombroso silencio solo roto por el canto de la Internacional.
Y hoy, con el corazón quebrado, me viene a la cabeza el nombre de quien se negó a colocar la bandera andaluza en el balcón de la Diputación, el presidente Francisco Cabeza, Pancho Cabeza para sus amigos falangistas, siendo causante directo de todo lo sucedido.
No puedo, ni debo evitar que la historia sea un lavadero de los recuerdos. Y más cuando hay sangre de por medio y dos o tres días con una parte de los ciudadanos malagueños alzados en rebeldía que hasta intentaron asaltar el cuartel de la Policía Armada en la Alameda de Colón.
Nunca antes, al menos en Málaga, se había levantado un pueblo exigiendo responsabilidades, nunca antes se echó a la calle con tanta fuerza y eso que delante, sin piedad manejando las porras, los botes de humo, estaban los llamados “tres hebillas”, la policía llegada de Jaén, acreditados especialistas en soltar palos por doquier. Es anécdota, pero sirve para recordar cómo se la gastaban: Recuerdo de la lucha callejera guardo el carnet de periodista donde los señales de los dientes son manifiestas. Que llevara el carnet en la boca era una provocación más. Ser periodista en aquellos primeros años de la democracia era un dolor. ¡Qué arte tenían en soltar mandobles!
Y me acuerdo, porque es de justicia recordar, cómo Francisco de la Torre Prados, diputado de UCD y Carlos Sanjuán de la Rocha (PSOE) se enfrentaron a los policías que habían disparado para que guardaran las armas y se retiraran. Yo estaba delante y la crispación en la cara de los dos diputados difícilmente podré olvidar. Como la cara del comunista Manuel Ruiz Benítez y la del cura de Cártama.
Ante los hechos narrados y el escaso interés que se tiene en despejar la principal incógnita, ¿Quién mato a García Caparrós y se le haga justicia? Me temo que habrá que volver de nuevo porque seguiremos igual. Lamentable.
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