Ana de Castro, precursora en la recuperación de uvas autóctonas

8M | Día de la Mujer

"Los primeros años de trabajo en el campo fueron muy difíciles"

Una brecha que se mantiene en el tiempo

Ana de Castro en los depósitos de la bodega.
Ana de Castro en los depósitos de la bodega. / Javier Flores

Málaga/Ana de Castro forma parte de las mujeres que estudiaron enología en una de las primeras promociones que tuvo Jerez. Desde allí en 2007 llegó a Ronda tras conocer que había interesante proyecto para la creación de una nueva bodega y tras insistir en diversas ocasiones logró que sus promotores confiasen en ella. “En aquella época solo estaba el campo todavía no teníamos bodega”, explica De Castro, que reconoce la importancia que tuvo que Jorge Viladomiu confiase en ella para dirigir a la cuadrilla que trabajaba en el campo, una tarea en la que no era habitual que estuviese una mujer joven.

Los primeros años de trabajo en el campo fueron muy difíciles”, reconoce, aunque hoy aquellos conceptos nuevos que tanto le costó introducir para cambiar las formas de cultivar tradiciones para hacerlas más sostenibles son algo habitual en muchas explotaciones.

Durante el proyecto la bodega La Melonera, al frente de cuyo equipo técnico se encuentra, decidió poner en marcha un ambicioso proyecto para tratar de recuperar algunas variedades autóctonas de la zona que se encontraban desaparecidas, como es el caso de la variedad que da nombre a la propia bodega.

Tras años de trabajo e investigación recientemente conseguían recuperar dicha variedad. “No solo se trataba de recuperarla, la hemos certificado y legalizado, que es algo que muy pocas bodegas en el mundo se atreven a hacer por lo complicado del proceso administrativo”, sostiene De Castro.

Además, también lograron otro importante éxito al conseguir que uno de sus vinos dedicado al malagueño, Bernardo de Gálvez, héroe de la independencia de Estados Unidos, se encuentre en la biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

De igual modo, recientemente también consiguieron un acuerdo con el restaurante rondeño Bardal, dos estrellas Michelin, para que este vino a base de esta uva autóctona tan solo se pueda catar en el maridaje que ofrece a su selecta clientela.

Unos frutos a su trabajo por los que la enóloga se siente muy satisfecha, aunque reconoce que para lograrlo es importante encontrar una empresa en la que se apueste sin fisuras por el talento sin que ser mujer sea un impedimento para ello. “Aquí cada vez somos más mujeres”, dice.

Eso sí, no en todos los sectores vinculados al mundo del vino la presencia de la mujer está tan integrada. “Encontrar enólogas o técnicas en la bodega es ya algo habitual, es un trabajo que está reconocido, lo que es mucho más raro es encontrarse una jefa de campo, eso sí que es complicado verlo”.

Mientras tanto, tras los éxitos de la investigación realizada y tras conseguir un importante reconocimiento de los vinos de la bodega, De Castro ya trabaja junto a su equipo en nuestros proyectos que espera que puedan tener una efecto transformador en la zona mediante la apuesta por el desarrollo del entorno.

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