El machismo de antes y de ahora a través de los ojos de Ana Pomares

8M | Día de la Mujer

La superviviente de la 'desbandá' aún recuerda la violencia que sufrieron las mujeres durante la Guerra Civil

Una brecha que se mantiene en el tiempo

Ana Pomares, en el patio de su casa.
Ana Pomares, en el patio de su casa. / M. H.
María José Díaz Alcalá

06 de marzo 2022 - 04:39

MÁLAGA/Nacida el 7 de febrero de 1928 en Málaga, Ana Pomares tenía nueve años cuando su padre decidió llevarla, junto a su madre y tres hermanos a una casa de campo que tenían en el municipio de Colmenar Viejo porque ya “estaban bombardeando mucho Málaga”.

Días más tarde, la familia se montó en el coche rumbo a Almería. Por el camino, Ana recuerda “madres casi muertas con bebés en brazos” y niños que se perdían de sus familias y se iban con el primero que pasaba. “Aquello fue una matanza y no entiendo por qué. La mayoría éramos civiles”, denuncia.

La mayoría de personas que huyó “en desbandá” por la carretera fueron niños y mujeres. Las charlas que el general Queipo de Llano emitía a través de Radio Sevilla y el boca a boca que cundía por los municipios malagueños provocó el pánico entre las mujeres. “Los moros -así se conocían en el lenguaje coloquial las tropas marroquíes- iban cortando pechos, dándoles aceite de ricino y paseándolas”, recuerda Ana.

Tras muchas penurias y diversas ciudades de paso, Ana regresó de nuevo a Almería cuando estaba a punto de finalizar la guerra. Tenía 11 años y entonces dejó de ir al colegio para dedicarse a la costura. Estuvo trabajando en una sastrería hasta que se casó, tuvo hijos y entonces se dedicó al cuidado de sus pequeños. Por las tardes, cuando había terminado de realizar las tareas del hogar y los niños aún estaba en el colegio, cosía en su casa.

Aunque Ana Pomares estaba conforme, rechaza que el hombre siempre haya creído que es más fuerte. “Piensan que las mujeres somos más débiles y no es así”, manifiesta.

“Me gustaría que se tratara a las mujeres como se merecen y que no hubiera más crímenes, si una pareja no se entiende que tomen caminos diferentes”, defiende. Para que la violencia machista se erradique, señala que la clave está en la educación, “que los niños aprendan desde que son pequeños en el colegio a respetar, de la misma manera que nosotras hacemos con ellos”.

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