Las claves para educar con una mirada violeta de Inmaculada Postigo
8M | Día de la Mujer
La doctora en Comunicación es decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación desde 2016
Desde 2009, desarrolla proyectos centrados en la comunicación como herramienta para el empoderamiento femenino
Una brecha que se mantiene en el tiempo
MÁLAGA/Inmaculada Postigo es decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga desde 2016 y desde el 2009 lleva desarrollando proyectos centrados en la comunicación como herramienta para el empoderamiento de las mujeres y la lucha contra la violencia machista.
La estructura de la facultad que lidera cuenta con un Vicedecanato de Igualdad que dirige la vicedecana Teresa Vera, en continuo contacto con el Vicerrectorado también de Igualdad, desde donde se promueven iniciativas como la implantación de puntos violetas -espacios en los que se sensibiliza al alumnado sobre esta materia, se atiende, informa y ayuda a víctimas de cualquier tipo de agresión sexista-, así como otras acciones relacionadas con el activismo feminista y la investigación sobre feminismo. Todo ello siempre enfocado al ámbito también de la comunicación.
Inmaculada Postigo apunta que es “muy complicado llegar a espacios de representación” por la simple condición de ser mujer. “En reuniones es más difícil que se escuche tu voz, no te tienen tanto en cuenta y tienes que estar permanentemente demostrando que haces las cosas mucho mejor de lo que se espera”, lamenta. Y es que está convencida de que habitualmente se presupone que lo van a hacer siempre todo de una manera acertada.
En este sentido, enumera que otras de las problemáticas que atañen a las mujeres en el mundo laboral es “el síndrome de la impostora”, la necesidad de ser perfecta y, aún así, sentir que siempre va a haber alguien que lo haga mejor. Estas cuestiones conforman unas barreras que, a veces, no son perceptibles si no se hace un análisis con una “mirada violeta”, señala la decana.
En su etapa como investigadora, Postigo ha dedicado muchos de sus estudios a la violencia machista y asegura que los resultados son “demoledores”. Confiesa que le preocupa especialmente el intento de asociación con el resto de las violencias, el ciberacoso -en el que las víctimas no reconocen los actos de violencia que llevan a cabo sus agresores- y la violencia sexual, "que está sufriendo un incremento", indica.
Unas problemáticas que proceden -señala- de la pornografía, ya que esta industria muestra imágenes de “dominación y agresión”, pero al mismo tiempo “se trata de la única puerta de entrada a la educación sexual que tienen”, lo que provoca que consideren “correctas estas prácticas sexuales”. Contra ello, propone la educación sexual dentro de las aulas.
Y es que, dentro de la propia facultad, en ocasiones, las mujeres sufren este tipo de violencias. “La universidad es un reflejo de la sociedad”, manifiesta. A veces, también detectan casos de micromachismos –sutiles maniobras y estrategias de ejercicio del poder de dominio masculino en lo cotidiano que pasan de desapercibidas-. Ante tales escenarios, la decana asegura que se ponen en marcha protocolos de actuación y se activan los mecanismos de protección se necesiten.
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