El reto de la profesora Patricia Santos, educar el ser con la esencial perspectiva de género

8M | Día de la Mujer

Ha sido reconocida dos veces como Mejor Docente de FP de España en los premios Abanca

Sostiene que la escuela debe ser el lugar donde se ofrezcan oportunidades para todos

Una brecha que se mantiene en el tiempo

La profesora malagueña Patricia Santos.

Málaga/Patricia Santos ha sido reconocida dos veces como Mejor Docente de FP de España en los premios Abanca. Eso dice mucho de su entrega y su concepción de la profesión. Aunque desde muy pequeña quería ser juez, estudió Derecho y entró con una beca en el Departamento de Derecho Mercantil de la UMA, su vocación por la enseñanza la llevó a estudiar el curso de adaptación pedagógica. Allí descubrió la posibilidad de derivarse hacia la Formación Profesional. En 2003 opositó y empezó a trabajar para la Junta de Andalucía.

Ha estado en diez centros diferentes, la mayoría de difícil desempeño en contextos sociodeprimidos. “Esto te ayuda a desarrollar la flexibilidad y la capacidad de adaptación, a crecer, a pensar y a tener estrategias”, considera. “La escuela debe de ser un sitio que ofrezca oportunidades y nada mejor que estos centros para crear oportunidades a gente que de otro modo no las hubiera tenido”, agrega.

Para esta docente, la escuela “debe de servir al desarrollo personal y social, al menos, plantar esa semilla. Uno no está preparado para aprender los conocimientos constituidos si no está preparado su ser, solo aprende el que quiere aprender, así que me enfoco mucho en esa primera parte, en la educación del ser”, señala.

Santos considera esencial trabajar “la inteligencia emocional, el autoconocimiento del alumnado, la autoestima, que se ve dañada desde edades muy tempranas y es esencial para reducir el abandono escolar, el desarrollo del talento, la identificación de emociones, del autocontrol y las habilidades sociales para relacionarse”.

"La desigualdad es un constructo social, el talento solo entiende de destrezas y motivaciones”

Por su clase pasan 150 personas al año y asegura que tiene un “alumnado maravilloso”. “Yo creo que tiene que ver mucho con la propuesta. Si los invitas a hacer algo que les agrade, que conecte con su motivación y lo sienten como algo importante, aceptan el reto”, apunta.

Y para educar ese ser es esencial la perspectiva de género. “Trabajamos la coeducación y la igualdad. El talento no entiende de género, sino de habilidades, de destrezas y motivaciones. Esa desigualdad es un constructo social y la escuela tiene que hacer el ejercicio de identificar la diversidad como un valor”, afirma.

Le preocupa que exista todavía una brecha importante en la elección de itinerarios formativos, que haya una sola chica en Soldadura y dos chicos en Peluquería. Así que considera clave aportar las herramientas que inviertan esa tendencia, que el alumnado conozca todas las vocaciones y puedan encontrar un camino que no diferencia por género.

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