El coraje de Paz Hurtado para posicionarse en un mundo de hombres
8M | Día de la Mujer
La empresaria recibió el premio europeo a la mujer emprendedora en 2019, entre otros muchos
Una brecha que se mantiene en el tiempo
Málaga/María Paz Hurtado, diplomada en Marketing y en Dirección Comercial, es presidenta ejecutiva de Hutesa Agroalimentaria. Comenzó vendiendo, a mercados exteriores y mayoritariamente masculinizados, aceitunas de mesa. Un negocio que mantiene en la actualidad, a sus 63 años, y que le ha llevado a ser distinguida con numerosos reconocimientos.
Hurtado recibió la medalla de Andalucía en 2014; el premio europeo a la mujer emprendedora del año 2019; el Premio Emprendedor; Premio Alas en la modalidad de Exportación; Premios Adepma en la modalidad de mujer empresaria; Premio Ameco a la Trayectoria Empresarial, y el Galardón Victoria que otorga que otorga la Asociación de Mujeres Profesionales y Empresarias de Málaga (Amupema).
“Yo no he tenido nunca ningún freno ni me he encontrado situaciones que me hayan obstaculizado”, reconoce la empresaria, quien es consciente de que es una afortunada y “todavía queda mucho por hacer”. “Ojalá no hubiera que reivindicar nada el 8M porque eso significaría que se ha conseguido la igualdad y el respeto”, manifiesta. “Pero, lamentablemente todavía queda un largo trayecto”, lamenta.
Quiere lanzar un mensaje de optimismo a todas las mujeres que estén comenzando a emprender. “La clave es creer en una mismo, en un proyecto y ser capaz de llevarlo a cabo”, revela. “Necesitamos contar con el apoyo institucional, de la sociedad civil, la clase política y la asociativa, que crean que somos capaces de ostentar puestos que hasta ahora han ocupado mayoritariamente los hombres”, señala.
A su juicio, “todos los colores políticos están apoyando la labor de la mujer y llevan años apostando por políticas que favorezcan la igualdad”. Considera que las administraciones deberían nombrar “a estrellas que luzcan” -dice refiriéndose a las mujeres- en puestos relevantes.
Sin embargo, explica que no solo es tarea de las administraciones, sino que “la mujer para llegar arriba también tiene que tener capacidad de entrega y de renuncia”. Y es que -apunta-, participar en un proyecto “en cuerpo y alma no da para medias tintas”. Insiste en que “muchas veces pedimos apoyo a los sectores de nuestro entorno y a lo mejor no estamos dispuestas a renunciar, porque subir un escalafón significa dejar atrás muchas cosas”.
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